lunes, 11 de mayo de 2015

NUEVAS MODALIDADES DE DESPEDIDA

Preciosa vista del valle del Guadalquivir

Esto pegaba más desde luego, en un mes de difuntos como es noviembre, pero da igual que sea ahora en las puertas del verano a mediados de la primavera, para contrarrestar el sentido de la muerte con la vida. Una poca de historia: Las primeras cremaciones conocidas en la historia datan del Neolítico, en el litoral mediterráneo. En Europa datan de los principios de la edad del Bronce, allá por dos milenios a.C.. En la Edad del Hierro se hizo más común.

Al fondo el Rodadero de los Lobos empieza a tener vegetación.

En Grecia como en Roma fue bastante común, y el cristianismo la reprobó y desapareció en Europa por el siglo V d.C. En la Edad Media se usó para castigo de herejes, ya sabemos la sarracinas de la Santa Inquisición.. En tiempos modernos, Segunda Gran Guerra se quemaron convictos de crímenes contra la humanidad. En la edad moderna parece que empezó a tomar cuerpo la moda en 1873 en Gran Bretaña. Los primeros crematorios se construyeron en 1878 en Alemania y en Inglaterra. Y la primera cremación oficial fue en 1886 en Inglaterra. La confesiones protestantes aceptaron la cremación bajo la premisa de que "Si Dios puede resucitar un difunto de una taza de polvo porque no va ha hacerlo también de una de ceniza"

 Placa de un compañero amigo de la sierra

La Iglesia Católica señaló estas prácticas como siniestras, y las asoció con la francmasonería. Todo ello a pesar de que no existía ningún dogma de la Iglesia que se opusiera a ello. Sería la gerontocracia, o que tenían intereses económicos en las inhumaciones. En 1966 se permitió a los sacerdotes católicos oficiar las cremaciones. Hoy en día es una práctica común al libre albedrio de los deudos, o al respeto de las últimas voluntades. 


A mi madre no la cremamos en el momento de su fallecimiento por perjuicios de mi hermana que era el cincuenta por ciento decisorio familiar. Sin embargo un año después si lo hicimos con mi padre, al que previamente habíamos consultado si le parecería adecuado en su momento. Dijo que sí y ya estaba expresada la voluntad. Antes, el culto a los antepasados era premisa familiar, control de las renovaciones en los cementerios, limpieza anual, etc. hoy en día eso es imposible, por eso la cremación es el fin de todo ese trámite y gasto periodico. Nadie de la sociedad actual se preocuparía de ese mantenimiento. 


Luego, cuando una tía política se negó a renovar la inhumación de su marido, mi tío carnal. Decidí tomar la iniciativa y cremarlo, a la vez que los restos de mi madre que habían cumplido el tiempo legal de exhumación. Ambos de una tacada, porque así me lo propusieron para reducir costos. La verdad es que es algo desagradable todo esto, a pesar de la profesionalidad del personal de la empresa municipal de cementerios que procuran por todos los medios que sea lo menos impactante para los familiares. 


Pues bien, las urnas de mi tío y mi madre, cuyas cenizas eran las mismas, según creo, las introduje en un columbario de nuestra propiedad, donde estaban, las cenizas mi padre, mi abuelo Rafael, el barbero cantaor de flamenco, mi abuela Antonia, la que pintó Julio Romero en "Las Aceituneras" y un tío abuelo materno, Antonio, que fue capataz del Hospital de Agudos. Ahí se cerró el ciclo familiar pues el columbario es de perpetuidad. Otras personas tienen la voluntad, ellas o sus descendientes, de vaciar las cenizas o enterrarlas en determinados lugares de nuestra sierra. Esa es la nueva moda.


Ya comenté haber visto algunas de estas prácticas en las minas de Las Niñas, o en la Peña del Cambrón. Del mismo modo, el otro día al subir a las Ermitas observé en un saliente rocoso cerca del mirador del aparcamiento, una serie de plaquitas pegadas en la roca, recordatorias del hecho concreto de vaciado o enterrado de cenizas. Lo cierto es que el lugar no puede ser más bucólico, mirando a la Cuesta del Reventón, y al Rodadero de los Lobos, y Piquín, sin olvidar el Castillo de la Albaida y como no, el valle del Guadalquivir. Evidentemente para los vivos que ejecutan la voluntad, pues el finado cremado nada puede sentir, sí por el contrario cuando lo "resucite" el Dios de los católicos, está más cerca del cielo y la verdad, es que no sé, si eso puede ser una ventaja para poder sentarse a su derecha.


Salvo el dejar ramos de flores de plástico, que deberían estar prohibidas por el mal gusto, no siendo además biodegradables, por lo demás no me parece mal la práctica. Cada uno en el campo de lo afectivo y de los ritos respetables, tiene todo el derecho del mundo a ello. Unas cenizas orgánicas a lo mejor vienen hasta bien para la flora. Y la plaquita en realidad no molesta a nadie, eso sí los ramos de flores horteras dañan el paisaje y lo contaminan por muchos años. Por lo que debía de tenerse en cuenta.

Fotos del autor
Bibliografía de Wikipedia

2 comentarios :

ben dijo...

Lo siento,no me gusta esa practica de poner "lápidas" por la sierra y convertirla en otra
forma de cementerio.Al principio te encuentras una y no le das importancia,pero la cosa va
en aumento y es lo único que le falta a la sierra,que conviertas un paseo por la misma a al
go parecido a la visita del día de los Difuntos.Espero que no tarde las autoridades en poner
soluciones legales.Ya sé que todos los cordobeses,tenemos un amor infinito a nuestra sierra
y más a la zona concreta de las Ermitas,pero sería suficiente con enterrar las cenizas.En
mi caso,tengo dicho que quiero incorporarme a la tierra en la sierra cordobesa y en el macizo
del Garraf,pero nada de lápidas.
Saludos.

Paco Muñoz dijo...

Son modas Carlos, y yo como tales las tomo.
Si toman partido las autoridades seguro que hasta cobraran algún canon, las regulaciones son siempre para sacar algo. Me imagino que será solo el recordatorio porque las cenizas las habrán enterrado o esparcido.
Peor era la moda de las cruces en la carretera donde había habido un accidente con resultado de muerte. O esos semialtares callejeros, que hace la gente en cualquier sitio, y los llenan de palmatorias y flores secas. Y si es alguna "aparición" de algún iluminado para qué. Me estoy acordando de un altar en el Cerrillo, y otro en la barriada de Lepanto, que hasta se llena el acerado de personas rezando el rosario, mientras el marido de la vidente (de Lepanto) forma ya parte de paisaje urbano, siempre, me imagino que las veinticuatro horas, en una ventana observando.
Pero es cuestión de gustos, para algunos importante, para otros "chominadas de La Carlota".
Saludos