martes, 31 de agosto de 2010

EL MUSEO INTERACTIVO DEL CHICLE USADO


 Chicles usados
Chicles usados.

Esto no es una ampliación a la entrada de la calle de la Feria, primero porque es una curiosidad, también se puede interpretar como una tontería, e incluso hay quien pueda pensar que es una guarrería. Pero no se puede ocultar que es llamativo.

Todos hemos usado el chicle, desde que nos lo introdujeron, como tantas cosas los americanos del norte, los llamados yanquis: pantalones vaqueros; hamburguesas; películas del oeste, en las que siempre puteaban a los buenos, que para mí eran los indios pieles rojas, cosa que me generaba un intenso sentimiento de solidaridad con ellos, y que hacía que me sonara fatal la corneta del Séptimo de Caballería, a la vez que se llenaba de aplausos y zapatazos pro yanquis, en los escalones de madera del gallinero del Gran Teatro.

 Museo Interactivo del Chicle Usado, sala A
Museo Interactivo del Chicle Usado, sala A.

También con el rollo de El Álamo, en el que mi favorito era el General Santa Ana, que defendía al humillado pueblo mejicano, cuya frontera llegó hasta lo alto de California, incluyendo lo que ellos llamaron después el estado de la estrella solitaria, Texas, una vez robado el territorio. Esto me sonaba siempre muy parecido a los episodios de la Virgen de la Cabeza en la incivil guerra española, o lo del Alcázar. Era la utilización de la historia a voluntad, como hacen siempre los ganadores. Con su pan se lo coman. Era la glorificación de eso que llamaban héroes y que sólo era la muerte de inocentes.

El chicle era, como me decía mi madre, un elemento para “estragar” el estomago, para utilizar excesivamente los músculos de la mandíbula y que se nos pusiera la cara como el del anuncio del Netol. Luego estaba el “pegado de tripas” si tenías la desgracia de que en un momento de distracción pasase al conducto digestivo. ¿Qué pasaría? ¿Se pegarían las tripas como se pegaban los dedos al manipularlo y secarse? Era un sufrimiento adicional. Luego no pasaba nada y volvía al puestecillo a comprar otra porción el consabido Bazooka, “siempre en su boca” sabor a fresa. Muchas veces masticado en doble porción con el riesgo de que, al hacer un globo este se te pegara en la nariz, labio superior o la cara simplemente. O Cheiw, o cualquiera de las marcas que existían.

 Museo Interactivo del Chicle Usado, salas A y B
Museo Interactivo del Chicle Usado, salas A y B.

Bazooka era un artilugio de matar al personal de una guerra, un arma antitanque y en ese tiempo estaba en andanza la de Corea. No sé si el nombre venía de lo mismo. Pero otras cosas podían estar más lejos. Lo cierto es que, sin estar lamentablemente el mundo tan globalizado para nuestro pesar proletario como ahora, ya empezaba la colonización encubierta.

Bien, no voy a desvariar más. Lo cierto es que, dando un paseo para ampliar fotográficamente y de actualidad, los alrededores de la calle de la Feria; Ermita de la Aurora, calleja de Junio Galión, Portillo, Fuente, portada del Compás de San Francisco y demás, a la vuelta, a la altura del número siete, una vez pasada la calle Maese Luis, me encontré con el Museo del Chicle, dos postes de recogida de las distintas instalaciones telefónicas para una obra, soportaban toda una enorme gama de colores se chicles pagados en ellos, y a su vez, supongo, una muestra microbiana excelente, además de nuevas marcas publicitarias desconocidas para mí.

 Museo Interactivo del Chicle Usado, sala B
Museo Interactivo del Chicle Usado, sala B.

Por lo tanto si consume chicle –para los que tenemos algún tipo de prótesis dental es un verdadero drama usarlo-, si lo va a tirar, por favor no lo haga en el suelo -esto es un beneficio directo del Museo-, péguelo en cualquiera de los dos postes, y si no tiene espacio, o es bajito/a, con una pequeña escalera que se traiga de casa, o si le sube su novia o novio, puede utilizar el espacio superior de ambos postes. Ánimo, por la limpieza de las aceras, por una ciudad mejor, por el “dormidiecisei”, utilicen los postes del Museo Interactivo del Chicle Usado.

Fotos del autor.

15 comentarios :

harazem dijo...

