sábado, 17 de julio de 2021

QUIEN MÁS SABIA PARA MÍ ERA MI PADRE

Playa de Cádiz verano de1948

La mayoría de mis recuerdos de la niñez están indisolublemente unidos a la figura de mi padre. Él me enseñó a leer y a escribir, hasta el extremo de copiar parte de su caligrafía, y a hacer cuentas, que es como le llamábamos a las matemáticas. Como consecuencia de este avanzado estudio, sonaba muy raro que un niño con tres años, pudiera leer en un periódico. Fueron muchas veces en las que mi padre o alguno de sus amigos me hicieron leer en la taberna de al lado de casa, delante de los parroquianos. A mí me resultaba bastante molesto, recuerdo vagamente que siempre era una esquela mortuoria, lectura obligada de los lectores del periódico, la que tenía que leer yo. 

Historieta de la Familia Ulises de TBO

La familia Ulises

Portada TBO dedicado a la familia Ulises

Las esquelas mortuorias y los crímenes de El Caso eran lo más leído de la prensa escrita. Como mi padre me había enseñado a pronunciar las ‘bes’ y las ‘uves’, e incluso las ‘des’ de final de palabra, como Madrid y Valladolid, y como es lógico las ‘eses’, hacía que la pronunciación de ese niño fuese casi castellana. También me decían que dijese un anuncio de la radio, y yo tenía que decir: “Para la tos, Tosiletas”, unas pastillas famosas en ese tiempo, o pronunciar algunas palabras que la gente pronunciaba como querían. Si sabes leer, escribir y las cuatro reglas ya no necesitaras nada más en la vida. Y ya vemos que no. 

José Muñoz, Cabo Infantería de Marina 1939

Cosa curiosa mi madre no sabía leer bien, quizás con el tiempo fue aprendiendo pero no dominaba esas artes. Ahora no se la podía engañar con las cuentas de ninguna de las maneras. Pero la afición a la lectura y a muchas cosas procedía que mi padre siempre traía a casa el TBO. Yo se lo leía siempre a mi madre, y dentro del TBO y sus personajes la Familia Ulises eran un motivo muy peculiar. D. Ulises, Doña Sinforosa, su madre Doña Filomena, Lolín la hija mayor, Merceditas y Policarpito los pequeños. Había también un viejo D. Paco, que lo tenían como pretendiente de Lolín, al estilo del que le buscaron a Loli, la protagonista de “Novio a la Vista” de Berlanga, que le hizo olvidar a su amor del verano, cuando el vaho de los cristales que anunciaba el invierno hacía desvanecerse el nombre de la amada, que pensaba en otras cosas. 

Por la calle Gondomar 1950 y como mira el niño a su padre

Mi padre futbolista en el Castro del Río

El perro se llamaba Tresky, hubo otro que se llamó Kuki, pero por error se lo comieron en una historieta. El TBO, como digo fue el primer elemento de lectura en mi casa, teníamos toda la colección y al final, como ocurre siempre, mi madre la vendió por papel cuando no cogia en la casa. Luego nos enteramos que se cotizaba muy bien, pero ya estaba vendida. A mi me da coraje que ahora le llamen a los tebeos comic, para mí y siempre que tenga que nombrarlos serán tebeos. Las letras TBO no tenían ningún significado especial, Alberto Viña declaró que era la forma original de escribir la frase “te veo”, anagrama que leído fonéticamente decía lo mismo. De esas letras luego se llamaron a las otras revistas de dibujos tebeos. Como la Turmix o la Laster posteriores. Volviendo a la familia Ulises, vivían en Barcelona, y veraneaban en San Agapito del Rabanal. Buigas y Viña fueron sus guionistas, y al final Carlos Bech. El dibujante Benejan al que después cogió el relevo José María Blanco. Esto de los relevos ocurría por cuestiones lógicas de la vida. 

