jueves, 23 de noviembre de 2023

NUEVOS PASEOS POR CÁDIZ

Cádiz desde el aire (Turismo de Cádiz)

Hace unos días hemos estado otra semana en Cádiz, entre controles médicos. Siempre encontramos cosas nuevas que ver y admirar, no todo van a ser las tortillas de camarones y otros congéneres mayores. Hemos visto el Museo de los Títeres, el del Carnaval, el de Las Cortes (el Litográfico estaba cerrado), las Catacumbas del Beaterio, los yacimientos arqueológicos fenicios del Teatro de los Títeres, siglo IX a.C., del antiguo Teatro Cómico al construir el Teatro de Títeres “La Tía Norica”, así como la factoría romana de Salazones, que estuvo vigente hasta el siglo IV d.C. a orillas del antiguo canal Bahía-Caleta que partía la actual ciudad en dos, y que se descubrió en el antiguo Teatro cine Andalucía en 1995. Seguimos sin dar dinero al clero en la visita a la Catedral o el Oratorio de San Felipe Neri.

El antiguo vaporcito Adriano

Una fugaz visita al Puerto de Santa María en autobús, para volver en el catamarán que sustituyó al antiguo vaporcito que cruzaba la bahía desde el tiempo de los romanos. Que organizó la desembocadura del Guadalete, “urbanizando” su delta entre la Ensenada del Aculadero y la hermosa Playa de Valdelagrana. Sus dos escolleras te acompañan a la salida a la bahía, la de Poniente de 1,6 km. y la de Levante de 1,05 km. junto con el Muelle Exterior. Al frente majestuoso el Puente Nuevo, de la Constitución, cuyas torres se ven desde cualquier sitio. También las torres eléctricas, dos altas “tes”, que son consideradas las más altas del mundo, 150 m., forman parte del complejo “sky line” de la ciudad. Luego hablando de alturas está el "Pirulí" de Telefónica, la Torre Tavira, en la mayor altura de la ciudad, o las de la Catedral.

Torre eléctrica en construcción 1958

"Quien no ha visto toros en el Puerto, no ha visto toros ni ha vista ná"

Nos ha hecho un tiempo primaveral, con gente bañándose en la Caleta, mangas cortas y mañanas fresquitas. Solamente el día 20 se movió el Atlántico que parecía querer saltar el paseo de Fernando Quiñones, que guarda el ilustre escritor a la entrada, y que acaba en el Castillo de San Sebastián, paseo que estaba lleno de personal variopinto para ver el rápido atardecer, y que una ola imprevista por unas chicas, las empapó totalmente, con riesgo de haberlas tragado al mar. Estaban sentadas en unas rocas y sin avisar el Atlántico las puso como una sopa, saladas pero como una sopa. Yo buscaba el Rayo Verde de Julio Verne pero no lo vi. Veremos si soy capaz de reseñar los distintos lugares. 

Fotografías de diversos autores
Bibliografía personal.

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