Portada noble (foto número uno)
Una tercera entrega en la que se publican dos portadas, una placa en una fachada y un interior. A sabiendas que la fotografía de interior puede ser difícil de precisar, porque la perspectiva no es usual conocerla desde donde está efectuada, pero estimo que por los elementos que la componen puede ser fácil de averiguar.
Portada que lo fue (foto número dos)
De las dos fachadas, una existe aún de entrada a una casa noble, y la otra fue puerta y quedó en ventana. En esa ventana se ponía una señora a vender jardines en el verano de un inmenso jazmín que tenía la casa, cuya entrada la tiene por otra calle.
Placa en la pared (foto número tres)
La placa estuvo puesta algún tiempo en Facebook, no fue descubierta o por lo menos no le interesó mucho al personal. Hay que reconocer que existen en la red, cordobeses y alguna cordobesa, con una capacidad deductiva y de conocimiento de la ciudad fuera de lo común que no están participando.
Con esta entrega de cuatro fotografías, que supongo no será difícil, finalizamos de momento este semijuego cultural.
ACLARACIÓN.
Primera fotografía.
Casa de los Argotes en la calle del Lodo
Desde el Realejo hasta el Buen Suceso bajaba la calle del Lodo (actual Isaac Peral), así llamada porque era un verdadero lodazal camino del Arroyo de San Andrés. En ella están dos casas importantes, la primera de ellas es la de la fotografía, en el número cinco, con fachada del 1547, y llamada según D. Teodomiro, de los Argotes, “tradicionalmente se dice que en unión del huerto número 7 constituían las solariegas de los Mecías, a quienes representan aquéllos, las cuales fueron arrasadas también, porque sus dueños eran parciales de don Enrique”.
La otra era de los Negretes en la acera de los pares y en el número seis, de la que formaba parte el Monte de Piedad y ahora la Agrupación de Cofradías además de viviendas. Una enorme propiedad que adquirió un ruso casado con una profesora de baile.
Segunda fotografía.
Fachada del Oratorio del Hospital de San Andrés.
Esta fachada de la calle Alfonso XII, número 23, cuya entrada la tiene ahora por la calle de La Palma, por el antiguo Hospital de San Andrés. Fue en su día Oratorio. Se fundó por escritura de 13 de enero de 1551, con poder y bienes de D. Pedro Gutiérrez de los Ríos.
La portada cegada, convertida en ventana, es manierista adintelada. Los escudos de los Ríos y una hornacina oval la coronan. Un tejaroz protege el vano. Este tipo de iglesias no tiene campanario. Hay otra igual en Córdoba que es la del Caballero de Gracia, en la calle Encarnación y por esa carencia sonora son considerados oratorios.
Estas ventanas, pues son dos las que dan a esta calle, formaban parte de un colegio había en ese edificio. En el verano, una señora se ponía en la ventana de la mencionada portada manierista, y vendía jazmines, que compraba para mi novia, cuando íbamos al cine de verano Andalucía, y que estaba guapísima con los jazmines en el pelo.
Tercera fotografía.
Calle Gragea
La losa está en una casa de la calle Gragea. Yo trabajé en esa calle en los principios de los años sesenta del siglo pasado (esto del siglo pasado suena fatal), unas casas al lado de donde está la losa. De esa calle me gustaba una chica y luego resultó ser su madre prima hermana de mi madre, lo que abortó el posible idilio que, dicho sea de paso no paso de cuatro miradas esquivas.
La calle Gragea es una calleja que tiene la calle Lineros antes de llegar a Candelaria, a la izquierda desde el Potro hacia las Cinco Calles. Hubo un momento que se pretendió darle salida a la calle de Armas, proyecto que no cuajó. Una casa que ahora hace un pequeño rincón en la calle de Armas que antes no existía, era la comunicación con la calle Gragea o Grageda, que parece que tomó el apellido de un jurado que vivió en ese barrio. Tiene una calleja sin salida a la derecha (barrera como las llama D. Teodomiro) y un pequeño rincón con tacón a la izquierda.
