sábado, 3 de agosto de 2013

CAPILLA DE SANTA TERESA O DEL CARDENAL

Puerta Principal de la Capilla, antes la llamábamos del Tesoro

Hay que reconocer, sin entrar en otros detalles que supeditarían las siguientes afirmaciones, que la magnificencia de las diferentes obras cristianas en el interior de la Mezquita de Córdoba son extraordinarias. Un simple paseo por el recinto nos dará la razón. 

Una vista general (inevitable a determinadas horas prescindir de los orientales)

Al lado del lugar sagrado de los árabes, en el muro de qibla, decide D. Pedro de Salazar y Gutiérrez de Toledo, malagueño nacido en 1630 y fallecido en 1706, obispo de Córdoba y posteriormente Cardenal, antes obispo de Salamanca, Consultor de la Inquisición,  erudito escritor y admirador y devoto de Santa teresa, crear una capilla en su honor. 

La Custodia de Enrique de Arfe y la urna de Miguel Arjona

En principio eso fue lo que pretendió pero por la importancia que estaba tomando la obra, que encargó a Hurtado Izquierdo, le hizo sopesar que podría ser un panteón para él y su familia. Ayudó al arquitecto Teodosio Sánchez de Rueda, y se terminaron las obras en 1703, cuyo dato figura en una clave de un arco. Él desgraciadamente no vio el final.

Detalle de la Custodia

Mármoles negros y rojos facilitan la entrada a la capilla por una excelente puerta de arco de medio punto, cornisa y escudo cardenalicio arriba y franqueada por dos columnas dóricas. Una vez dentro nos encontramos en una planta octogonal, barroca cubierta con una cúpula con ocho ventanales, toda ella felizmente ornamenta con elegantes yeserías barrocas.  

La cúpula barroca también con ocho ventanales

Los muros que las sostienen configuran ocho arcos de medio punto, cuyos pilares se decoran con ocho figuras de santos por este orden, en sentido contrario a las agujas del reloj:  San Ramón Nonato, San Agustín, San Francisco de Asís, San Bernardo, San Pedro Nolasco, Santo Domingo de Guzmán, San Antonio de Padua y San Francisco de Paula (este último en la mayoría de la bibliografía consultada lo denominan San Francisco de Sales, pero no hay duda es de Paula). 

Santa Teresa de Jesús joven y muy guapa

La planta está distribuida de la siguiente forma: la citada puerta de entrada, a la derecha el sepulcro del Cardenal, flanqueado por San Ramón Nonato y San Agustín, a continuación la puerta de bajada a la cripta y salón del reuniones del Cabildo, arriba de la puerta "La Asunción de María" de Teodosio Sánchez de Rueda, un lienzo de Antonio Palomino, "La aparición de San Rafael al Padre Roelas". 

El sepulcro del Cardenal Salazar

Después una Santa Teresa representada aparentemente muy juvenil, ni es la Teresa de la iconografía, y mucho menos la de la perfecta imitación de Doña Concha Velasco (esto de los actores hacen que la imagen que se nos queda de los personajes sea la suya en lugar de la real). O muchísimo menos el rostro que debía tener, cabreada, en su visita a Córdoba después de la espera sufrida para pasar al Campo de la Verdad y el miedo a que los inquisidores. descubrieran sus monjas tapadas en el carro. 

Texto en el sepulcro que sostiene una serie de leones

Concretando, que Teresa es de una muy bella factura. No es de extrañar mi criterio del amor ciego de muchos de sus seguidores, no solo por su sabiduría, contestación y reformismo. Y si a ello le añadimos -también de mi cosecha-, los consabidos éxtasis que habitualmente gozaba, porque no sufría, que bien podían asemejarse a petites mortes, más admiración aún. 

  
San Francisco de Paula (el mío), y San Antonio de Padua

Como yo tengo que estar excomulgado seguramente, aparte de en pecado mortal, por ello no tengo problema en expresar mis pensamientos sin ninguna precaución. A lo mejor ello me debiera llevar a no tener que sufrir las dificultades de apostatar, que es tan difícil como darte de baja de una compañía telefónica. 

 
Santo Domingo de Guzmán y San Pedro Nolasco

Pero como aquí lo que interesa es la magnificencia artística de la capilla de la Santa o del Cardenal, y yo tengo la debilidad de irme siempre por los cerros de Úbeda, seguiremos con el desarrollo de la misma. Nos habíamos quedado con la bella y guapa factura de la Santa reformadora del Carmelo, a cuya derecha tiene a San Pedro Nolasco, y a su izquierda a San Bernardo. 

