domingo, 15 de febrero de 2015

SENDERO CIRCULAR (2.000 METROS) RASO DE MALANOCHE

Pinar a la entrada del Raso

La primera vez que estuve en el Raso de MalaNoche fue allá por 1962. Uno de los muchos peroles que eran tan comunes en los talleres de platería. Ese tenía el incentivo de que eran dos días y dormiríamos en el campo. Una tienda parecida a las de los militares fue el habitáculo para pasar la noche. Nos dieron una serie de instrucciones camperas, debíamos tener cuidado con las serpientes, pues era una zona en la que habían bastantes.

Plano aéreo de Google del recorrido

Hasta uno de los cerros pedregosos de granito, le llamaban el cerro de la Víbora. El Raso MalaNoche tenía hasta un nombre para tenerlo en cuenta, era un llano, donde contaban había ocurrido una historia truculenta. Tenía una alcubilla cuadrada, cuya agua parecía venir de una vaquería, era blanca como la leche. Había que deducir que los niveles de cal eran exagerados. Nosotros la usamos los dos días de la acampada.

Pileta

Yo que no era muy así que digamos, campestre, me generaba un cierto respeto la naturaleza, siempre estaba esperando encontrar algún espécimen venenoso, o alguna sanguijuela en el agua de beber. Al ser los alrededores famosos, víboras, alacranes -ya habíamos visto en Marcelino Pan y Vino lo que le pasó a la criatura (Pablito Calvo)-, y además pedregosos, lo más normal en que debajo de alguna piedra nos encontráramos alguno, y si no serpiente por lo menos alacrán. Yo no dejaba de acordarme de aquello que me contaba mi madre "Si el alicante viera y la víbora oyera, no había hombre que al campo saliera", o "Si te pica un alicante, busca un cura que te cante". 

Casilla en el comienzo del camino

Me preguntaba: -Qué coño será un alicante. Nadie te daba señales claras de que era, parecía un animal más mitológico que otra cosa, aunque a mí me sonaba más a la ciudad de la región levantina. Sabía que las serpientes no tienen aparato auditivo, que detectan a sus presas por el olor y ven (lo había visto en una revista científica, Investigación y Ciencia precisamente, creo que era de los pocos que la compraban en el barrio) como por una cámara infrarroja, es decir, ven los elementos vivos por el calor que desprenden, claro para no comerse una piedra, en lugar de un roedor. 

Un can plantilla

Pero el dichoso alicante, además de sordo ciego, vaya tela, y además peligrosísimo, tremendamente voraz, por las historias. Si viera sería imposible salir al campo. Los dos días pendientes de las víboras y los alicantes. Hasta me había cosido mi madre la manta, como un saco de dormir (entonces no eran ni soñados), de esta manera por abajo y los lados no entrarían ningún "alicante", ni víbora, pero claro, por arriba no había más remedio que dejarlo abierto, aunque había habilitado una especie de cierre superior, que no cerraba. 

Cerro de Pedro López

La verdad es que no me entró ninguno, pero si me evitó el cachondeo de los mayores con las bromas, ya que a mí no pudieron encontrarme los pies (a los demás les quitaron los zapatos). Pero sin embargo al quedar las caras al aire, amanecimos todos tiznados con un corcho quemado, y claro nos tuvimos que lavar a la mañana con la "leche" del agua de la alcubilla. Era llamativo lavarse con cal.

Sendero arriba

Luego investigué lo del famoso alicante, pues la de historias que nos contaron lo requería. Contó uno que era una serpiente con pelos, entre otras referencias que, parecían más mitológicas que reales. Vamos lo de los pelos es tan difícil como que los tengan las ranas, o que exista un mirlo o grajo blancos. Encontré sin embargo un diccionario histórico, el Diccionario de Autoridades de 1726, que decía en su tomo I: 

Los riscos del Guadalnuño o Vera al fondo

"ALICANTE. s. m. Espécie de culébra conocida en tierra de Sevilla, corta como de vara y média, gruessa como la pierna de un hombre, la cabeza mayor de lo que corresponde à este tamaño. Tiene muchos dientes como colmillos de gato, la piel mancháda de pardo obscúro sobre campo ceniciento, y en alguna se ha visto verde claro: las labóres que forman las manchas son como en la víbora. Es ferocíssima, y embiste aunque no la inquieten. Su venéno es mortál, y à mas de esto es tanta su fuerza, que suele despedazar y matar à un hombre. Hállase rara vez. 

Lat. Serpens admodum ferus & venenosus. CARTUY. Triumph. 2. Cant. 2.

/De cada qual lengua de aquellas pendían/Dos Alicantes que se reluchaban,
Y con corcóvos ligeros que daban/Las nudas espaldas sangrientas herían."

La ortografía es como viene en el diccionario.

