miércoles, 26 de diciembre de 2018

EL PATIO DE LOS NARANJOS O ATRIO DE LA MEZQUITA

Aérea Patio de los Naranjos (Foto GoolZoom)

El otro día Isabel, una amiga de mi barrio, con la que coincido en muchas cosas, sobre todo culturales y nostálgicas, al hilo de la entrada referida a la torre y los versos de Ramón Medina, en el villancico "Campanas de la Mezquita" en el que uno de ellos cita "/ y hasta las doce palmeras / se están meciendo al compás /", me dijo que si era cierto ese número de palmas que mencionaba. Yo le contesté que si lo decía el verso es porque en algún momento las habría habido.

Grabado 

Fotografía de la fuente del Olivo

Postal de primeros del s.XX

Recuerdo que se caían con alguna frecuencia en los inviernos, y esto significaba un acontecimiento en el barrio, sobre todo el ir a verlas trocear. La conversación me hizo plantearme investigar sobre ello. En esta ocasión empezare por el retrato que hace del Patio de los Naranjos, Luis María Ramírez de las Casas Deza, en el libro “Descripción de la Iglesia Catedral de Córdoba”, respetando su gramática para evitar poner el (sic) en muchas palabras:

Arco de Bendiciones de Parecirsa

Palmeras y cipreses

Galería de Albert Khan

"39.- De los 642 pies que tiene de largo todo el edificio, 246 á la parte del septentrion ocupa el atrio, y son los mismos de que consta su anchura de norte á mediodía: su largo de oriente a poniente es de 462 ancho total de toda la fábrica. Por este atrio se entraba á las diez y nueve naves, que no estando cerradas como ahora, la grandeza del edificio sorprendia toda junta de repente a los que entraban por la puerta principal. 40.- Esta, que era la única que había en el muro del norte, tiene quince pies de ancho y treinta de alto, y el arco que la forma es árabe apuntado. Sus hojas dicen los árabes que estaban cubiertas de planchas de oro, pero lo que ahora tienen son unos artesoncillos de bronce, en cuyo centro se vén caracteres, unos árabes y otros góticos; mas de las alteraciones del arco y las puertas hablaremos mas adelante.


Galería norte y torre de Albert Kanh


Grandes colas de visitantes el día 24/12

268.-Las puertas que tiene la iglesia al atrio son cinco, de las que dos por pequeñas y mezquinas poco correspondientes al sitio que ocupan, están practicadas en el testero de las galerías ó soportales, de que hablaremos después, y tres grandes en el mismo atrio; de las que una está situada en la nave de sagrario, otra en la que tiene al frente la capilla de San Bartolomé, y la otra en fin en la nave principal de la mezquita primitiva, y es el arco de las bendiciones que anteriormente hemos nombrado. 269.- Sobre este arco hizo el Obispo Don Fr. Juan de Toledo una decoracion de piedra con dos nichos en que se vá a la Anunciacion de Ntra. Sra. Cuya imagen está á la derecha, San Gabriel á la izquierda y en el centro un jarrón de azucenas. Por bajo se lee la siguiente inscripción:


Surtidor central

Surtidor este

Surtidor oeste

Hoc sacrum opus angelicae salutationis divae Mariae Virgini dicatum, Frater Joannes á Toleto sculpendum curavit, episcopatus sui anno decimo, nativitatis vero domini nostri MDXXXIII

A un lado de este arco se vé en el muro una lápida de marmol cerca de la pila de agua bendita en que se lee la siguiente inscripción: “XPS Vincit/XPS regnat/ XPS imperat/ (un dibujo de una cruz) Era MCCCXXXV años (1297 de J.C.) Rodericus Remigius me fecit.” 


