lunes, 8 de junio de 2015

POSIBLE CALERA EN EL MARGEN DERECHO DEL ARROYO BEJARANO

Posible calera

Un montón de piedras le llamó la atención a Pepe Serrano, ya llevábamos dos días viéndolas, pero habíamos pensado que eran sólo eso, un montón de piedras a la vera del camino. Él, sin embargo, fue más lejos y de un salto subió el montón pasó por entre la vegetación y llegó a la ruinosa construcción que aparenta ser, bueno que pudo ser, un horno de cal. Su presencia allí puede estar justificada por las construcciones cercanas. La finca es Los Baldíos del Río, Polígono 89, parcela 37 y las coordenadas a falta de confirmación exacta, 37.941583, -4.886009.

Cartografía raster de la posible calera

Vuelo de 1977

Es una construcción circular de unos cuatro metros de diámetro, por los mismos de altura, abierta en su pared que mira al camino, a unos escasos metros de él, con lo que parece una repisa a una altura determinada, y colapsada en su fondo. El montón de piedras del camino son del muro derruido. Para confirmar la calera habría que excavar y encontrar debajo la zona de alimentación para el horno y otras características que estarán junto a  su propia ruina.

Posible calera derruida

La cal ha sido siempre, desde tiempos que se pierden en la memoria de las gentes, un elemento que resultaba imprescindible en la sociedad. Las construcciones se hacían con cal, y se protegían con cal. Agua de cal era una medicina, también se empleaba como desinfectante, y la tinaja con cal era un elemento más indispensable de cada casa. En los lugares aislados del campo, donde habían construcciones que requerían mantenimiento, era normal tener el propio horno de cal cercano. Ahora lo son los mezcladores de hormigón u hormigoneras.

Vista interior

El horno era una excavación protegida con piedra, que configuraba la olla, tapiada hasta arriba. Se creaba una bóveda, se llenaba de leña por abajo, y se tapaba con piedras calizas, para cerrarla por arriba con cal muerta o tierra. Ahora se prendía fuego y esperaba un tiempo, que podía oscilar entre 9 y 15 días, añadiendo combustible para que la temperatura se mantuviera, luego se sacaba la cal y se protegía del agua que la estropearía.

El compañero Serrano investigando una pared superior

La cercanía de las obras la hacían indispensable para forjar cementos y revestimientos, y dada la fácil construcción de los hornos, la cercanía del centro fabril permitían disponer sin grandes desplazamientos el preciado elemento. En este lugar existe un ciclópeo muro, que según acuerdo con Pepe Serrano forma parte de la estructura de un molino de cubo, por lo tanto pudo ser necesario tenerlo a mano para esta construcción. Todo esto son tesis personales, la realidad la podría certificar un experto en la materia, pero ahí está la derruida construcción y el reto de certificar si es un horno u otra cosa.

Desde allí el alto de las Cabreras al otro lado del Guadiato

Fotografías del autor
Tesis de Pepe Serrano y el autor

2 comentarios :

PATXI GUERRIKABEITIA dijo...

Buenas tardes, amigos. Interesante trabajo. Las caleras eran imprescindibles para la vida rural y urbana. En algunos lugares eran comunales igual que las eras. He buscado por la montaña de papeles, y no he encontrado un artículo que trataba el asunto. Lo que sí recuerdo por su curiosidad, es que la cal apagada se utilizaba para conservar los huevos. Un abrazo salud, y República,

Paco Muñoz dijo...

Querido amigo Patxi, muchas gracias. Tengo un artículo sobre las caleras que me enviaste hace tiempo, seguramente será el que buscabas. Esta zona es una zona de mucha actividad constructiva, por lo que seguramente era ese su motivo y en cuanto a la ubicación en las cercanías hay un ciclópeo muro que seguro necesitó de grandes cantidades, por pensar en la idoneidad del lugar.
Un abrazo y salud.