Ahora el sendero va hacia abajo

Vaya hombre tenía que ser de Sevilla, en aquellos tiempos de chovinista rivalidad provincial, "como la pierna de un hombre", vamos una anaconda, "embiste aunque no la inquieten", un miura, y "es tanta su fuerza, que suele despedazar y matar a hombre", pero finaliza con una aclaración tranquilizadora, "Hállase rara vez". Por lo tanto, nada del alicante, eso sí la víbora igual de peligrosa. Y ni pensar en subir a su cerro, del que imagina iba a encontrar una debajo de cada roca.

Un plano de los riscos

Unos bajaron al río a bañarse, al Guadalnuño, que estaba un kilómetro hacia abajo (yo no por ser de secano), y los más valientes subieron al cerro de la Víbora (yo tampoco por todo lo expuesto), que tenía hasta una cruz arriba, y eso que no existía la incineración entonces, por lo que no sería ese el motivo, pero claro con lo de MalaNoche, los alicantes y las víboras, podía ser por cualquier cosa lo de la cruz.  El cerro era uno de los tres que tiene delante, en dirección oeste, el del cerro del banquero Pedro López.

Continuamos bajando

Yo me quedé de ayudante de cocina, que no tenía problemas. y al lado de un seiscientos y una MV, y el coche del jefe del taller, que se había comprado de segunda mano un Opel del año 1928, descapotable, que parecía el de Elliot Ness, que le echaba cinco litros de gasolina daba una vuelta por la calle de las tiendas y Tenerife y listo. Digo esto porque no sé cuánto gastaría (seguramente parte de la Campsa) para subir al Raso de MalaNoche. Perdón he de decir que otro compañero subió en bicicleta.

El frondoso pinar

Y una vez soltado todo el rollo nostálgico, el recorrido. Ahora existe un campo de fútbol, que el otro día parecía de waterpolo. Y fotografié una pileta en el llano que podrían ser restos de la alcubilla. Pero es difícil de precisarlo, todo está lleno de caminos y chalet. Estos no son de quiero y no puedo habituales de las parcelas, aquí se observa algo de más puedo. A la derecha arriba, a unos doscientos metros del punto de partida, la casilla de piedra que si estaba, creo recordar, aunque hace medio siglo y un par de años más.

En el margen del camino

En el vuelo de 1956 se vislumbra, y en el de 1977 ya había casi parcelación. A unos 390 m. a la derecha parte el sendero hasta mitad de la ladera de Pedro López. El sendero es cómodo, salvo por el arroyito que baja por él, y como afortunadamente tiene agua, lo tratas de salvar a cada momento. La dirección es norte, siempre con el cerro de Pedro López a la derecha. Cuando llevas recorridos unos ochocientos metros, ya ves entre los pinos, al frente los riscos del Guadalnuño, que yo siempre he conocido como los Riscos de Vera, a lo mejor los de Vera son los de la cantera de áridos, pero bueno lo de los toponímicos.

Un picadero

Trescientos metros más abajo, puedes, si coges un sendero a la derecha, ir, luego de un cruce con otro, a la izquierda al Guadalnuño, y hacia el noreste a los riscos y presa de alimentación del campo de Golf. Pero por ese camino no permiten ahora circular los del coto, a mí me echaron un día diciéndome que asustábamos a los jabalíes. De esa pequeña presa en el río parte una tubería hasta el campo de golf. Cuando llevamos recorridos 1300 metros se gira hacia el sureste. y visualizamos las estribaciones de la urbanización. en la bolsa que estamos recorriendo, un inmenso pinar. Ahora circulamos por calles terrizas, pero calles.

El pinar del Raso

Una pequeña curva y un picadero a la izquierda. Luego bajamos, acompañados de los ladridos de (alguno casi te quiere comer pero desde la protección de su cercado, del que no sale) los eventuales asustados. Mientras algún plantilla sólo te mira. Parece mentira el miedo que le he tenido siempre a los perros, y ahora solo me dan miedo el registrador de la propiedad y sus compañeros. Claro al que me mordió le di antes una patada en la boca, y al registrador me gustaría dársela... allí, pero me parece que se la van dar, afortunadamente. Mientras hemos bajado a la izquierda, en ausencia de casas, el tupido pinar. 1800 metros, una cancela y continúa la calle, sigue el pinar a la izquierda, frondoso y el picapinos está también por aquí con su ametralladora.  Y a los dos mil metros la CO-3405. Pensar lo bien que viven las personas aquí (aunque deban mucho algunos), y lo que les cuesta simplemente vivir, a otras criaturas, 
 

Fotografías del autor
Bibliografía neuronal

2 comentarios :

Emilio López dijo...

Menudos recuerdo me has traído.
Un saludo

Paco Muñoz dijo...

Emilio me alegro, ya me dirás, porque tus recuerdos son importantes, ya lo vimos en la cueva de Peña Melaria, etc etc. donde tú no hayas estado...

Muchas gracias y una abrazo