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lunes, 18 de agosto de 2025

MEZQUITA-CATEDRAL DE CÓRDOBA: IDENTIDAD Y MODERNIDAD MANUEL HARAZEM

Manuel Figueroa León (Harazem)

Repasando los archivos en el ordenador, veo uno de diciembre de 2014 -van a hacer once años-, que recogía un artículo sobre el encuentro el 29 de septiembre del mismo año, en la Biblioteca Central entre Manolo Figueroa (Harazem) y la profesora de Filosofía Hedwig Marzolf. El debate trataba sobre la Mezquita. Lo he vuelto a releer y a recordar pues estuve en él, y lo primero que me ha llamado la atención es el tiempo transcurrido, casi once años, después la categoría de Manolo con su ácida e incisiva pluma, siempre era una delicia leerlo. La mayoría de las veces me dio el volunto de recopilar todas esas palabras inventadas por él, y publicarlas. Todavía no sabía que el destino tenía preparada su marcha de este mundo unos años –pocos- después. Su horizonte fisiológico, por lógica, estaba en ese momento muy lejano, pero lamentablemente no fue así. Para mi gusto Manolo era infinitamente mejor con la pluma que con la palabra, así se lo comenté cuando cambié impresiones del debate con él. Transcribo el texto de su trabajo posterior al acto y algunas fotografías. Es extenso pero uno se alegra cuando lo lee.

Cartel del evento

MEZQUITA-CATEDRAL DE CÓRDOBA: IDENTIDAD Y MODERNIDAD MANUEL HARAZEM

"Hace poco tuve la suerte y la oportunidad de participar en un minicoloquio celebrado en la Biblioteca Central de Córdoba con motivo de la presentación del segundo volumen del número 2 de la Revista REBEL-ARTE que editan Las Mesas de Convergencia de Córdoba como contertulio de la profesora de filosofía Hedwig Marzolf. Ambos teníamos que defender nuestros puntos de vista desarrollados formalmente en los artículos que nos había publicado la revista. Hedwig lo hizo sobre su visión de la Mezquita como símbolo de modernidad mientras yo tenía que jugar con mi visión de la identidad de la misma y de paso de la identidad de la cultura española y la de nuestra ciudad en particular. Todo ello sumamente condensado dado el escaso tiempo del que disponíamos. No pudo ser en la medida que ambos temas se merecían. Por eso ahora, que no tengo limitación de espacio o de tiempo más que la que le impongan a quien por aquí aparezca su propio interés o su paciencia, voy a tratar de explicarme lo largo y tendido que haga falta.

Harazem

La muy interesante visión sobre la identidad de la Mezquita-Catedral de Córdoba de Hedwig y la mía son completamente opuestas, aunque curiosamente coincidan en su condensación en un mismo término, el de modernidad. Para ella la Mezquita es moderna porque representa la fusión física de un templo católico y uno islámico y la espiritual del reciclaje de fe y razón que, según ella, es la base de la Ilustración, lo que conectaría ese proceso con el avance moral que supone que lo diferente se guarde mutuamente el debido respeto. Para mí, por el contrario, la modernidad que pueda definir a la Mezquita-Catedral de Córdoba es la que apela al sentido estrictamente historiográfico del término. O sea, la que considera que su estado actual, una mezquita con una catedral incrustada en su centro, fue fruto de un acto de modernidad, uno de los muchos actos inaugurales con que la nueva España violentamente unificada celebró su entrada en la Edad Moderna

La filósofa

Algunos de esos actos fueron la conquista a sangre y fuego de dos reinos soberanos, Navarra y Granada, los primeros intentos de obligar a la conversión a los musulmanes, la quema de la inmensa mayoría de los libros de la Madraza de Granada, la universidad del último reino de Al Andalus y como correlato la fundación de otra, la de Alcalá, de la que quedaban estrictamente excluidos la cultura de los otros grupos étnicos del nuevo reino unificado y los saberes que pudieran entrar en conflicto con la ultraortodoxia católica que administraba la Iglesia, la constitución de la Inquisición como primera maquinaria totalitaria moderna para vigilar precisamente esa pureza ideológica... Dejo adrede la expulsión de los judíos para el final porque me va a servir para jugar con una preciosa pero muy siniestra simetría que pespuntea la historia de la ideología que amparaba todas esas barbaridades, cuyos efectos sufrimos aún hoy día y más persistente y penetrantemente de lo que normalmente pensamos: el nacionalcatolicismo.

La mesa

Contra lo que piensa mucha gente el nacionalcatolicismo no nace con los Reyes Católicos, sino con los visigodos. El nacionalcatolicismo es pues una ideología milenaria. Se basa en la defensa de la unidad indisoluble de la monarquía hispana y el catolicismo, de los reyes y los obispos, del trono y el altar, y la uniformidad obligatoria de fe y de pensamiento para todos los súbditos, que cursa con el arrancamiento violento del que se considera solar patrio y patrimonial monarcoeclesiástico de cualquier diferencia que entre individuos o colectivos se encontrare. La Iglesia Católica arrastraba ya una larga tradición de intentos y triunfos de ese tipo desde que en el Concilio de Nicea nuestro paisano Osio clavara al solar del imperio los dogmas del catolicismo e inventara la misoginia, la judeofobia y la persecución religiosa como materias legislables: judíos, paganos y herejes fueron martirizados de manera tan masiva que multiplicaron en pocos años por varias decenas el número de los cristianos que el estado romano ejecutó en toda su historia por causas estrictamente políticas.

