viernes, 22 de septiembre de 2017

OTRO PASEO POR LA LOMA DE LOS ESCALONES

Característico de los escalones de la loma

En la curva que sube al Santuario de Linares y el puente que cruza el arroyo del mismo nombre, casi adulto ya, que viene desde Torreárboles, donde fue niño, seco como todos los arroyos en este estío prolongado, comienza el camino. A la izquierda tenemos Los Velascos, luego dejé la desviación hacia Las Pitas y subí acusadamente, ya que no lo hice por la puerta de San Cebrián Bajo, con sus terrazas de frutales, su alberca, su mina de agua y lo que parece la torre de un molino de viga.

Inicio del camino en los Velascos

Buscando el collado

San Cebrián Bajo

Pasamos -pluralizo aunque iba solo, bueno con mi circunstancia, que ya somos dos-, un pedregoso camino que nos lleva a la zona de plegamientos pizarrosos, que en tiempo de lluvia son muy hermosos y afloran sus fósiles. La derruida casilla de los pastores arriba a la izquierda. Pasamos el collado, donde se le une la cuesta que viene de San Cebrián. Luego dejamos a la derecha el camino de San Cebrián Alto y el valle que originó el arroyo de la Balanzonilla con la advertencia de que es privado, a cuyo principio llega un nuevo camino de la cantera maldita.

Zona de los plegamientos

 Detalle de los plegamientos

Primera cancela que hay que cerrar

Iniciamos la Loma de los Escalones, camino tallado en la roca posiblemente por el imperio de Roma, para bajar de los dominios de los Marii, el producto minero de la sierra. Para llegar con el mineral, como escribió el director del Museo del Cobre, Fernando Penco, al mismísimo panteón de Roma para forrar sus puertas. El adn del mineral de cobre es como una huella dactilar y no miente.

Separación para San Cebrián Alto y la Balanzonilla

Cartel informativo

Nuevos marmolillos

A la izquierda abajo discurre el valle que labró el arroyo de Linares y el camino por su orilla izquierda, me parece que el 51. Arriba, a la izquierda por la ladera, ya vemos el trazado de la vía del antiguo ferrocarril y la finca de Luis Muñoz, "Las Albarizas", brillante de color albero, que parece que siglos atrás fue propiedad de los Venegas, que luego conquistaron o antes, a saber, Colombia. La fotografía parece una acuarela, dentro de lo mala, por confirmar aquello de que no hay mal que por bien no venga.

Las Albarizas con el sol del amanecer

 Otro trozo de camino

Bastante pedregoso

Estamos de lleno en el equilibrio que hace el camino, el ancestral de la Loma de los Escalones, entre la cicatriz a ambos lados, que ha dejado allí la cementera, esa que ahora quiere contaminar el aire de la ciudad con otros productos. Casi ocho hectáreas, dos a la izquierda oeste y seis a la derecha, este. Bienaventurada explosión de la burbuja del ladrillo, que nos salvó parte del pasado. Horroroso. 

Es la tónica en este trazado

A la derecha vemos parte de la talla

Aquí es más acusada

Un pino majestuoso vio cortada su copa, y un árbol singular, el algarrobo, cercenado por su mitad, para que pasaran tres cables de alta tensión. Vamos que no pudieron los listos que trazaron la línea echarla diez metros a un lado y mantener la singularidad de ambos ejemplares de árboles. Pero no, posiblemente sería para conseguir el máximo aprovechamiento de la piedra, unos metros más.

Detalle

La cantera oeste 2 Ha

Otra vista de la cantera anterior

A la izquierda San Enrique, también de amplio porte. A la derecha la bajada a la finca de la Balanzona y a la importante estación, que fue del mismo nombre, de la línea a la salida del gran túnel del trazado. También a la izquierda la bajada a la Huerta de Mena. Toda esta zona es de anchura considerable para que pudieran pasar los camiones que se llevaban el material serrano, las rocas para luego hacer hormigón o cementar lo que sea. Pero cal, arena y cenizas del Vesubio, permiten que dos mil años ha, esté todavía aquí el romano, y el otro, en algunas ocasiones está enfermo.