 
San Francisco de Asís y San Bernardo

Luego otro lienzo de Palomino, "El martirio de los patronos" y la puerta de acceso al Tesoro Catedralicio (ambas puertas, esta y la de la cripta no son perpendiculares al salón principal sino oblicuas como puede verse en el plano), arriba de la cual otro lienzo, "La Purísima Concepción" también de Teodosio Sánchez de Rueda, y a continuación el cuadro de la "Rendición de Córdoba a Fernando III" de Palomino nos lleva de nuevo a la sobria puerta de entrada. 

 
San Agustín y San Ramón Nonato

En el centro del octógono, la hermosa obra de Enrique de Arfe, posiblemente la joya más valiosa de la ciudad, mejor dicho del tesoro catedralicio que es más exacto, protegida por una urna realizada por Miguel Arjona en 1991. Multitud de detalles adornan la citada custodia, muy parecida a la de Toledo. Múltiples figuras, motivos, campanitas... que, quién ha trabajado la orfebrería con un genio que fue de la misma, sabe de la dificultad que tiene la realización de tan grandiosa obra.

"Martirio de los Patronos" de Palomino

Nos queda la Cripta, que se concibió para enterramiento de los familiares del Cardenal, y ahora es sala de reuniones del Cabildo catedralicio, o por lo menos lo ha sido. Tiene una enorme mesa redonda con cúpula de yesería, decorada con lienzos de J. Pompeyo: "Aparición de la virgen a S. Fernando", "San Eulogio", "Martirio de San Zoilo" y "La Transverbación de Santa Teresa" (La mística experiencia de ser traspasado el corazón dejando una gran herida).

La entrega de Córdoba a Fernando III, de Palomino

Santa Teresa nos dejó el siguiente relato sobre el fenómeno de la Transverberación: 

"Vi a un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal... No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parece todos se abrasan... Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. 


Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. 

Doña Teresa de Cepeda

No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento... Los días que duraba esto andaba como embobada, no quisiera ver ni hablar, sino abrasarme con mi pena, que para mí era mayor gloria, que cuantas hayan tomado lo criado."

Vida de Santa Teresa, cap. XXIX

San Rafael al Padre Roelas, de Palomino

Un ángel hermoso de forma humana, con una dardo con un ascua encendida en la punta (¿?), que lo hundía y sacaba, entonces las entrañas parecía se iban con ella, que le hacía gemir, "pero tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite". Bueno que cada cual piense lo que quiera, pero el relato no puede ser más claro en cuanto a la Transverbación. Verbo, la palabra de Dios hecha carne, y la acción en el comportamiento coherente de la conciencia, y "trans" el traspasar ese estado. Creo que me estoy liando, y lo que empezó por un disfrute artístico se va por otro disfrute físico sin darse uno cuenta, por aquello de que "la jodienda...".


Sala de la Cripta (Como curiosidad está a ras de calle
a pesar de que aquí es subterránea debido al desnivel)

Obviando reflexiones personales, que no están realizadas con el ánimo de ofender la sensibilidad de nadie, sino desde la libertad de opinión, y sobre todo dejando claro el respeto que me merece esta persona, y además mujer, en un mundo contrario a ello, luchando por todo lo que creía.  Así era Doña Teresa de Cepeda y Ahumada (no puedo evitar que me suene su apellido a Guardia Civil), o Teresa de Ávila, o Santa Teresa de Jesús,  lo único cierto es lo que físicamente podemos percibir visitando la Capilla de Santa Teresa o del Cardenal, e in situ disfrutar de lo descrito modesta y posiblemente torpemente, y que no llega ni siquiera a una ínfima parte de lo allí expuesto.

                                        Plano de planta de la Web Arte en Córdoba, modificado.

                                                           Fotografías de la entrada



Fotografías del autor
Bibliografía de la Red, plano de la Web Arte en Córdoba

2 comentarios :

José Manuel Fuerte dijo...

Francamente, Paco, salvo la cúpula, el resto me parece de bastante mal gusto (para el que no hay nada escrito, como se dice) Aparte el destrozo que supuso crear este espacio, cuando entro en él me parece que lo estoy haciendo en una tienda de todo a cien. La cúpula, vuelvo a repetir, sí está conseguida, y la custodia de Enrique de Arfe me parece una preciosidad, pero al resto solo le falta tener colgado el precio. Y el sepulcro del cardenal, sinceramente, horroroso; da hasta miedo mirarlo... cuestión de gustos.

io dijo...

Hola Paco, me surge una duda al ver el plano. Creo que el lienzo en la puerta que se dirige a la cripta es el de la Asunción de María, de Juan de Pompeyo.¿Es así?
Tengo que decirte que es un placer encontrarte en cualquier rincón de la red cada vez que busco algo de Córdoba.
Un saludo, Nuria