El presentador

No tenía que haber sido condición indispensable pero su germen está en la unificación de la península ibérica bajo un mismo poder por una monarquía de origen germánico recién convertida al catolicismo y cuyos reyes se suceden no por vía hereditaria sino electiva. Esa electividad pasó de ser originalmente ejercida por asambleas de guerreros a serlo por los obispos, de manera que la elección de un rey visigodo se decidía en un concilio, normalmente el que se celebrara periódicamente en Toledo. Además de elegir rey cuando tocara en esos concilios no sólo de debatían temas doctrinales y eclesiásticos sino que de ellos emanaban las leyes que regían el estado.

Otro plano de la Dra.

Parece ser, porque se trata de un tiempo muy oscuro, que mientras fue oficialmente arriano el estado visigodo no obligó a la mayoría católica hispanorromana a convertirse a su fe ni alimentó las legislaciones antijudías previas que heredó del Bajo Imperio de raíz católica. Fue tras la conversión de sus élites al catolicismo por la cada vez más acuciante presión de los obispos, que pastoreaban a un pueblo mayoritariamente católico, cuando el estado visigodo asumió los presupuestos de tolerancia cero que siempre fueron, y lo son hasta nuestros días, la marca más característica del catolicismo. Se persiguió entonces a muerte a los arrianos y se volvió al antijudaísmo institucional que fundara Osio. Una de las últimas leyes que el concilio de Toledo promulgó fue el colofón de otras muchas que contra los judíos se habían allí promulgado a lo largo del siglo VI.

Manolo en el ejercicio de la palabra

EL PARÉNTESIS ANDALUSÍ

La simetría de la que antes hablaba es escalofriante. El mismo año de 711 en que los primeras efectivos del ejército omeya desbaratan el putrefacto estado nacionalcatólico visigodo empezaba a hacerse verdaderamente efectivo el terrible decreto que firmase el rey Egica en 694, promovido por los obispos católicos y sancionado por ellos en el XVII Concilio de Toledo, que mandaba la confiscación de todos los bienes de los judíos (conversos obligatorios ya la inmensa mayoría), su esclavitud perpetua y la disgregación de sus familias. A punto estuvo de cumplirse el sueño, largamente postergado por la propia dinámica social y por la roqueña resistencia de las comunidades judías, de los Padres de Nicea de eliminar violentamente de la Hispania católica cualquier rastro de otra fe.

Su avatar

La salvación les vino de mano de los ejércitos omeyas y de la nueva administración que en la península se instauraba. Y esa salvación funcionó como un paréntesis de ocho siglos justos. El mismo año en que el último bastión de ese Al Andalus que salvó a los judíos peninsulares del exterminio caía en manos de la monarquía castellano-aragonesa se restaura el nacionalcatolicismo como doctrina de estado y se decreta la expulsión de los mismos. Ni diseñado por un delirante novelista de historia ficción. 
El fin violento de Al Andalus supuso el cierre de ese paréntesis en el que con las trancas y barrancas y con los huecos temporales que se quiera la convivencia entre los miembros de las tres religiones había sido una realidad constatable. Y no sólo en el territorio físico de Al Andalus, sino que en los territorios que los católicos le iban arrebatando, a pesar de que la conquista había tomado desde el siglo XIII un cariz de Cruzada, se contaminaban del espíritu de tolerancia que, incluso en épocas de guerra solía ser en él lo habitual. Lo que Márquez Villanueva llamó el concepto cultural alfonsí.

Otra vista del avatar

El término convivencia, pero sobre todo el de tolerancia, provocan bastante preventivo repelús a los historiadores más competentes porque consideran que atienden a conceptos estrictamente contemporáneos y como ha explicado pertinentemente en un revelador e imprescindible trabajo Eduardo Manzano son conceptos políticos que atienden más a intentos de influir en el transcurrir del momento actual que al afán de conocimiento disciplinar del pasado (1). Estando de acuerdo al cien por cien con esa idea considero no obstante que de cara a la interpretación global de largos recorridos históricos y en términos estrictamente comparativos de unos periodos y otros pueden ser útiles, tanto porque puestos de acuerdo en la fijación de sus limitaciones pueden ilustrar tendencias y explicar evoluciones como porque realmente no contamos con otros para hacerlo. De todas formas a mí me parece muy pertinente el uso del término tolerancia aplicado a ciertas realidades históricas tal como el otro día lo definió el poeta sirio Adonis enfrentándolo al de igualdad: la tolerancia esconde un aspecto racista: yo te tolero porque tengo la verdad y te dejo hablar. Y en nuestro caso perfectamente adecuado para definir las relaciones de poder entre religiones que se establecieron a lo largo de toda la Edad Media en la península Ibérica. Desde luego siempre será preferible el racismo tolerante al exterminante. 

Paseo sobre la memoria histórica

Parece como si el catolicismo guerrero triunfante hubiera esperado a matar al último incómodo testigo de esa época para hacer tabula rasa de todo su espíritu. Inquisición, limpieza étnica, quema de libros y de herejes, intolerancia ideológica y religiosa, estatutos de pureza de sangre… Todo lo que no se atenga a la dogmática católica romana, en un momento en que en Europa se están ensayando espiritualidades y acomodos ideológicos más acordes con sus más abiertas sociedades, en la nueva España se extirpa violentamente. España se cierra a cal y canto al pensamiento, a la ciencia y a la diversidad ya para siempre, se convierte en un baúl de apolillados harapos, aire viciado y rancio y tufo a guardado hasta nuestros propios días, en que hemos podido disfrutar de una pequeña abertura por la que ha entrado algo de luz y aire, pero tamizados por la atroz herencia y la santa tradición intransigente, de claridad y contenido de oxígeno insuficientes. Todo ese cocimiento rompe a hervir en unos pocos años del primer cuarto del siglo XVI a partir exactamente de la fecha en que muere definitivamente Al Andalus como poder político, que como entidad cultural malvivirá medio siglo más aún en situación muy precaria, clandestinamente, hasta que se expulse definitivamente a sus portadores: los moriscos.

