domingo, 4 de septiembre de 2022

SUPUESTA ELABORACIÓN DEL CIRIO PASCUAL EN EL SÓTANO DE UNA CASA DEL BARRIO DE LA JUDERÍA.

 
Detalle de la casa (Foto de mi amigo Juan)

Antes de existir los medios digitales y sociales (que de sociales poco), existían las tradiciones orales en las familias, si alguna tenía aparato de radio era la reunión de la casa cuando se encendía, y cuando se apagaba era como no tenerla por si pasaba el inspector que las buscaba para cobrar el impuesto reglamentario, que por cierto duró poco. También se escuchaba bajito cuando se sintonizaba en la banda de onda corta “Radio España Independiente, estación pirenaica” (lo de los pirineos era para dar sensación de estar en la frontera, pero estaba la estación en Rumanía), para enterarnos de que los trabajadores demócratas seguían con su lucha contra la dictadura fascista. 

Distintos cirios pascuales (Foto Internet)

Por eso en casa por los comentarios, posiblemente algunos exagerados y por ende deformados, conseguimos enterarnos de que a la abuela Antonia la pintó Julio Romero, en sus visitas a Cabriñana, hoy granja escuela muy floreciente, y este hecho fue corroborado con la presencia del cuadro “Las Aceituneras” durante dos años en el Museo del pintor. Por la prensa y el escritor Eugenio Noel (el que tenía en la taberna de Rafalito “La Mezquita” un barrilito de vino con su nombre "Fino Noel") nos enteramos del cante por el estilo antiguo del abuelo Rafael, en el colmao de Casa Camilo en la calle Morería. O de las correrías taurinas del abuelo Antonio Muñoz Peña “Peñita” en Graná.

La esquina de la casa y la calleja, el de la bata mi tío Fernando y la pequeña mi hermana Loli hace 68 años.

La iglesia era un poder, bueno lo ha sido siempre desde que Constantino, a cambio seguramente de hacer Santa a su “santa madre”, Santa Helena de la Cruz los legalizó. Y desde entonces ha impregnado con el olor a incienso todo, porque lo de la mirra hasta el buenazo y putativo de San José decía en el anuncio ¿Qué para qué? Y aquí otra leyenda oral de la familia. La casa de la familia (era de alquiler y debí decir donde vivía la familia), tenía la barbería el abuelo y mi tío Fernando, también un sótano, era de la misma superficie que las tres plantas superiores y la baja. Con la diferencia que la planta baja estaba dividida por el despacho de Pan, del Horno de Enrique Fernández de la calle Tejón y Marín, que era el propietario de la casa (en el derecho de retracto la pudimos comprar por el equivalente de 1.796 euros o aproximadamente 300.000 pesetas del año 70 del siglo XX, pero eso era una fortuna), y la barbería que era la entrada, bajada al sótano y subida a los dos pisos superiores de tres habitaciones cada uno, y a la cocina cubierta y la pequeña azotea.

Lola Carreras, mi madre, en su balcón enrejado.

La abuela Antonia cuando estaba en sus trece -pues perdió la cabeza al final-, era la que contaba con mucha parsimonia, corroborado por su hija, mi madre, que en el sótano en un tiempo anterior se fabricó lo que en la liturgia católica se llamaba el cirio pascual, dándole ellos a esa fabricación unos visos como sagrados al contarlo. Esta vela que ha se ser mayor que las demás que existan en el templo, se bendice y se enciende en la vigilia Pascual, noche del Sábado Santo. Su luz simboliza a Cristo resucitado. Debe ser elaborado con cera de abejas, o cuando menos contener un alto porcentaje de ella en su elaboración. La ceremonia de encendido es a su vez la de renovación del cirio anterior. Suele además esta vela especial, tener pintada una cruz y otros símbolos. Algunos atribuyen el origen de esta costumbre o rito a las columnas de cera que Constantino mandaba encender en la Pascua.

Perspectiva del sótano desde la calle

Nada más entrar en la barbería, a la izquierda estaban los dos sillones con sus espejos reglamentarios, a la derecha las sillas de espera de la clientela, y un lavabo. Frente un arco con una persiana de cuentas de madera. Un rellano con una puerta al frente y la escalera de subida a la derecha. Escalera con escalones de ladrillo rojo y borde de madera. La citada puerta frontal era la que por medio de un par de tramos nos llevaba al sótano, pasando antes por una ventana que daba a la calleja sin salida, hoy entrada del restaurante el Caballo Rojo. Una habitación igual que la superior, con un ventanuco en el techo con reja y tela metálica a ras de calle, que dejaba ver el grueso  muro que era de más de medio metro.

Boceto de la primera planta

En el centro de la habitación había un arco inclinado que la separaba de la siguiente, y que soportaba el tubo desagüe de la casa, pluvial y fecal. Agachándose para pasar al otro lado, a la izquierda había otra habitación con ventanuco como el anterior. A la derecha una puerta que dejaba ver la tercera estancia, esta sin luz exterior, solo la que le entraba del ventanuco de la calle y la eléctrica, pero está era moderna ya que la puso mi padre. Allí era dónde decía la abuela Antonia que se elaboraban los después sagrados cirios pascuales. Tenía un poyo tipo cocina con dos agujeros superiores y dos frontales. No he podido corroborar documentalmente esta trasmisión oral de la familia, pero nada de extraño tiene que en el archivo del Cabildo (si esto es cierto) deberá haber alguna dato o factura sobre el producto elaborado. Quede aquí la curiosidad de lo que se supone se fabricaba en el sótano de la que fue, nuestra casa de la Mezquita, Cardenal Herrero 32. Hoy el sótano no tiene ventanucos a la calle e ignoro si se utilizará para algo, me imagino que se si se usa será para almacén. 

Fotografías y dibujos del autor, de Juan e Internet
Bibliografía de la memoria y Wikipedia.

4 comentarios :

José A. García dijo...

Interesante historia, de la época en la que la iglesia católica apostólica romana tenía un poco más de poder que el actual, que vamos, tampoco ha perdido tanto como lo parece (aún).

Saludos,
J.

Paco Muñoz dijo...

Muchas gracias Jose A. pero no han perdido nada, antes quemaban a la gente ahora siguen abusando de niños/as y el poder mediático, los altavoces son infinitos, y el económico para que decir. Saludos.

car res dijo...

Que historia más bonita, Paco, si es verdad se debería conocer,el cirio Pascual es muy importante en el catolicismo, es grande y con decoración.
Una religión, no entra por el capricho de una madre, es algo que cuesta
su tiempo y depende de muchos factores, políticos, económicos y más cuando se da un vuelco total a las creencias anteriores paganas y se instituye como oficial.
Saludos.

Paco Muñoz dijo...

Carlos muchas gracias. Son esas historias que te contaba tu madre y que a la vista de lo del cuadro de Julio Romero en la que está la abuela, esta también de la misma procedencia pudiera ser también verdad. Es dificil averiguar salvo que haya cualquier documento en cualquier archivo. Un fuerte abrazo amigo.