En múltiples publicaciones citan que Miguel de Cervantes Saavedra vivió un tiempo por esa zona. El cita en sus textos el Caño de Vencesguerra deformación popular de Vicente Guerra –lo escriben de diversa manera-. Pues bien, en una de sus casas entrando desde Lineros en la acera de la derecha, tres o cuatro casas Gragea adentro, está la losa en la fachada. No se garantiza la autenticidad del hecho concreto a que se refiere la placa, es más podemos estar más cerca del no que del sí.
Los bisabuelos Rodrigo y Catalina, del autor del Quijote, eran cordobeses, al igual que su abuelo Juan de Cervantes, Su padre Rodrigo de Cervantes trabajó en el Hospital de la Caridad (actual Museo de Bellas Artes), y vivieron en la actual Romero Barros (antes Sillerías). Cita estos lugares en sus novelas, “Don Quijote de la Mancha” y “Rinconete y Cortadillo”, y frecuentó muchas veces la ciudad.
Cuarta fotografía.
El Picadero de las Caballerizas Reales
Edificio que conozco bien, por haber estado en él bastantes años, primero cuando estaba asignado al Ministerio de Defensa (1996– 2001) y después con el Ayuntamiento (2001– 2006). Tiene adosado el Picadero para cuya edificación que hubo que cortar, en su día la muralla de la ciudad que, describiendo un ángulo recto discurre después paralela a la calle Postrera hasta la barbacana de la Puerta Sevilla. Por lo tanto pasando el Arco de Caballerizas, a la izquierda hay un edificio que es del mismo conjunto, y si se gira a la izquierda hacia la calle Postrera, toda la acera son las paredes del Picadero, que es una nave monumental con grandes ventanales, construida con esa estructura metálica parecida a la que tenía el Mercado antiguo de la Corredera, o las construcciones metálicas de las estaciones de ferrocarril tipo Atocha, Valencia o cualquier otra de ese tiempo en el que, el acero y remaches eran un elemento habitual.
La fotografía está realizada desde una pequeña azotea, que culmina el edificio y da por uno de sus lados a esa plaza una vez pasado el arco, y por el otro cierra la gran cristalera del Picadero por arriba. Cristalera que casi llega hasta el suelo pues existen unas salas semisótano. Antes, desde el callejón de entrada, había una escalera empinada que subía a las salas que dan a la cristalera citada, que se tapió, también había otra que subía a la primera planta se cegó. En el resto de las paredes del Picadero no hay nada más elementos que la pared y los soportes de la cubierta. Hace unos años se construyó una nueva cubierta de material ignifugo, antes estaba construida con tejas planas, que son las que se ven en la fotografía, gran parte de ellas rotas, lo que suponía un problema con la lluvia. Podemos estimar que cada una de las aristas del rectángulo mira a un punto cardinal, luego esa pared sería noroeste.
Como lo que nos ocupa es el Picadero nos quedamos aquí, ya que hablar del Edificio sería mucho más extenso. En realidad tiene una edificación en su lado noreste, que era parte del acuartelamiento, desde la planta baja de esa edificación existe un pasadizo que va en línea recta hasta el Salón de Los Mosaicos del Alcázar; la cuadra principal, que da a la calle Caballerizas, y una primera planta similar en extensión a la cuadra. Antes estaba divida por habitaciones y con falso techo y ahora creo que está diáfana con arcos igual que la cuadra principal; la parte del techo estaba cerrada, siendo toda la techumbre accesible desde la azotea citada a una especie de buhardilla a lo largo de todo el edificio. La otra cuadra del patio de armas, tiene también una techumbre de madera, en la que en una de sus vigas está grabado a fuego, el nombre de un tal Salcedo que fue Comendador de la ciudad. El conjunto del edificio ardió y fue reconstruido después. Parece que la construcción original de edificio lo fue utilizando sillares de Medina Azahara.
Es una descripción breve desde luego.
Fotografías del autor