Parte de su legado literario

LA MEZQUITA


Y es en esa tesitura de extirpación y tabula rasa cultural cuando se construye una catedral renacentista en el corazón de la Mezquita. Y es en ella y desde ese punto de vista donde hay que enmarcar la interpretación simbólica, la identidad ideológica de esa supuesta armoniosa hibridación arquitectónica que se presenta así a la luz de ese foco más como una violación y un acto de humillación y dominio por parte de quien no había podido eliminar los elementos originales que le recordaban a un tiempo y un ámbito en el que tuvieron que compartir tolerantemente espacio físico e ideológico con sus adversarios ideológicos. 
La historia de los intentos de destrucción de la Mezquita de Córdoba por parte de los obispos que recalaban en su diócesis y para la que a veces incluso se toparon con la resistencia de parte del propio cabildo catedralicio y siempre con la del municipal es conocida. Y fue esa resistencia la que llevó a los reyes a impedírselo en varias ocasiones, permitiéndoles hacer sólo las reforma mínimas y estrictamente necesarias que permitieran el culto católico. Fernando III, su hijo Alfonso X, quien reguló exactamente las tareas de mantenimiento del edificio e Isabel de Castilla que negó el permiso al obispo Manrique (Iñigo) para destruir parcial o totalmente el oratorio islámico para construir una catedral y sólo le permitió derribar un número limitado de naves omeyas para construir una gótica (1489).

La Mezquita

Hasta entonces los propios reyes y las autoridades civiles locales eran conscientes del inconmensurable valor arquitectónico y artístico del monumento. Por eso quienes hablan de que la catedral se construyó finalmente de acuerdo con los criterios conservacionistas de la época no están, por usar una expresión tibia, usando correctamente los datos documentales existentes. Todo apunta a que los obispos querían una catedral como aquellas de las que gozaban lo demás obispos, y no algo que sentían que al ser otra cosa, algo que podía ser interpretado desde fuera de su doctrina, un monumento artístico persé, desligado del culto católico estricto, podía desvirtuar lo único importante para ellos: la extensión de sus dogmas religiosos para dominar las conciencias. Las grandes mezquitas de Sevilla y Granada fueron demolidas. Para la de Sevilla, según sospecha el profesor Almagro, tuvieron que falsear el informe sobre su real estado para justificarlo, y acompaña esa sospecha con documentación que parece apuntar a que estaba proyectada incluso la demolición de la propia Giralda.

Desde el sur

La de Córdoba tuvo mejor suerte, probablemente porque su sobrecogedora belleza no solo debía superar a la de sus hermanas, sino que debía sobrepasar cualquier otra consideración en el ánimo de cualquiera que no fuera un obispo, exactamente como ahora, y cuando por fin otro obispo, también Manrique (Alonso), decidió pasar por encima del sentimiento y del sentido común de los súbditos del rey y destruir el corazón de la mezquita para construir una desproporcionada catedral en el mismo, las resistencias para impedirlo, del cabildo municipal y de parte del catedralicio, aunadas en torno a la figura del corregidor Luis de la Cerda, con que se encontró fueron numantinas, con condenas de muerte y amenazas de excomunión mediantes. Pero súbditos todos al fin del rey, se hizo su voluntad, una voluntad mediatizada por el miedo cerval del monarca al poder mágico de los administradores de las condenaciones eternas.

El Patio de los Naranjos

Sin embargo no todos los investigadores opinan así. El profesor Urquízar considera que es mucho más probable que la resistencia de los caballeros veinticuatro a la modificación del espacio se debiese al temor a perder los privilegios y los enterramientos que sus familias habían adquirido en él (2). Es probable que pesara esa circunstancia, pero desde luego las alegaciones que hace el cabildo municipal contra la destrucción de la fábrica islámica son claras y atienden a criterios estrictamente estéticos, de una impecable índole conservacionista, que podría firmar hoy cualquier técnico de conservación de patrimonio del estado, considerándola un gravísimo atentado bajo el acerado argumento de que tal como estaba edificado era único en el mundo, y la obra que se dehace es de calidad que no podría volver a hacer en la bondad y perfectión de que está hecha (3). Curiosamente, podría decirse que el cabildo municipal representa los valores inclusivos que se fueron fraguando a lo largo de toda la Edad Media y el obispo los de la modernidad, que en España comienza con el triunfo del absolutismo nacionalcatólico, con el triunfo de los valores excluyentistas. 
Por otra parte podría utilizarse legítimamente como prueba de que la Mezquita no perteneció nunca a la Iglesia Católica, sino a la corona, cuyo exclusivo heredero actual es la soberanía popular, ese hecho de que los obispos tuvieran que solicitar permiso real para ejecutar cualquier modificación en el templo. Y desde luego resulta mucho más contundente como prueba que la que ella propone del ritual mágico del báculo y la ceniza con que se apropiaron de él.

