martes, 23 de diciembre de 2025

SOBRE UNAS FOTOGRAFÍAS DE LA INFANCIA

 

José Muñoz, su hijo y la niña desconocida

Las fotografías son momentos del pasado –se dice instantánea- guardado, congelado, es como fijar el tiempo. Son un documento que nos muestra el ayer personal o paisajístico. De las publicadas, una es, aproximadamente, del año 1948, por el tamaño del niño pequeño, que podía tener un año y poco, José Muñoz padre del niño pequeño, figura agachado y la niña rubia al lado. El lugar, la azotea de la casa de vecinos núm. 4 de la calle Medina y Corella. En la esquina superior se ve la pared de lo que fue primero el Hospital de San Sebastian, luego la inclusa, formando parte de Maternidad, o de San Jacinto, como le llamábamos en el argot del barrio de la Judería, luego fue Palacio de Congresos y Oficina de Turismo de la Junta de Andalucía, y hoy sólo lo primero, Palacio de Congresos remodelado. 

Subidos en el pez del Triunfo

La azotea estaba en el patio más profundo de la casa, que hoy no existe, ahora forma parte de un tablao flamenco. José Muñoz cuando se refería a esta foto hablaba de la calidad del objetivo de su Kodak Box, porque en ella se visualizaban muy bien los tendederos. No tiene nada que ver el original con la calidad de la reproducción que, aunque se ven también los tendederos, es malísima por las veces reproducida y las pérdidas ocasionadas por ello en el formato JEPG. Las otras cuatro fotografías, cálculo son de dos años después, agosto de 1950. Están subidos, el niño y la niña rubia, en el pez del jardín del Triunfo de San Rafael de la Puerta del Puente, fuente que siempre he conocido siempre seca. Con la pared del Palacio Episcopal a la izquierda, y al fondo la esquina suroeste de la Mezquita, detrás del monumento del francés Miguel de Verdiguier, realizado a finales del siglo XVIII. Otra de las fotografías en las que está la niña, es en la calle Torrijos, delante del Palacio Episcopal y el Triunfo al fondo, con una señora y otro niño pequeño, que tampoco sé quiénes serán. Y la de la baranda del Arco del Puente de la misma fecha por las ropas, y subidos en las barquillas de la feria de agosto de la Judería.

En la calle Torrijos

Lo más llamativo es que esa niña, que José Muñoz la llamó en cierta ocasión que recuerdo, “la niña del Guardia”, porque su padre era Guardia de Asalto, anterior a Policía Armada y actual Policía Nacional, ella está casi siempre en las fotos del niño pequeño. Antes las fotos valían dinero, el formato de la cámara Kodak, era de 6x9. No todo el mundo se podía permitir ese gasto, y no todo el mundo tenía en esas fechas una cámara fotográfica. Mi hermana Loli, se queja que cuando ella nació, en 1952, no tenía fotos de niña, es posible, aunque no lo creo así del todo, lo que pasa es que mi padre me dejaba la cámara para jugar y ya la había desarmado yo varias veces para verla por dentro y estropeado. Dejando atrás las reseñas históricas, las vecinales y las técnicas fotográficas, lo que me llama la atención no saber quién era esa niña, hoy seguro, si vive tendría ochenta y muy pocos años. Que seguro era vecina de la casa de Medina y Corella 4, no hay duda, pero no sabemos nada más, seguro si ella se ve se conoce, contando que esté por aquí todavía. Es el problema de no escribir detrás de las fotos de papel y en el título o propiedades de las digitales.

En la baranda de la Puerta del Puente

El niño, que soy yo, como creo habrá sido intuido por los selectos lectores, tiene una gran curiosidad por conocer la identidad de esa niña misteriosa, y regalarle una copia de sus fotografías que, seguro no tendrá. La casualidad se puede dar. En otra ocasión, en este mismo blog, hablamos de otra niña que veraneaba con su familia que eran los vecinos del cine de verano Goya, con puerta por el Caño Quebrado, que se llamaba Loli, y era el vivo retrato de Beatriz Fontana la casta –como no podía ser de otra manera en ese tiempo-, novia de Diego Valor, el Piloto del Espacio, de los tebeos de entonces. Muy guapa por cierto y de la que estábamos todos enamorados. Pues bien, en la entrada que hice una reseña sobre esta publicación, salió un lector diciendo en un comentario que Loli vivía en Córdoba actualmente, que era amiga de su madre y que se lo iba a decir para poder vernos. Luego en otro comentario dice que le envió la entrada a Loli y le gustó mucho, pero a pesar de haberla invitado a hacer un comentario no lo ha hecho. Lo cierto es que, esta señora (Loli), seguirá en nuestra memoria con la imagen de aquella niña guapa –y decir que, “quien tuvo seguro retuvo y guardó para la vejez”- de principios de los cincuenta del siglo XX. Y a lo mejor así es más positivo, nunca se sabe. 

Subidos en las barquillas de la feria de la Judería

También en esa misma casa de vecinos de Medina y Corella, 4, vivían dos compañeras de juegos; Julia y Victoria gitanas, aunque creo que Victoria, la madre, era paya, y el padre Antón gitano –y al ser el padre gitano los hijos son gitanos, distinto es al revés si el padre es payo, los hijos son mestizos-. Ya lamentablemente fallecidos. Mi preferida era Victoria. Yo era un gitano más en esa casa en la que jugaba muchas veces. Mi madre en ocasiones me decía que no entrara en su casa, porque había epidemia de tosferina, y seguro que Julia o Victoria habían tosido. A mí me daba igual, no me contagié. Por otro lado tuve el sarampión, y dos veces la varicela –según mi madre-, aunque lo dudo porque sólo te da una vez y ya quedas inmunizado, pero ella lo mantenía. Así que una de las dos veces seria otra patología infantil. 

Con mi prima Mari Estrella en Pinos Puente

En realidad no tengo tantas fotos de niño, un par de ellas en Cádiz, en la playa, una en el cochecito de madera, otra con mi prima Mari Estrella, en Pinos Puente en la puerta de la tahona del abuelo, por la Gran Vía granadina con una enlutada madre por el abuelo Rafael, y unas pocas más. Se me olvidaban dos, una con un abrigo polar y otra con el mismo abrigo en el puesto de jeringos de mi tía Rafaela, en la Plazuela de las Gaseosas (Plaza Ángel de Torres), el resto son familiares en las que ya estamos los cuatro, mis padres, mi hermana y yo. La realidad es que hay que lamentarse por no haber preguntado en su día a los adultos, quién es quién, y que resolvieran las dudas surgidas de otras cuestiones. Una niña rubia que forma parte de mi pasado fotográfico que no sabemos quién es. Así que para terminar, lo mejor es preguntar todo y escribir detrás de las fotografías de papel quienes están en ellas y sobre todo las fechas. Y en las digitales en el pie o en las propiedades. 

La Kodak 620 de Box

Fotografías de José Muñoz 
Bibliografía de la memoria


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