sábado, 11 de noviembre de 2017

CENOTAFIO DE QUITAPESARES (II)

Texto

"¡Lejos de aquí! no turbe ajena planta
el sagrado lugar de mi memoria;
la cruz que aquí mi corazón levanta
recuerda de mi amor la triste historia.
Ella es de su hijo y de su madre santa
lazo entre el mundo y la celeste gloria.
¡Apartaos, respetad mis desvaríos,
los secretos de aquí son sólo míos!"


Columna con la cruz

Hace un tiempo tuve la oportunidad de conocer algo sobre la Huerta Quitapesares, lugar de la sierra cordobesa de romántico nombre, y de la que hoy sólo quedan vestigios que lamentablemente pronto desaparecerán. Recibí información de personas que había vivido en la huerta, por ser familia de los herederos, o familiares de trabajadores de ella.

Lugar dónde estaba la lápida del texto

Lo que llamo vestigios de la Huerta son: una especie de cenotafio, que los planos militares lo llamaban panteón, aunque no contiene ningún cuerpo enterrado. Más bien el pesar y el triste recuerdo puede que de un amor aderezado de desengaño, pues no cabe si no, enterrarlo. y un pétreo asiento que lo fue, pero ahora es un trozo de piedra que las máquinas de nuestro tiempo destrozaron, las que acompañan siempre a la especulación del ladrillo.

Portada del cenotafio

Los propietarios en la época del supuesto desengaño amoroso, eran la familia García Lovera. D. Fausto García de Tena, heredero de una estirpe de impresores, casó con Doña Francisca de Paula Lovera, y tuvieron cuatro hijos; Fausto, Ignacio, Rafael y Manuel. A la muerte del patriarca D. Fausto García de Tena, le sucedieron su hijos, los cuales Fausto, Ignacio fueron solteros, sólo contrajeron matrimonio Rafael con Doña Constanza Vázquez Puch, de Lucena, que era 44 años más joven que su marido. Vivieron en Pompeyos 1. Y Manuel, con Doña Araceli Osuna Pineda. 

La finca

Ignacio falleció en 1882; Fausto en 1883; Rafael en 1913, hay un aspecto llamativo de que no figura en casi ningún sitio su esposa Constanza,  Manuel fallece en 1917. A la muerte de este fue heredera de la huerta Quitapesares, su esposa Doña Araceli Osuna Pineda. Dos hermanos de ésta José Osuna Pineda y Rafael Osuna Pineda  trabajaron también en el Diario Córdoba. Creo que la hija de uno de ellos Pilar Osuna, sobrina por tanto de Doña Araceli, fue la heredera universal de Quitapesares. Ella se casó con Rafael Varo.

La guapísima heredera Pilar y su esposo Rafael

De una nieta de Pilar, casada con un íntimo amigo y colega de la radio, me ha llegado un texto que suponemos es lo que estaba escrito en la lápida de la columna que soporta la cruz en el cenotafio. "La cruz que aquí mi corazón levanta, recuerde de mi amor la triste historia.", en la estrofa encierra esa historia de desengaño amoroso. Aunque deja la duda otra: "Ella es de su hijo y de su madre santa, lazo entre el mundo y la celeste gloria.", que hace pensar también en un amor filial. Pero sospechando que el autor del verso fue Rafael y estimando la enorme diferencia de edad con su esposa Constanza, y observar que no figura en ningún texto familiar, hay para novelar el hecho.

La abuela Pilar ya de mayor

Estimo por lo tanto que el desengañado sería Rafael, a pesar de que el más poético fuese Ignacio, aunque lo eran todos hermanos, Fausto fue anterior y solo nos queda Rafael. Manuel fue el heredero. La realidad es que no conocemos el nombre ni el fruto de ese amor aparentemente no correspondido. Aunque todas las dudas quedan encerradas en la siguiente estrofa "¡Respetad mis desvaríos, los secretos de aquí son sólo míos!".

Manuel García Lovera último de los hermanos

"QUITAPESARES

Desde esta privilegiada quinta de la Sierra de Córdoba, creada entre olivos, rosales, naranjos, jazmines y adelfas, por aquel inolvidable prócer de la intelectualidad cordobesa D. Ignacio García Lovera, que, al calor de su clara inteligencia y grandeza de alma, lo fue todo en esta provincia, descubro un hermoso panorama, centrado por la ciudad de los Califas, cuna de tantos ilustres varones como San Eulogio, Séneca, Lucano, Osio, Averroes, el Gran Capitán, Góngora, Pablo de Céspedes, el Duque de Rivas, y Julio Romero. El romántico Guadalquivir serpentea reacio por la llanura antes de rendir homenaje al histórico puente romano, encabezado por el castillo de la Carraola y por la puerta herreriana, a medio restaurar, avanzada de la Mezquita. A lo largo descubro Espejo, Carpio y Bujalance. 

Fachada principal de la huerta

Más allá, como sirviendo de fondo a esta prodigiosa decoración, alzan sus elevadas cimas las sierras de Cabra, Priego y Granada. Por encima de mí admiro las austeras ermitas, que tanto misterio encierran, y la Huerta de los Arcos, espléndida mansión, que fue en otro tiempo de Vega de Armijo. Muy lejano, entre brumas muestra sus ahumados muros el castillo mudéjar de Almodóvar, verdadera llave de la antigua Bética. Todo este conjunto de encantadoras posesiones y otras muchas más, salpicadas caprichosamente, forman esa sierra perfumada, orgullo de Andalucía, de la que soy huésped muy a mi sabor..."
(Artículo de ABC de Sevilla del 5 de julio de 1933, Pág. 3, autor MENIPO)

Fotografías de la familia Varo, otras de la red
Mi agradecimiento a Sierra por facilitarme el texto 
Bibliografía de la red y hemeroteca de ABC

4 comentarios :

Emilio F. dijo...

Enhorabuena Paco, se que llevabas tiempo detrás de este texto en lápida, veo que tiene un mensaje triste y melancólico, seguro que la historia que tiene detrás es digna de una película , la verdad que jamás hubiera pensado que algo así se escondía entre la maleza de la falda de nuestra sierra, un privilegio que nos a quedado quien sabe porque motivo, ya que pudieran haberlo derribado al igual que la hacienda de Quitpesares,quien sabe los motivos que llevarían los responsables a no hacerlo, desde luego es un lugar muy peculiar y digno alguna vez de visitarlo ,y ahora que sabemos la auténtica historia que hay detrás aun más, gracias por compartirlo y gracias por un dia habermelo enseñado, un saludo.

Paco Muñoz dijo...

Muchas gracias Emilio, es verdad he tenido suerte con la señora que me lo ha facilitado, e incluso me ha dicho que cree haber visto un trozo de mármol de la inscripción, esperemos sea la misma. Emilio gracias a ti por haberme enseñado bastantes cosas también. Aquello se quedaría bien si un día fuésemos capaces de limpiarlo del todo, que quedara sólo la maleza de alrededor y limpio el interior del recinto. Lo malo es el tronco del arbusto que necesita de una sierra mecánica. Un abrazo compañero.

Anónimo dijo...

Estuve muchas veces en la finca, en la primera mitad de los años 70, allí vivía mi amigo Rafael Varo Atalaya

Paco Muñoz dijo...

No pones tu nombre, por lo que no me puedo dirigir a ti con el. Conozco a Rafael y es amigo de otros amigos míos. Un artista. Saludos.