Escaparate de la antigua Luque

Esa apropiación consciente del mayor espacio posible en el interior de la Mezquita, a la que se irá sumando los dos siglos siguientes la colonización de sus muros internos por decenas de siniestras capillas barrocas y rococós, principalmente funerarias, se puede considerar el símbolo perfecto de la instauración del nuevo paradigma, el paradigma de los Reyes Católicos en sustitución del fenecido de muerte violenta paradigma de Al Andalus. Es decir, la construcción de la enorme catedral renacentista forma parte de la misma conflagración teórico-práctica de la tabula rasa nacionalcatólica que la conquista de Granada, la quema de la biblioteca de la Madraza, la expulsión de los judíos, la obligación de conversión a los moriscos y su posterior expulsión, la prohibición del uso de otras lenguas, el árabe y el hebreo, la anatemización de la ciencia, la instauración de los estatutos de limpieza de sangre, los procesos inquisitoriales contra los humanistas… En definitiva una muy visible consecuencia más del triunfo definitivo en la lucha que la casta católica venía librando desde el siglo XIII para sobrevivir frente a las culturas hispanojudía e hispanoárabe, muy superiores en lo científico, literario y filosófico (4), pero a las que hasta entonces no habían hecho ascos para enriquecer la cultura propia.

Presentación de su libro la Odisea de los Rabadies 

La identidad española deviene entonces régimen inquisitorial de vigilancia y terrorismo de Estado. Se trató de acabar por decreto con una identidad híbrida, enriquecedora, forjada lenta, amorosamente a lo largo de varios siglos y que produjo frutos tal geniales como la literatura castellana bajomedieval y el mudéjar y sustituirla por la fuerza por una nueva inventada, en la que se han eliminado cuidadosamente todos los elementos que se consideran impuros, de la misma manera que Antonio de Nebrija, que no por casualidad escribe en el mismo crucial año 1492 la primera gramática de la lengua castellana, se emplea en la tarea de eliminar de su diccionario palabras árabes, impuras, algo que no pudo conseguir totalmente porque la hubiera convertido en una lengua irreconocible. 
De alguna manera la redacción de la gramática castellana de Nebrija puede servirnos como ejemplo para entender lo que ocurrió con la Mezquita de Córdoba: la idea que mueve a los reformadores en ambos casos es la de purificación, la erradicación de los elementos impuros, las palabras árabes de la lengua y las formas islámicas del oratorio. Tareas finalmente cometidas sólo a medias por la resistencia de la propia lengua en el primer caso y del pueblo cordobés en el otro.

Público asistente

De la extirpación de todo lo que supuso lo incluido en el paradigma vigente en toda la Edad Media, de la integración y el progreso, lo que en nuestros días ha dado en llamarse el paradigma de Córdoba, pero que yo prefiero llamar de Al Andalus, la convivencialidad, o más bien la hospitalidad, la riqueza intelectual y científica, la curiosidad gnoseológica, los elementos del que fue primer renacimiento europeo y sobre cuyas bases se funda el segundo y definitivo, sólo quedará un enorme agujero vacío y sólo en los bordes de la herida, aún a medio cauterizar, convenientemente clandestinizados o travestidos, será posible encontrar jirones sueltos de esa memoria arrancada violentamente. Cervantes o los místicos, por ejemplo. Para cubrir ese vacío, el vacío que dejan la desertización cultural y los genocidios perpetrados por el estado y la iglesia (el nacionalcatolicismo renacido) aparecerá el barroco, el espectáculo huero, el trampantojo, la cultura desustanciada, la nada tintada de purpurina que tapa un agujero lleno de sangre aún fresca. No hace falta que ahonde. Quien quiera entender cómo funcionan ese tipo de fenómenos más fácilmente tiene un trasunto más reciente con mirar atrás sólo 35 años: la llamada Movida como artefacto neobarroco diseñado para ocultar el paredón agujereado y salpicado de sangre seca del genocidio franquista para que los asesinos no se vieran permanentemente expuestos a su recuerdo. En España siempre es igual. Por usted no pasan los años, señora, que dejara escrito Larra.

Manolo en el patio del Juan XXIII

EL MITO DE AL ANDALUS

Es esa condición de paréntesis de convivencia más o menos relajada entre dos monstruosos intentos de creación de un monolitismo doctrinal de estado a base de sangre y fuego el que alimenta el mito de Al Andalus. Los mitos –nos recuerda González Alcantud- no son verdaderos ni falsos. Nos consuelan y nos ayudan a pensar el tiempo con sus conflictos y quietudes. No tienen una moral preestablecida. Pero teleológicamente pueden orientar el pensamiento y la acción hacia el bien o hacia el mal (5). Así, el mito de Al Andalus está traspasado, como todos los mitos, por las inquietudes éticas del momento en que se usa, y en este momento se alza como un mito necesario, bueno para pensar, en el sentido que da a esa expresión Levy Strauss, por su bondad moral.

En una manifestación

Su construcción no fue producto de las delirantes mentes de unos románticos orientalistas sino fruto de la necesidad que asaltó a la historiografía española del siglo XIX, la que había sido capaz de entroncar con las corrientes ilustradas europeas, de buscar una referencia comparativa equivalente que ayudase a comprender la verdadera naturaleza monstruosa y el indescriptible horror de la instauración desde la bisagra de la modernidad del paradigma totalitario nacionalcatólico: el principio férreo de negación absoluta de cualquier otredad, por nimia que fuera, que raspara tan siquiera las verdades impuestas por una estrechísima ortodoxia y vigilada por la maquinaria ideológico-represiva de la Inquisición y ejecutada a sangre y fuego. Frente a esta visión el mito de una edad de oro en que la convivencia de ideas diferentes y la hibridación intelectual eran posibles resplandece e ilumina de paso la brutal diferencia. No es extraño que la Iglesia Católica luche con todas sus fuerzas y medios contra la extensión del mito, porque es la primera perjudicada por la comparación de las cualidades éticas de sus actuaciones en relación a las que el mito refiere.