Existe un país en el mundo donde el chicle está prohibido: Singapur. Cuando yo estaba a punto de aterrizar escondí todavía en el avión en las partes más profundas de mi cuerpo varias pastillitas de chicle de menta extrafuertes que llevaba desde España. Más que nada por infringir una ley del país con más leyes tontas del mundo. Una vez en el aeropuerto me acojoné de verdad. Lo primero que te encuentras nada más pasar la aduana es un enorme cartel en el que pone: EN ESTE PAÍS EL TRÁFICO DE DROGAS SE CASTIGA CON LA PENA DE MUERTE. Y justo debajo venía pintada una preciosa soga formando una perfecta horca con nudo de varias vueltas. No sé si el chicle lo consideran una droga, pero por si acaso me deshice inmediatamente de mi peligrosa carga.

Paco Muñoz dijo...

Manuel
Como tu eres un viajero impenitente, habrás visto de lo más peregrino por esos países. Se de la rigidez en Singapur, esa ciudad-estado, para cualquier cosa; escupir en el suelo, tirar un papel y me imagino que con el chicle parecido.

No creo que hubiera llegado la sangre al río pero hiciste bien por si acaso.

Eladio Osuna dijo...

Reivindico mi afición al cicle desde hace muchísimos años. Tú dirás lo que quieras Paco, pero el cicle Bazooka era, con mucho, superior a todos los demás, en gusto a fresa, en duración y si me apuras en diseño con aquella extraña forma como de discos soldados.
Tú ves, una cosa que nunca he practicado ha sido las pompas de chicles, tan insoportables en aquellos cines nuestros.
Y en la vida actual el consumo es brutal. Sobre todo los que hemos trabajado tantos años por la tarde y almorzado fuera de casa, era prácticamente el único dentífrico al alcance de la mano.
Y cuántos chicles han servido para disimular aquellos primeros cigarros, aunque te comento con retraso a un blog anterior: las madres, por muchos saci de menta o pictolines que usáramos, siempre sabían que fumábamos, porque en aquellas coladas de antaño, sin Ariel ni suavizantes, ellas volvían del revés los pantalones y sacaban las bolsas de los bolsillos, y allí, implacablemente, estaban los piscos del tabaco de aquellos cigarros primerizos sin boquilla.
Bueno, esto no es mio, me lo han comentado a lo largo de los años muchas madres de mis alumnos.

Paco Muñoz dijo...

Eladio "extraña forma de discos soldados", es verdad, era raro el cilindro, y el sabor, de eso se acuerda casi todo el mundo.

"Las pompas", o estirarlo, que de tanto manipularlo cada vez estaba más sucio, para hacerle agujeros hacia dentro a la lamina. Pompas hacia dentro.

Algunos chicles daba pena verlos.

ben dijo...

Me gustaría saber,como se las arregla el responsable del Ayuntamiento,del ramo,para pasar
por ese lugar con un cochecito de
niño,pretendiendo ir por la acera.
Cada vez que paso por ese lugar,
con mi nieta,me acuerdo de él o de
ella.Seguramente,los chicles será
la forma de protestar que tienen
algunos,para que se eliminen esos
postes,al menos me consuela ese
pensamiento.Existen ciudades,civi
lizadas,donde personal del ayunta
miento,en bici para dar ejmplo,ano
tan todos los hechos como este,para
quedar registrados.Al final de mes
en la revista de esos ayuntamien-
tos salen el número de incidencias
y el total de solucionadas.lo con
tento que se ponen los ciudadanos,
sabiendo ha donde han ido sus impuestos.Asi,claro tienen referencias,para saber a quién vo
tar..."ben"

Paco Muñoz dijo...

Ben, esos postes, independientemente de que llevas toda la razón están, se supone, provisionalmente ahí mientras dure la obra, pero, por poner un ejemplo, hay una calle que se llama Ronda de la Manca, y la acera que corre junto a la pared del colegio, tiene una anchura -mejor estrechura- de unos cincuenta centímetros, y cada unos seis o siete metros en medio de la acera -no se puede poner en otro sitio pues la base tendrá esa medida- hay una farola que la ha instalado el propio ayuntamiento allá por el 94, es decir hace la friolera de más de quince años, luego están los aparcamiento pegados a la acera. En concreto por esa acera ridícula, no se puede circular de ninguna manera, ni siquiera por los tramos libres de farolas, porque tendrías que saltar por los coches. Visítala cualquier día, o en Street View de Google si no te puedes desplazar.

vértice dijo...

Lo que uno se puede encontrar paseando por nuestra Córdoba.
Como decía el otro "esto es increíble"
Un Saludo.

