domingo, 3 de marzo de 2019

DE COMO EL EGO DE UN AUTOR PUEDE LLEVARLE A ROZAR LA ESTUPIDEZ

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Días pasados, en relación a una entrada sobre un hecho histórico de una hermosa población de la costa, un elemento, de los muchos que publican comentarios impresentables, me envío uno, tratando de reescribir su historia, porque no están de acuerdo con la real, y seguro es porque algo tendrán que ocultar de su familia, me puso de vuelta y media. Claro, como es lógico no publiqué el comentario. Otro, en parecida línea pero educado, me daba consejo de que debía o no debía poner. Es el típico, "tienes que ser bueno y pasar página", que publiqué y contesté. Y un tercero, que me acusaba de haberme apropiado de un trabajo suyo, que contesté, pero como era un anónimo y no puso su correo, el sistema no le pudo enviar mi contestación. Me decía: 

“hola muy bonito todo, pero al menos podías poner el nombre del trabajo de osea yo: Fulano de tal. Copiar y pegar y no trasladar fuentes es muy muy muy poco profesional”


De principio me tuteaba, se nombraba autor del citado trabajo, escribe sin mayúsculas, con palabras juntas, vamos con una gramática así así, y me decía no ser nada de profesional.

Le contesté en el blog: “Estimado Sr. Fulano de Tal, Creo que se ha pasado usted un poco de grosero, evidentemente no soy un profesional de la escritura pero no soy ningún “delincuente” aprovechándome de los trabajos de nadie y mucho menos ocultando su autoría. Sin en lugar de dejarse llevar por su soberbia hubiese leído todo el artículo, habría comprobado que en uno de los párrafos figura lo siguiente: “Luego, rebuscando, he encontrado un extraordinario trabajo de Fulano de Tal, que reproduzco en su totalidad, que cité arriba y merece un espacio especial.” En otro párrafo más adelante cito: “Ahora el excelente artículo de Fulano de Tal, que nos sirve para no olvidar la historia, y recordar a héroes anónimos que salvaron muchas vidas.” Y al final en la bibliografía cito nuevamente al autor, es verdad que no lo repito pero ya se sabe de aquello que a buen entendedor… y usted se ha pasado de frenada: “Bibliografía de los paneles informativos, Wikipedia y Artículo del autor citado”


Cito su autoría dos veces explícitamente y una indirectamente, lo adorno de las palabras extraordinario y excelente, apelativos que creo se merece el artículo aunque algo menos el autor. Es una tónica que sigo siempre por la razón del respeto que me merecen los autores, por muy soberbios que estos sean. Le publicito su buen artículo en mí blog y ahora me dice usted -yo no lo tuteo como usted a mí por respeto-, que no lo cito ¡vamos, vamos! Pues sí que es curioso, elementos fascistoides me envían anónimos ofensivos por el trabajo en mí blog, otros dejan caer el blanqueo que se pretende de la historia y un autor que no lee, me dice que soy un tal y un cual. Ya me dirá si quiere que haga desaparecer del Blog su artículo, cosa en la que no tendré ningún inconveniente. Reciba un saludo que creo no se merece.”


Como no recibe la contestación no la conoce, pero este individuo no contento con su actuación me busca por la redes sociales y me manda un mensaje por Facebook, pidiéndome el teléfono, que naturalmente no le doy, no por nada sino porque considero no se lo merece. Entonces me envía cinco mensajes de audio. Sólo leí el primero el resto ni los abrí -viendo el jabal se ve el jabalero-, no me interesaba un aumento de la presión arterial ni pelearme con nadie. Trascribo el leído:

“Bueno pues se lo explico en un archivo de voz. Me llamo Fulano de Tal. SOY Licenciado en Periodismo, cinco años de Historia en la Universidad de Málaga… y SOY quien publicó la historia (que nos ocupa) y que usted ha cogido y ha puesto en su blog y que ni siquiera me ha nombrado. Entiendo que le habrá gustado mucho, cosa que le agradezco, pero ¿Hombre, las fuentes son las fuentes! Cuando usted coge un trabajo de alguien y lo pone en su blog, al menos ponga usted el nombre de la persona que ha escrito ese trabajo durante muchos y muchos meses. Por eso me quería poner en contacto con usted. Es muy bonito copiar las cosas de los demás y ponerlas en un blog diciendo que es suyo. Y encima alardeando de que es un trabajo suyo y eso no lo pone usted en ningún lado, cosa que me ha parecido muy mal”.


Aclarar que el trabajo en cuestión tiene 561 palabras, lo que no desmerece en absoluto su calidad, pero “meses y muchos meses” para 561 palabras, me parece mucho tiempo. Luego el trabajo está aderezado de fotografías de hace años, en la cuales el autor enfadado no cita su autoría, y evidentemente no son suyas.

Le contesto:“He escuchado el primer mensaje de voz y no voy a continuar escuchando los otros porque tengo la impresión de predicar en el desierto. Usted Sr. No ha leído mi trabajo. Todo lo que está diciendo parece lo dice de oído, le cito a continuación mi contestación en el blog. Me está insultando constantemente, yo he citado siempre su autoría, lo que dice es falso y con solo leer el blog podrá usted verlo. –Le adjunto la contestación publicada en el blog- Cito su autoría dos veces explícitamente y una indirectamente, lo adorno de las palabras extraordinario y excelente, apelativos que creo se merece el artículo aunque algo menos el autor. Es una tónica que sigo siempre por la razón del respeto que me merecen los autores, por muy soberbios que estos sean. Le publicito su buen artículo en mí blog y ahora me dice usted -yo no lo tuteo como usted a mí por respeto-, que no lo cito ¡vamos, vamos! Pues sí que es curioso, elementos fascistoides me envían anónimos ofensivos por el trabajo, otros dejan caer el blanqueo que se pretende de la historia y un autor que no lee, me dice que soy un tal y un cual. Ya me dirá si quiere que haga desaparecer del Blog su artículo cosa en la que no tendré ningún inconveniente. Reciba un saludo que creo no se merece.”


La contestación se la envío por un canal seguro que garantice su recibo, si no es un inútil informático, porque como persona lo parece, y tampoco lo chequea. Transcurridos veinte días de la contestación, no se ha dignado ni siquiera bajarse de su ego descomunal y pedir disculpas. Ni me ha dicho que quite su trabajo del Blog. Aunque estoy tentado de hacerlo. Este Sr. de ego superlativo -no hace falta estudiar psicología para apreciarlo-, seguro le habría dicho alguien -Oye Fulanito he leído en un sitio esto, y sin precisar nada más se ha tirado a la piscina.  Aunque esto me resulta raro, si hubiera entrado en el blog habría visto que lo cito tres veces y con todos los honores, lo mismo no se rebaja a leer nada del resto de mortales. A lo peor le puso el comentario el supuesto avisante. O incluso están hablando de otro blog y otro "delincuente". Estoy seguro que si ha leído mi contestación por el canal que cito, de comunicación directa. Claro al leerlo, le habrá dado vergüenza y como este tipo de personas carecen de una virtud que se llama humildad, ha sido incapaz de pedir disculpas o cuando menos decir me he equivocado, o más, me han equivocado, si no quiere asumir su propia responsabilidad. Me ha buscado por las redes para ponerme como un trapo y no es capaz de decir lo siento. Se ha columpiado y no sabe bajarse del columpio.

Fotografías de Internet desconozco el autor

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