Manolo Harazem

Es perfectamente coherente con ese lógico rencor que la Iglesia Católica guarda a todo lo que huela al mito bueno de la convivencia de Al Andalus que en el folleto que el cabildo proporciona a los visitantes con las explicaciones sobre el monumento, aparte de mutilar su nombre eliminando el término Mezquita, de minimizar su carácter y el genio constructivo islámico original y de convertirlo en un panfleto catecismal, dedique uno de los siete renglones de la condensada explicación de la parte de la ampliación de Abderraman II a incidir en las persecuciones que en ese tiempo se infligieron a los cristianos para demostrar que el mito de la convivencia es falso. Cuando precisamente lo que demuestra esa convivencia es el hecho de que esos individuos, verdaderos terroristas suicidas, tuvieran que echar mano a la provocación a la ley vigente quebrantándola gravemente, injuriando los preceptos religiosos de la religión del estado y de la mayoría de la población para forzar su ejecución y tratar precisamente de violentar la tolerancia.

(1) Eduardo Manzano: "Algunas reflexiones críticas sobre el Califato de Córdoba y el mito de la convivencia". Awraq: Estudios sobre el mundo árabe e islámico contemporáneo, ISSN 0214-834X, Nº 7, 2013, págs. 225-246.
(2) Antonio Urquízar Herrera “El Renacimiento en la periferia”. Córdoba, Universidad de Córdoba, 2001. (Pag. 194).
(3) Rafael Ramírez de Arellano: "Inventario monumental y artístico de la provincia de Córdoba", Servicio de Publicaciones de la Excma. Diputación de Córdoba, 1983 (1ª de 1904), Apéndice A, copia de una página del Libro capitular del Ayuntamiento correspondiente a 1523.)
(4)  Eduardo Subirats "Memoria y exilio". Losada, Oviedo 2003 pg. 50
(5) González Alcantud "El mito de Al Andalus". Almuzara, 2014, pg. 19

Córdoba, diciembre de 2014"

Fotografias del autor y otras sin autor conocido
Bibliografia texto de Manuel Harazem

sábado, 15 de febrero de 2025

PLANOS DE LAS DEPENDENCIAS DEL ARCHIVO DE LA MEZQUITA CATEDRAL

 
Interior del Archivo (Foto Valerio Merino ABC 2021)

Tengo que manifestar que no he entrado nunca en las dependencias del Archivo de la Mezquita Catedral. Si decir que, cuando conocí los planos del mismo, es como si hubiese estado en él. Sé de amigos que lo han consultado, a los que he preguntado muchas veces por detalles para situarme. Los planos son muy claros y no hay lugar a dudas. Las dependencias que ocupan el archivo, restando las dedicadas a aseos, eran el pasillo del Sabat Califal. Por donde entraba y salía el Califa apartado de miradas inoportunas y protegido de algún que otro fanático. Era el acceso al palco oficial o lugar destacado en el lugar sagrado, cerca del mimbar que también se guardaba en esta “trastienda”.

Planta Baja (Rafael Ortiz Cordero)

La puerta de acceso desde la calle estaba en la pared oeste de los servicios, y a partir de ahí discurría detrás de las macsuras, con la solución de continuidad del Mihrab. En una palabra el sabat ocupa cinco naves del lado sur -que en realidad es sureste-, del templo. Luego está el Mihrab, que fue Sacristía de la Capilla de San Pedro, hasta que Trevilla con su visión ilustrada, ordenó destapar y poner a la vista y, continuando dirección este, la otra macsura que interiormente ocupa la escalera que baja a nivel de calle o Sala Capitular actual. 

Planta Alta (Rafael Ortiz Cordero)

Cinco balcones con heráldicos escudos episcopales decorados en el piso primero, sin decoración los cinco de la planta alta, los cinco bajos ciegos, presenta el muro de Qibla en la calle Corregidor Luis de la Cerda, desde la esquina oeste de la fachada sur de la Mezquita Catedral. Posiblemente en tiempos del Califato el muro de Qibla era sólo eso, un muro sin ventanas al exterior. Habrá que seguir investigando para conocer como era su fábrica. Por lo tanto tenemos quince arcos en ese primer tramo, los cinco bajos ciegos, los del primero con puertas de acceso correspondían al Sabat califal, y los del piso segundo también con accesos, estarían dedicados a otros menesteres.

Sección E,O, Archivo (Rafael Ortiz Cordero)

Luego siguiendo en dirección este nos encontraremos el resalto del Mihrab, la escalera de bajada a la Sala Capitular con ventana a ras de calle, y celosía en la nave trece desde el muro este. Después del primer muro de refuerzo del de Qibla, el resalto de la Capilla de Santa Teresa o del Cardenal, ventana y propia Sala Capitular, y la continuidad hasta la esquina sureste. Volvemos hacia el oeste y entre las naves dieciséis y diecisiete, la hornacina enrejada de una imagen de virgen con niño.  