Paco Muñoz dijo...

Paseando por cualquier sitio Emilio, el mundo es de lo más curioso que hay.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Paco:

Produces a un ritmo endiablado y en cualquier tema "sacas petroleo".


En los años 1967, llegó a mis manos una revista que se llamaba HORIZONTES. Aún la guardo. En esta revista publicaban una entrevista con William Westmoreland, el general que comandaba las tropas americanas en Vietnam. La guerra en la que se liaron "Los Democratas
de Barack Obama. Nadie puede decir de ste agua no bebere.

Pues bien el citado general decia en aquella entrevista:

"El soldado americano lleva en su mochila, -Pastas, dulces, tabaco, conservas, preservativos, vacunas, y hasta buena cantidad de CHICLE BAZOOKA. y calza unas botas de piel de Búfalo que cuestan una fortuna. Por contra tienen que enfrentarse a un soldadito, medio desnutrido, a medio vestir que es capaz de aguantar debajo de una palmera hasta tres dias con una sola marmita de arroz.

Terminó diciendo: "Contra ese enemigo no hay quien luche. Por estas declaraciones fue relevado en el mando en 1972. Y fueron declaradas como las "DECLARACIONES DEL CHICLE BAZZOKA".

Por cierto la guerra de Vietnam la terminó un presidente Republicano, que nació muy de cerca de donde se inventó el Chicle Bazzoka.

Paco Muñoz dijo...

Me acuerdo de haber leído esas declaraciones. Eran los tiempos en los que decían que destruir una choza de palos del pueblo vietnamita, le costaba miles de dolares. Y que estos aguantaban lo que le echaran con ese puñado de arroz.

Democrátas o republicanos, de derechas o más de derechas, eso es todo. Detrás el Lobby judío, el trust del acero y los fabricantes de armas y... guerras, sin importarle nada nada más que su cuenta de beneficios.

Pero se fueron de allí con el rabo entre las patas como los franceses. Cuando un pueblo quiere...

Son muy significativos los datos que aportas.

Eladio Osuna dijo...

Recuerdo de aquel tiempo que decíamos que los americanos tenían la mandíbula tan desarrollada y prominente de tanto mascar chicle, y muchos cogimos un lápiz y con la punta tratabamos de reproducir en nuestra barbilla aquel hoyuelo en la barba de Kird Douglas (las chicas nos decían que todo eso era muy seductor). Y tratábamos que nuestro mecheros de gasolina encendieran a la primera como les ocurría a los actores en la películas, y cuando tuvimos el primer coche también tratábamos -sin éxito- de encontrar aparcamiendo a la primera como les pasaba a esos mismos actores... En fin, que éramos meros aprendices

Paco Muñoz dijo...

Un modelo caduco Eladio, pero que lo fue en su tiempo hasta que uno tuvo uso de razón. El marketing del cine.
Aunque nuestro modelos se aproximaban más en la realidad al neorealismo italiano.

ben dijo...

El bazooka sabía divino,con sus
aromas y goma base,menos sintético
que los de ahora,vamos,más natu
rales.Hoy día se pagaría caro por
ese chicle.
Pero a lo que iba y es que la mayo
ría,comprabamos otro chicle,muy ma
lo,pero más barato,que no recuerdo
su nombre.Por supuesto que cuando
te compraban un bazooka,era para
disfrutarlo,poco a poco,saboreando
su sabor a fresa,su masticar tier
no,pero que no se pegaba a los dientes y sus globos,cuando le echa
bas aire...."ben"

Eladio Osuna dijo...

Paco, no lo tengo eso tan claro. Recuerda que en las últimas manifestaciones juveniles -guerra de Irak etc- gritaban "no a la cultura yanky", llevando en la mano una lata de Coca-cola, vistiendo ropa deportiva tipo Nike, despues de haber navegado por internet con el Explorer y el Hot Mail, jugado con los últimos juegos americanos y de haberse atiborrado de cine de de Hollywood, sin hablar de tuneados de coches y móviles al mas estricto modelo americano

Paco Muñoz dijo...

Sería Cheiw Ben, había muchas marcas.

Eladio, estuve una vez en una conferencia, en la que había una gente antiyanki, fumaban Wiston y bebían Coca Cola (te podrá parecer mentira pero no la he probado nunca, soy de Casera, o Teresa Illescas, o la Constancia), nos llamó la atención a Conchi y a mi y lo criticamos, por sin sentido. Perdieron toda razón que pudieran tener.