domingo, 12 de mayo de 2019

SOBRE LOS ANÓNIMOS

Sobre la envidia

Va por rachas, los anónimos en el Blog, son muchos y variados. Los hay de todos los colores. Ahora recibo muchos y algunos están crecidos. La ultraderecha cuando canta “Soy el novio de la Muerte” se cree legionaria. Estuve mucho tiempo sin controlar los comentarios, sin filtrarlos, y una vez me pregunté qué porqué iban a tener unos miserables el derecho a la libertad de expresión en lo que considero muros de mi casa, escondidos detrás de un libelo sin firmar. Entonces los filtro y se publican sólo los comentarios correctos que estén firmados, con algunas excepciones. Los otros quedan almacenados y no ven nunca la luz.


Claro los llamo anónimos basado en la definición de la RAE: “Dichos de una obra: que no tiene autor conocido”, y hablar de obra de una difamación o insulto, es exagerar y subir de altura a los miserables. Tampoco es un libelo, cuya definición es: “Escrito falso y difamatorio”, que no es tal porque no ve la luz, es decir no es público. Por lo que hay que dejarlos en las miserias de determinadas personas, que no tienen valor para insultar con su nombre y apellidos, escondiéndose en el anonimato. Normalmente están basados en rencores personales que son inevitables en un país en el que el deporte fundamental es la envidia.


En el catolicismo la envidia es uno de los siete pecados capitales, aquellas máximas que nos inyectaban de pequeños casi en vena. Es el rencor por desear desordenadamente algo que posee otro, o simplemente porque lo ha sobrevalorado en demasía. Y para contrarrestarlo el catecismo (inevitable sustraerse a la civilización judeo cristiana) le aplicaba la caridad, que era, creo recordar una virtud teologal, una especie de antídoto más o menos. En los primeros años de recibir anónimos, me molestaban, hoy considero que el que molesta a los no firmantes soy yo y eso da una cierta alegría.


No se pueden imaginar lo curiosos que son algunos individuos, que creo raya su comportamiento, la patología en algunas ocasiones, los hay para todos los gustos. Normalmente la palma se la llevan los elementos fascistoides, que catálogo de tales por lo que expresan, por sus formas y su similitud con el fascismo conocido. Otros, también numerosos, son una especie de yihadistas católicos, que llevan su cruzada a extremos que se salen del ideario que deberían tener por su supuesta creencia. Son más cercanos a aquellos que quemaron la biblioteca de Alejandría, una vez legalizados. 


El otro día me acusaba uno de cobardía al hablar correctamente de la Casa Árabe y no hacerlo así del catolicismo, en lo del catolicismo se refería a otra entrada porque en la misma no había ninguna alusión. Me acusaba de cobardía pero el “valiente” lo hacía escondido detrás de un anónimo, que no es plenamente tal porque el sistema me permite conocer el "DNI del ordenador" desde el que ha enviado el comentario, la IP. En una palabra, la traza de su miseria llega en forma de número de su ordenador a mi sistema. No sabré cómo se llama y dónde vive, pero las autoridades sí cuando se excedan en sus amenazas y yo les denuncie. 


Las frases son de Internet e ignoro sus autores.

4 comentarios :

werrybee dijo...

Hola Paco, ¿Por qué no publicas un libro con estos comentarios? Creo que Pedro Ruiz hizo algo parecido y le fue bien, quien sabe. Mucho ánimo, las personas que te conocen saben lo que hay que entender detrás de todo lo que escribes. Un abrazo.

Bubo dijo...

Siento que haya tenido que llegar a esta situación por culpa de algún o algunos energúmenos.

Paco Muñoz dijo...

Muchas gracias por la solidaridad Bubo, pero está superado, son varios por las distintas IPs, pero iguales de miserables. Un abrazo.

Paco Muñoz dijo...

Antonio, simplemente porque sería darle publicidad a miserables, que te acusan de pensar distinto, de tener unos criterios que son los suyos, que te insultan y te llaman cobarde cuando la cobardía es escudarse detrás de un anónimo. El que manda el anónimo sabe que es un mierda, que no vale nada, que no tiene valor para hablar a pecho descubierto. Y eso sería elevarlo a los altares. No deja de ser desde luego mi opinión. Un abrazo