Sección O,E, Archivo (Rafael Ortiz Cordero)

Entramos en el archivo virtualmente, por la puerta más cercana al Mihrab y podemos reconocer que el mismo está muy bien aprovechado. A pesar de eso la noticia en la prensa local de que se quiere aprovechar un solar de la Ronda de Isasa para construir unas dependencias exclusivas para él, es muy interesante, por el aprovechamiento que ofrecería para investigadores y tener acceso cómodo toda la información catedralicia. Además de la protección especial del material allí custodiado. Toda la fachada reseñada es una modificación cristiana del muro sur de la Mezquita.

Puerta exterior del Sabat

Hay reflejados en la planta alta lado este de los planos del archivo, Planta alta, Sección EO Archivo y Sección OE Archivo, una puerta con tres escalones, que de tener continuidad se dirigiría a la parte superior del Mihrab, pero ignoro si existe esa continuidad. Así como también tengo la duda del acceso a la planta alta de las escaleras de la Sala Capitular nave trece, o si existe esa dependencia, que sin embargo tiene una celosía a la calle. Esto no va desde luego de pasadizos secretos (por el atractivo que genera en algunas personas) ni mucho menos, es simplemente tratar de conocer más el monumento y sus singularidades.


Fotografias de ABC, Valerio Merino y planos de Rafael Ortiz Cordero.
Bibliografía Diario Córdoba y ABC.

viernes, 17 de enero de 2025

CURIOSIDADES EN EL PATIO DE LOS NARANJOS DE JEAN ALOUF

 
Escudo del Obispo Angulo y estrella (foto J.Alouf)

No es la primera vez que lo digo pero cada vez que mi amigo Jean Alouf me hace una pregunta me enriquece, por una razón; su incontestable curiosidad por nuestra Mezquita, me obliga a investigar cuestiones que incluso a los que hemos nacido en el Barrio de la Judería y jugado en el Patio de los Naranjos se nos han pasado por alto. Y Jean se equivoca cuando piensa que me molesta con sus preguntas, y me honra cuando piensa que yo puedo tener todas las respuestas. Él está preparando un libro de fotografías de la Mezquita, Catedral incluida, que será sin duda una joya. 

Segundo arco galería oeste desde el sur

Lo último ha sido encontrar una Estrella de David tallada en una cornisa del Patio de los Naranjos, por encima del escudo episcopal del Obispo Martín Fernández de Angulo (1510 a 1516, fue el periodo que estuvo en Córdoba). Al igual que evergetas o emperadores romanos dejaban su firma en las reformas, igual hacían los obispos, aunque lo mismo sucede hoy con las placas de inauguración de obras. Las galerías del Patio de los Naranjos en época árabe estaban construidas con arcos seriados “con pequeños vanos de medio punto en las enjutas y una cornisa caneada coronada por almenas escalonadas”. 

Ampliación de la estrella

“Todo ello cambio con el proyecto de monseñor Angulo, encargado al arquitecto Hernán Ruiz I. Como parte de la remodelación, las fachadas que dan al patio fueron rediseñadas siguiendo un esquema arquitectónico con influencia cristiana. Estas fachadas se dividieron en tramos de tres arcos de medio punto peraltados, enmarcados por un alfiz (recuadro del arco).” 

Otra vista de la fachada (Foto J.Alouf)

“Este estilo reflejaba la transición de la arquitectura islámica a la cristiana, fusionando elementos de ambas tradiciones. La remodelación llevada a cabo por Martín Fernández de Angulo no solo logró renovar las galerías del Patio de los Naranjos, sino que también contribuyó a resaltar y preservar la rica historia de Córdoba y la influencia de las diferentes civilizaciones que han dejado su huella en la ciudad.”(de interasmundo.com)

Merlones escalonados primitivos

En una palabra, el Patio de los Naranjos está prácticamente igual que la reforma del siglo XVI, ahora son series de tres arcos con un machón en medio, semiredondeado por abajo y poligonal por arriba, que soporta el canalón de desagüe. Muchos capiteles fueron aprovechados de las galerías antiguas, o de los que estaban el lugar que  ocupó la Capilla de Villaviciosa. Por este tiempo se estaban iniciando las obras de la Capilla Mayor, por Hernán Ruiz. 

Remate con la reforma cristiana

Los merlones escalonados que remataban el muro, fueron sustituidos por otros góticos según mi modesto entender. Y debemos suponer que, en este caso que no ha habido reformas en las fachadas interiores del Patio, la estrella sea de un trabajador del siglo XVI de origen judío, salvo prueba en contrario, porque es lo lógico. Eran licencias que se permitían los canteros, que perduraban seguramente si no las veían los encargados.

Fotografías de Jean Alouf e Internet
Bibliografía citada.

viernes, 13 de septiembre de 2024

LA CALLE MAGISTRAL GONZÁLEZ FRANCÉS ANTES DEL MESÓN DEL SOL

 
Desde el sur, a la derecha el comercio de Antón

Hoy toca una calle cercana al muro este de la Mezquita, la llamada Magistral González Francés, dedicada al intelectual Magistral del Cabildo. Es complicado abstraerse pues hay que considerar el tiempo como una complicación. Si pensamos en la romana Córdoba republicana no existía en ese tiempo en el sector nada, era el campo de la muralla hasta el río. 

La actual grada redonda

Podemos imaginar el desnivel de la meseta si mirasemos hacia Jerónimo Páez o Blanco Belmonte. Luego el cardo romano, ya en época augustea, que se supone era la calle Céspedes y su paso por debajo del que luego ha sido el Altar Mayor de la Catedral enquistada en la Mezquita, que entonces no existía, ojo en la Córdoba republicana. 

