lunes, 28 de septiembre de 2020

MIGUEL MARÍA DE ARJONA Y CUBAS

Cuadro de Manuel María de arjona y Cubas

Tengo la suerte de tener una voluminosa biblioteca, que hace mucho tiempo no consulto, Internet ha cambiado mucho en los hábitos normales de la gente. La comodidad de la consulta en facilidad y funcionalidad, hacen que la consulta de libros haya quedado un poco en desuso, es verdad que el olor del papel y las tintas ejercían una cierta adicción. Hoy recordaba tener en algún rincón el “Informe Hite”, de la autora Shere Hite, estudio sobre la sexualidad femenina, que leí cuando aún “las nieves del tiempo (no) platearon mi cien” como en el Volver de Gardel. Pero he aquí que al sacar el libro, se vino también “Los 100 mejores poetas de la lírica castellana” de Rafael Morales. Me acordé de otro amigo de igual nombre y apellido, historiador, extraordinario fotógrafo y mejor comunista. Pero todo ellos son pensamientos asociados a las cosas cotidianas que nos pasan en un momento. Se abrió el libro de los 100 poetas y mira por donde lo hizo por la página 414 que estaba dedicada a Manuel María Arjona, este poeta sevillano de Osuna, que fue quien fomentó la creación de la “Real Academia de Córdoba, de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes” y su primer director, era canónigo penitenciario del Cabildo cordobés y un hombre que sufrió cárcel por afrancesado. 

Retrato de M.M. de Arjona (de Asencio-Rojas BNE)

Manuel María Arjona
Nació en Osuna (Sevilla) en 1771. Estudió Filosofía y Derecho civil y canónico en Osuna y Sevilla. Fundó algunas academias literarias, entre ellas la llamada del Sil¿, de su ciudad natal, y otra en Sevilla, con Blanco, Lista, Reinoso, etc. Consagrado a la carrera eclesiástica, en 1797 era doctoral de la Real Capilla de San Fernando, y en 1801 obtuvo por oposición la plaza de canónigo penitenciario de la catedral de Córdoba. En 1808 se hallaba en Madrid, donde le sorprendió la invasión napoleónica; intentó ponerse a salvo y marchó a Córdoba, pero ya en tierras andaluzas, las tropas de Dupont se apoderaron de él y terminó por contemporizar con los invasores, lo que le ocasionó algunas represalias entre 1812 y 1814, año este último en que, terminada la guerra, fue encarcelado, y tuvo que justificar su actitud fluctuante por medio de la publicación de un manifiesto. Ya rehabilitado, regresó a Madrid a finales de 1818, pero el ministro de Gracia y Justicia le desterró a Córdoba y luego a Sevilla, ciudad en que se hallaba al jurarse la Constitución de 1820, año en que murió en Madrid, al que había regresado poco tiempo antes.

Arjona tuvo una profunda formación humanística y cultivó la poesía didáctica y filosófica, así como la bucólica al modo de Meléndez Valdés. Prevalecen en su poesía los motivos paganos, aunque no le falten composiciones religiosas. Alguna vez se aproxima a las odas al modo de Herrera, como en su poema A la decadencia de la gloria de Sevilla, y a las de Quintana, por ejemplo, en España restaurada en Cádiz. Predominan en su obra poética la falta de emoción humana, un tono intelectual y cierta grandilocuencia, pero no está carente de un cuidado rigor formal en cuanto al aspecto expresivo. Inventó algunas estructuras estróficas, como, por ejemplo, la de su poema La diosa del bosque, que, es a nuestro juicio, el mejor que nos ha legado, y en el que podemos hallar algún leve indicio de carácter romántico.

EL AUTOR A SÍ MISMO

Cansada nunca de tu vano intento, 
corres, barquilla, el piélago espumoso, 
y tu piloto sufre, temeroso,
del Aquilón el ímpetu violento.

Neptuno te presenta, fraudulento, 
mansas las iras de su reino endoso, 
¡cuitada! porque dejes tu reposo,
y luego llores del instable viento.

Al mar no vuelvas, mísera barquilla;
acógete, por fin, escarmentada,
al ocio dulce de la quieta orilla.

Que si a nave real, de horror cargada, 
Neptuno la orgullosa frente humilla, 
¡ay!, tú serás por burla destrozada.


LA DIOSA DEL BOSQUE
i0h, si bajo estos árboles frondosos 
se mostrase la célica hermosura
que vi algún día en inmortal dulzura 
este bosque bañar!

Del cielo tu benéfico descenso 
sin duda ha sido, lúcida belleza;
deja, pues, diosa, que mi ingrato incienso 
arda sobre tu altar.

Que no es amor mi tímido alborozo, 
y me acobarda el rígido escarmiento, 
que, ¡oh, Piritoo!, condenó su intento 
y tu intento, Ixión.

Lejos de mí sacrílega osadía; 
bástame que con plácido semblante 
aceptes, diosa, a mis anhelos pía, 
mi ardiente adoración.

Mi adoración y el cántico de gloria 
que de mí el Pindo atónito ya espera; 
baja tú a oírme de la sacra esfera, 
¡oh, radiante deidad!

Y tu mirar más nítido y suave 
he de cantar que fúlgido lucero;
y el limpio encanto que infundirle sabe
tu dulce majestad.

De pureza jactándose Natura,
te ha formado del cándido rocío
que sobre el nardo al apuntar de estío 
la aurora derramó.

Y excelsamente lánguida retrata 
el rosicler pacífico de Mayo
tu alma; Favonio su frescura grata, 
a tu hablar trasladó.

¡Oh, imagen perfectísima del orden 
que liga en lazos fáciles el mundo, 
sólo en los brazos de la paz fecundo, 
sólo amable en la paz!

En vano con espléndido aparato 
finge el arte solícito grandezas;
Natura vence con sencillo ornato 
tan altivo disfraz.

Monarcas que los pérsicos tesoros 
ostentáis con magnífica porfía, 
copiad el brillo de un sereno día 
sobre el azul del mar.

O copie estudio de émula hermosura 
de mi deidad el mágico descuido; 
antes veremos la estrellada altura 
los hombres escalar.

Tú, mi verso, en magnánimo ardimiento 
ya las alas del céfiro recibe,
y al pecho ilustre en que tu numen vive 
vuela, vuela, veloz.

Y en los erguidos álamos ufana
pende siempre esta citara, aunque nueva; 
que ya a sus ecos hermosura humana 
no ha de ensalzar mi voz.”

Fotografía De Asensio-Rojas-.Biblioteca Nacional de España – 
Bibliografía citada.

2 comentarios :

José A. García dijo...

Dirán lo que quieran decir, que la modernidad, que la facilidad, que esto, que aquello. Pero no hay nada como llegar a la información buscada a partir de un libro, de un archivo, de ese aroma entre el papel, la tinta y el polvo de los años. Una vez que aprendes eso ya no te lo quita nadie.

Saludos,

J.

Paco Muñoz dijo...

José A. Es un planteamiento entre romántico y nostálgico lo que dices, y es muy respetable, pero te cuento, yo soy quizás más antiguo (de edad que tú, no tengo referencias pero me parece) coleccioné el famoso Monitor que aún tengo, tengo el espasa, y otras enciclopedias más para consulta, y con el teléfono la haces y en segundos tienes las respuesta, de la R.A.E. si la pides o de cualquier tema que necesites. Mover un volumen del famoso Monitor necesitas además capacidad física, que tampoco tengo. Eso sin contar con el gar de ubicación de los volúmenes (Yo los tengo en un huego de un murete del balcón. Un saludo.