1992 como sigue mirando el niño a su padre

Luego de mayor me di cuenta que quien más sabía para mí, mi padre, estaba limitado, ya no sabía de cosas actuales, que conocía yo. Pero sin embargo a mí me había enseñado lo esencial, y sobre todo la afición por aprender cosas, por ser aprendiz de todo y maestro de nada, y transmitirme el placer de leer todo lo leíble y amar el cine. Hoy lo hago menos o leo otras cosas. Pero el TBO, el Cachorro, otras lecturas de ciencia ficción, o luego Julio Verne, los clásicos griegos, los rusos, y otros autores llegaron y se quedaron. El otro día hablando con mi nieto Alejandro, que tiene 12 años, me di cuenta que sabe de informática que se sale, me hablaba como si yo estuviera a su altura y no era así, no estoy, y sabe leer inglés y hablarlo muy bien, es lo mismo que a mí me pasó con mi padre, las nuevas generaciones saben más que las viejas siempre, claro con la edad de mi nieto ya llevaba yo tres años trabajando.

Fotografías de Internet, fotografo Ayuntamiento y familiares
Bibliografía de Wikipedia

2 comentarios :

Rafael Arjona dijo...

Jo, Paco, tu entrada me ha emocionado no poco. Yo no sé si tú te das cuenta, pero escribes cada vez mejor, no creo que el decírtelo lo tomes como petulancia por mi parte, es mera constatación, y también admiración. Pero la emoción es por lol que cuentas. A mí mi padre también me enseñó a leer y yo no a los tres, pero sí a los cuatro años leía el periódico con soltura, no me enteraba de casi nada, como es lógico, pero lo leía. Y ya está. A partir de ahí... más que el vacío paterno una presencia insufrible. Mi padre leía mucho, pero novelas del oeste, que fueron las primeras que yo empecé a leer también. Mi madre, en cambio, que era analfabeta (había tenido una infancia terrible), la enseñé a leer y a escribir yo, no quería que yo leyera, porque pensaba que la lectura era lo que traía a mal traer a mi padre, así es que en mi casa no entraba un sólo libro, aparte de los escolares, eso sí, y no te cuento ya tebeos (a mí también me da rabia lo de comic). Aquella prohibición, que se extendía a la de tener amigos, no hizo más que exacerbar mi afición a leer. Me compré un par de novelas de aquellas de las de mi padre y a medida que las leía, las cambiaba en aquellos establecimientos que había entonces y que tú recordarás. Allí mismo, con el poquísimo dinero que reunía me leía los tebeos que podía, me encantaba El cachorro, además, claro está, que el TBO. las novelas las tenía escondidas en mi casa y a escondidas las leía. En fin, que yo aprendí mucho también de mi padre, pero para hacer lo contrario de lo que hacía él. Y casi lo mismo de mi madre.

Paco Muñoz dijo...

Rafael muchas gracias. Yo coincido en muchas cosas contigo, que te he leído entre líneas, y algunas las he considerado muy valientes. Claro que me acuerdo de las novelas, también he leído algunas pero la realidad es que el esquema era el mismo en todos igual que en las de amores. Me da la impresión que Corín Tellado o Marcial Lafuente Estefanía tenía una matriz y cambiaban los nombres nada más. Karl May era más serio en sus novelas del oeste y extremo oriente. Allí cerca de tu casa estaba la tienda de la calle el Toril con los, un poco idos hermanos, y la de la esquina de Almagra, al lado de la confitería California. Nosotros teníamos un carrillo en la calle Conde y Luque esquina a la calleja de los Ángeles, Castro se llamaba el dueño, que siempre estaba vendado por caídas, al darle ataques epilépticos. Me resulta llamativa la fobia a la lectura que citas por considerar que ella era la causante de problemas. Ahora lo es a los móviles u ordenadores. Pero en el fondo es lo mismo. Muchas gracias nuevamente por tu comentario, espero que ya estés recuperado de lo de las cataratas, no te he preguntado. Un abrazo para los dos.