Vista desde el norte

Pero la consolidación de la calle, su creación definitiva, viene la ampliación de la Mezquita de Almanzor. Hubo que derribarse el Lavatorio, y lidiar con la señora de la palmera (a saber si esto no fue una leyenda), estimando que a Almanzor no le iba a parar el sentir de una señora, por muy respetable que fuese, salvo que fuese un familiar. 

Comercio en su parte superior

La calle y Puerta del Patio, de estilo churrigueresco, del siglo XVIII, se llamó también de la Grada Redonda,  por la redondez que tenía la lonja de la esquina noreste, hasta la Plaza de Santa Catalina con puerta al Patio de Naranjos con el escudo de la fábrica de la catedral, en el que está representado el minarete primitivo, y abrevadero, porque la fuente no es tal, es abrevadero y por ahí circulan fotografías con ese uso. 

La tortillería

Y de la plaza hasta el Caño Quebrado o calle de la Carrera del Puente y después Cardenal Gonzalez, calle del Mesón del Sol, establecimiento que estuvo funcionando hasta el 1977. Detrás la Alcaicería, o lo que iba quedando de las constantes mordidas urbanísticas; el nuevo Lavatorio; y pasados unos años el primitivo Hospital de San Sebastián

La curtiduria de Varo

Y la contemporaneidad personal que ya es pasado, por cuestiones generacionales. Primeras casas empezando por la Grada Redonda o esquina de la de Encarnación, fueron vivienda del abuelo de un buen amigo. Luego en la época dorada de los comercios de recuerdos para los turistas, tienda de D. Antonio el maestro director de San Eulogio, por lo menos yo así lo creía pues una profesora estuvo allí trabajando de dependienta. 

El escudo Fábrica de la Catedral

La Taberna de Santos, que lo entrevistaban como el comerciante o vecino de más solera (no sé si vive aún) Aunque para los que hemos sido habitantes del barrio tenemos otro punto de vista, había llegado a ese barrio mucho después que nuestras familias. Curtidos Varo, la tienda y quizás taller que luego se trasladó a la calle Alfaros, era muy significativa en la zona. 

El pilar de Santa Catalina

Santa Catalina, el ensanche de la plaza con la calle dedicada al músico Martínez Rücker; casa noble en lo que hoy es un hotel, y la casa de mi tía Encarna en el número siete. En la Plaza hoy día comercios de hostelería y el portal artesano de mi amigo Manolo Soriano, nieto de los últimos campaneros Manolo y Elena, e hijo de mi buen amigo Manolín, fallecido joven. 

El hotel de la plaza

Ahora en este sector debo dejarme llevar sin datos comprobados por mi memoria, porque recuerdo que tuvo casa la familia Adarve, y tengo imagen de la mujer de Adarve hijo, el detective privado, una señora extranjera que los bulos de la época decían se había casado de penalti, un clásico. Después tengo en mi memoria que tenía casa un anticuario. 

¿Casa de los Adarve?

Hoy un Self service y el hotel Conquistador en las casas lavatorio. Y lo más representativo de esa acera solitaria, era el portal de Juanito el Piconero. Carbón y picón, y más moderno petróleo. Cuando te mandaban a por picón para los braseros, si no hubiera sido por los dientes y los ojos no hubiéramos visto a Juanito en el fondo del negro carbón. 

El self service

La casa del Cabildo, donde se aloja la máquina o caldera del suelo radiante del Altar Mayor, y lo que fue el Mesón del Sol. Recuerdo haber entrado a ese patio con pilar y lavaderos, que está plasmado en alguna fotografía. El Mesón siempre asociado con la historia de la señora, hospedada allí, que tenía una foto de mi padre, a saber cómo, y su sobrino político Cándido Gallego y su amigo Julio Galisteo, actuando como en Misión Imposible, entraron en la habitación de la señora y recuperaron la foto antes de que Loles, mi madre, se hubiese enterado y pedido explicaciones. 

Hotel el Conquistador

Terminamos en la casa esquina propiedad de Antón y Victoria -fruto creo recordar de un premio de la Lotería Nacional-, la querida familia gitana de Medina y Corella 4. De juegos con sus hijas Julia y Victoria y su otro hijo y actual regente, Antón. El puesto de chucherías, en esa rincón raro de la calle, donde comprábamos; pastillas de leche de burra, sobres de harina de algarroba, o cigarrillos de matalahúva, 

Infiernillo de petróleo

nunca recuerdo el nombre de la señora que lo regenteaba. Una señora delgada vestida de negro, y le asocio una toquilla en invierno, pero no puedo acordarme del nombre. En la acera de la Mezquita la alta grada o lonja, las puertas reparadas por Velázquez Bosco en el muro este, y la columna que recuerdo rota, ahora nueva.  

Casas del Cabildo

Qué decía D. Teodomiro, consultado en el fichero virtual de la Biblioteca Municipal: “Descrita ya la parte correspondiente de la Carrera del Puente [Cardenal González] nos venimos a la del Mesón del Sol [Magistral González Francés], nombre que ostenta desde el siglo XVI, aunque sólo hasta llegar a la plazuela de Santa Catalina, porque de ese tiempo arrancan las memorias de la posada de igual título, 

Otra casa

un tiempo la principal de Córdoba y en la que se hospedaban todos los personajes más notables que visitaban ésta Ciudad, importancia que le ha durado hasta el primer tercio del presente siglo [siglo XIX], recordando entre otros de los huéspedes al célebre escritor francés vizconde de Chateaubriand y a otros muy distinguidos; 

El Mesón del Sol

dicha posada ocupa parte del terreno que fué Alcaicería y después hospital de San Sebastian. La casa morada del Sr. Conde de Cañete de las Torres, título posterior a la revolución de 1868, debió pertenecer a alguno de los mayorazgos de los Laras, toda vez que sobre el dintel de su puerta le hemos conocido siete cabezas de guerreros, hechas de piedra franca; en el interior dicen haberse encontrado una especie de sepulcro con una inscripción alusiva, que no hemos visto. 

