miércoles, 6 de octubre de 2021

LA DAMAJUANA

Una clásica Damajuana

Cuando recibo el envío correspondiente de la suscripción a la Palabra del Día, normalmente lo publico en Facebook. Días atrás publique una referencia a la palabra Damajuana, que simplemente puede definirse como un botellón de vidrio, para vino normalmente, de cinco a veinte litros, forrado para su protección por un envoltorio de mimbre o de cuerda. Damajuana es una palabra que a los mayores de cierta edad nos alimenta la memoria a años que ya no volverán desgraciadamente. Yo me voy a circunscribir a mi memoria familiar y el sentido que tenía ese recipiente así llamado.

Con forro de esparto

Antes voy a trascribir lo que acompañaba a la referencia citada: “En el siglo XVI, los marineros del sur de Francia llamaban en tono humorístico dame-jeanne (dama Juana) a las botellas gruesas que hoy llevan diez o veinte litros, comparándolas con mujeres ventrudas. La palabra apareció por primera vez en 1586, en una obra de René de Laudonnière –el conquistador francés de Florida–, y Corneille la empleó en 1601 con la forma damejane, equivalente al catalán damajana y al provenzal damajano.

Otro modelo de vestido

Sin embargo, hay narraciones según las cuales, tres siglos antes de que naciera Laudonnière, la reina Juana (Jeanne) de Nápoles, tras conocer a un maestro vidriero, se interesó en hacer una botella ella misma, y consiguió soplar una enorme, de una capacidad equivalente a lo que hoy llamaríamos diez litros. La hazaña de la reina fue repetida más tarde por el vidriero, quien logró así crear un enorme botellón, que poco a poco se iría tornando popular,  pero nunca le negó el crédito a la soberana, cuyo nombre quedó así eternizado en el nombre de la damejeanne.”

Unas desvergonzadas damajuanas

La RAE ese organismo que pule y da esplendor al idioma castellano o español, y lo defiende con algo de más categoría que el político valenciano, antes actor, ahora en un chiringuito madrileño, lo señala de la siguiente manera: “Damajuana. Del fr. dame-jeanne. 1. f. Recipiente de vidrio o barro cocido, de vientre voluminoso y redondeado y cuello corto, a veces protegido por un revestimiento, que sirve para contener líquidos.” Parece, aunque hay otras versiones que la RAE se nutre de la etimología antes expresada referida a la Reina Juana de Nápoles.

La clásica

Otros le llama Garrafa, pero en este caso la palabra viene del portugués garrafa (botella) y este del árabe marroquí gerrat o del persa garabah o del árabe garraba (jarra grande). Nosotros nos quedamos con damajuana, para hacer los honores a una palabra cargada de historias familiares y que, por lo menos a mí me trae entrañables recuerdos. En la mayoría de las casas el consumo de vino era muy habitual, tanto en las comidas, como elemento adicional para cocinar, como en las mesas, normalmente para los adultos y este era su envase habitual. 

Calle de la Bodega

Del Blog Notas Cordobesas: “Por ejemplo: cuando íbamos a comprar el vino a la Calle de la Bodega, a la casa de Cruz Conde, después de haber dejado parte de la mirada y deseos de un niño en el escaparate de Caramelos Hispania, en la avenida de Cervantes, mi padre me explicaba lo que significaba la casa del diestro (Manolete). Alguna que otra vez vimos a su madre, Doña Angustias, como de pasada. La curiosidad infantil me hacía mirar por las ventanas, y recordar algo como una especie de clínica que había dentro de la casa, o por lo menos a mí me lo parecía. 

El chalet de Manolete en la Avda. de Cervantes

Siempre tenía la sensación de que el personaje estaba aún presente en esa casa, había cosas que en los principios de los cincuenta no habían cambiado nada de ella, de cuando él la habitaba o visitaba. Terminábamos la compra en la bodega citada, llena la “damajuana”, recogidos los vales para canjearlos en navidad por las consabidas botellas, de coñac Solariego y anís La Cordobesa, y vuelta a pasar por aquella casa y otear las ventanas con la esperanza de comprobar algo de lo que se me contaba, o poder ver a alguno de sus moradores.” También tenían en la bodega los barriles con las diferentes clases de vinos, 24, 16 o 12. Que en otra entrada del blog traté de aclarar.

Otro modelo de vestimenta

Luego estaban los peroles, esos días especiales de campo cordobeses, en los que era indispensable la damajuana, con el vino para el guiso -normalmente arroz- y el uso personal de los perolistas. Como normalmente íbamos andando, bien a la Palomera, Pedroches, Cañito Bazán o cualquiera de los lugares exclusivos para ello, todos con sombra y agua, el transporte de los útiles necesarios se repartían entre los “perolistas”, niños incluidos, ya que no había coche para transportarlos y a alguno le tocaba, como era lógico la consabida y olvidada actualmente DAMAJUANA.

Fotografías de Internet 
Bibliografía RAE, La Palabra del Día, Notas Cordobesas.

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