La cantera este 6 Ha

El algarrobo singular herido vista desde el sur

El algarrobo singular herido vista desde el sur

Y la curva del Frenazo y Villa Enriqueta. Ese fue el actual paseo. Ahora la vuelta. de los 450 m.s.n.m. a los 250 de la partida. Entre medias la señales de la talla en la calcárea y blanca roca, del camino ancestral que después la Mesta y el trasiego de ganado usó, cuando el último mineral se lo llevaron los ingleses, en el siglo XIX, o principios del XX, por la recién construida línea de ferrocarril. Siempre hemos sido un país de almoneda, siempre la riqueza se la ha llevado un país extranjero.

Y el pino con media copa

San Enrique

Un último tramo

Ahora es el aceite de oliva, por señalar algo. Y fin del paseo mañanero con, eso sí, una temperatura primaveral en el último día del verano que batió todos los récords, más de treinta días con temperaturas superiores a los cuarenta grados centígrados. pero ya amainó afortunadamente aunque es necesaria la lluvia como el comer. 

La cicatriz casi curada del gaseoducto

El puente romano, lo que queda

Y se me olvidaba, lo mismo que lo tiene olvidado la administración, "com", o "incom", petente, el puente romano de un solo ojo del arroyo de Linares y la calzada correspondiente. Eso sí unas marcas de un invento nuevo, de connotaciones religiosas, unos marmolillos con una señal de almeja de Santiago, el apóstol que no vino a España, pero que llegó a ser patrón del Estado y contribuyó, eso sí, al trasiego comercial y cultural con Europa. 

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Fotos del autor.

4 comentarios :

Rafael Pulido Jurado dijo...

Una curiosidad mas de este paraje. Hace ya unas décadas, subiendo en bicicleta por la Cañada Real, encontré con unos amigos algo realmente sorprendente cerca del emblemático algarrobo. Un caracol fósil en una piedra me llamó la atención como para pararme a apreciarlo mas de cerca. Cuando le dimos la vuelta al pedrusco la sorpresa fue mayor; en ella había algo que parecía la mandíbula de un gran animal, con algunas muelas que se vislumbraban entre la calcarenita. La dejamos allí por su peso y volvimos a recogerla otro día. Con mi amigo Fernando Díaz, un apasionado de la paleontología, decidimos hacer varias consultas a varios investigadores especializados en España, incluida la Universidad de Córdoba, donde nos confirmaron que aquella pieza podría corresponder con una fragmento de un Sirénido, es decir algún mamífero acuático del Mioceno Continental parecido a los actuales manatíes y dudongos. Años mas tarde decidimos donarla al Museo de Ciencias Naturales de Guadalcázar, donde le perdimos el rastro.

PATXI GUERRIKABEITIA dijo...

Buenos días, amigos. ¡Menudos recuerdos! Paco, estos eran unos de los lugares que recorría con el macuto a cuestas buscando mis fósiles. Tenía uno que encontré en lo más alto del cerro de San Fernando. Iba desde mi barrio, como es natural andando, y luego volvía con más peso, por eso de las piedras, como decía mi madre. ¡Qué tiempos!
Me ha llamado la atención lo del “marmolillo” ese es del camino de Santiago Mozárabe, que sale de Almería. Menudo negocio se han montado los de los caminos de Santiago. Nosotros con unos amigos estamos haciendo, ¡Ojo! Como deporte y turismo, el de la Costa.
Un abrazo, salud y República.
P/S: Lo del nombre del Camino lo he mirado en la Biblia moderna, o lo que es igual, en internet. jaja

Paco Muñoz dijo...

Muchas gracias Patxi, ya me has hablado de esa zona en tus búsquedas. Son unos paisajes que cuando llueve me gustan mucho. Y lo del marmolillo es que te lo sabes. "Escusatio non petita acusatio manifiesta."
Es broma. Todo es un negocio, la critica satírica en Año Mariano, real así empiezan los montajes.
Salud República, libertad de expresión, y que la gente pueda votar todo.

Paco Muñoz dijo...

Qué curioso Rafael. Me imagino que podrá verse. Yo lo más cerca que he estado de estas cosas prehistóricas es en la playa fósil de Nublos en Hornachuelos, me impactó ver las siluetas de las rayas en la arena fosilizadas, o las costilla de ballena. Se conoce que vararon allí y allí se quedaron todos. Muchas gracias. Un abrazo.