Lo que fue el Mesón.

Antes de llegar a la calle del Mesón del Sol [Magistral González Francés] está la de la Grada Redonda, o sea el tramo desde la de la Encarnación a la espresada plazuela de Santa Catalina; ésta toma el nombre de la puerta de la Catedral así titulada, y aquélla de la grada o lonja que dicho edificio tiene hacia aquel lado: en el último arreglo se le dió a toda la calle el título del Mesón del Sol."

El comercio de Antón

Y continuaba, sobre el primer hospital de San Sebastian en la Alcaicería: “En el año 1363, se sufrió en Córdoba una de las epidemias más grandes que se han conocido, y de la cual nos ocupamos en el barrio de la Magdalena; entre los santos a que se hicieron mayores rogativas fué el mártir San Sebastián, en cuyo honor instituyose una cofradía, y se le erigió altar en el que actualmente ocupa el Santo Cristo del Punto, donde aún se ve la imagen de aquél: carecía ésta ciudad de hospitales, y la nueva hermandad acudió al Cabildo en demanda de protección, ayuda y local, a lo que accedió gustoso, reuniéndose en 27 de febrero de dicho año, tomando el acuerdo que copia el señor Bravo en su Catálogo de los Obispos, tomo primero, página 405; 

Rótulo de la calle

concediósele en él parte del solar de la Alcaicería y las casas llamadas del Lavatorio, propias de aquella Corporación, con la precisa condición de que si la cofradía dejaba de existir, fuese del Cabildo, tanto el hospital como todo lo perteneciente al mismo: este caso llegó, y todos los capitulares se esmeraron en sostenerlo, haciéndole diversas donaciones, las que con otras posteriores llegaron a nuestros tiempos, formando sobre treinta mil reales de renta anual, sin contarse el ingreso de parte de la ofrenda de los días clásicos, acordada en 22 de agosto de 1505, por haber quedado sin efecto. 

Como debieramos ver la calle

Por este tiempo se ocupó el Cabildo de la ampliación de éste hospital, y considerándola poco menos de imposible en aquel sitio resolvió en 13 de febrero [sic] de 1512 trasladarlo al sitio actual, denominado el Corral de Cárdenas, propio de la Mesa Capitular, si bien creemos sería parte de él, porque, según datos registrados por nosotros, éste debió ser inmenso, toda vez que dentro había distintas casas y aún palacios de diferentes dueños." 

Puerta de Jerusalen

¿Quién era el Magistral reseñado? Nació conquense, un 28 de febrero de 1842. Ingresó en el seminario con ocho años. Es un niño muy estudioso. En 1863 se licencia en Derecho Canónico con 21. Se doctora en Teología en Toledo. Es ordenado sacerdote en la ciudad de las casas colgantes en septiembre de 1864, con 22 años. Tres años después 1869 mediante oposición obtiene la Canonjía de Magistral de la Catedral de Córdoba, con 27 años. Fue un gran predicador. 

Vista del muro este de la Mezquita

Don Antonio Jaén Morente, historiador y diplomático, sin olvidar su republicanismo dijo de este personaje: “Fue llamado el Magistral por antonomasia, sin disputa el mejor orador que hubo en la ciudad, incluyendo a los forenses y a los políticos. Lo catalogan de orador sagrado y no fue eso. Su talento oratorio era para grandes multitudes, para pelea y combate, no para una cátedra sin contradictores. La demostración de ello está en sus escritos y en sus asomos al periodismo. Su temperamento de líder se anegó en el púlpito sagrado.”

El Magistral

Y el periodista Ricardo de Montis escribió:”En la segunda mitad del siglo último, esta ciudad tuvo la honra de contar entre su clero, en el Cabildo Catedral, a uno de los primeros oradores religiosos de España, el Magistral González Francés. Unía a su elocuencia excepcional, a una palabra avasalladora, vastísima erudición, conocimiento muy profundo de todas las ciencias y especialmente de la Teología, la Filosofía y la Historia.”

La placa en la fachada del colegio La Milagrosa

Se integró fácilmente en la sociedad cordobesa. Participó en el periódico La Tradición. Miembro de la Real Academia, desde 1886. Tiene en su haber libros como “Góngora racionero” y la “Virgen de la Fuensanta”. En la fachada del Colegio La Milagrosa una placa lo recuerda: “Al ilustre Magistral doctor Don Manuel González Francés, cofundador de estas escuelas-asilo y su primer director gerente; sabio y esclarecido varón, orador elocuentísimo y escritor insigne; tan célebre por su ciencia como respetado por sus virtudes. Prestó eminentes servicios a Córdoba hasta su óbito ocurrido el 31 de enero de 1901. ¡Honor y Gloria a la Caridad y al Genio! La ciudad agradecida tribútale este recuerdo.” El primer año del siglo XX, 1901, falleció, tenía 59 años. En su vida todo lo consiguió muy joven.

Fotografías del autor e Internet
Bibliografía de Paseos por Córdoba.