Galería este

 Galería oeste y las gárgolas

Rincón noroeste

270.-Entrando por la puerta del Perdon se baja por nueve gradas de jaspe azul que fueron construidas en 1623 al atrio ó patio de los naranjos. Fué este mejorado y adornado con dos de sus fuentes por el Obispo Don Francisco Reinoso en 1599, y en 1740 se aumentó el agua de las fuentes y se le dio mayor peso con lo que se embelleció mas este atrio. Es indudable que estuvo poblado de árboles en tiempo de los árabes, pues uno de sus escritores del siglo XIII tratando de la mezquita de Córdoba dice asi: 





Gárgolas de los machones de la galería oeste

“La aljama de Córdoba, restitúyala Dios al Islam, fue obra de los reyes Omeyas que la hicieron á competencia de la de Damasco: se entra en ella por un atrio espaciosos lleno de árboles frutales, palmas y naranjos, con copiosas fuentes de agua, que corre entre flores y hiervas debajo de los planteles para recuerdo de las amenidades del paraíso”.

La cuatro gárgolas

No es de creer se despoblase del todo este bello parque en tiempo de los cristianos; mas ya le faltarían algunas plazas cuando á principio del siglo XVI se plantó en él cierto número de naranjos (Asi lo dice en el tom. 2º capitulo 32 de su Agricultura Gabriel Alonso de Herrera que tratando de los naranjos se esplica asi: “puedense trasponer estos árboles aunque sean bien grandes desmochándolos bien que queden en las horquillas con algunas raíces principales en buenos hoyos y con su tierra bien estercolada y bien podrida, y regándolos muchas veces, “como vi en Córdoba trasponer los de San Agustin al patio de la iglesia mayor” ). En el dia pasan de ciento las plantas que tiene entre naranjos, cipreses nuevos y algunas palmas pequeñas; porque los antiguos cipreses y altas palmas que lo adornaban antes fueron arrancados por un huracán en 1822. 


Piedra con inscripción romana debajo de una basa

Texto del arco de Bendiciones

Está dividido en tres cuadros, cada uno de los cuales tiene en el centro una fuente baja con surtidor, rodeada con verja de hierro, de las que ninguna corre hace mucho tiempo; y el cuadro del medio tiene además arrimada á la calle del norte la fuente principal con cuatro caños y surtidor y otra á la calle del mediodía con un solo caño. 271.- Por todos sus lados menos por el del sur está rodeado de galerías ó soportales sostenidos de columnas y postes á trechos. Algunos han creido que estos soportales existieron en tiempo de los árabes, pero nosotros juzgamos que si hubo pórticos se limitaron al espacio que ocupa cada una de las puertas laterales, pues la cuatro primeras columnas de los soportales como se sale de la iglesia, que son de jaspe azul en el lado de oriente 


Distintos modillones

y de rojo en el de occidente, en todo son iguales á las de la mezquita, y las demás muy diferentes, pues son de jaspe rojo y tienen los fustes mas delgados y cortos, y se apoyan en basas de las que carecen las demás, por lo que es de creer que estos soportales se prolongaron en tiempos modernos. En efecto, la construcción de ellos no conserva rasgo ni vestigio alguno árabe, pues los capiteles bizantinos que se vén en la galería de occidente pudieron acomodarse allí llevándolos de otra parte; pero no podemos determinar el tiempo fijo en que fueron construidos, aunque conjeturamos que el de la parte de occidente, que es el mejor y mas primorosamente labrado, fue por lo menos restaurado por el Obispo Don Martin de Angulo, á principios del siglo XVI, pues se ven sus armas en él. 


Plano de Gabriel Ruiz Cabrero con anotaciones

272.- La galería del norte fue dividida en oficinas, y al estremo de ella, aunque mediando la puerta del caño gordo se encuentra al oriente la sala dicha de los diezmos, y al occidente, después de ser interrumpida por la puerta del Perdon y torre, se halla la audiencia eclesiástica que se labró en el pontificado de Don Francisco de Alarcon (1658-1675).”


Otro plano del Patio y dependencias

Son muy interesantes algunas de las puntualizaciones que Ramírez de las Casas Deza señala. Primero las medidas del edificio y del patio, en pies. Habla de la apertura al patio de las diecinueve naves, hoy cerradas. Cita que a la calle sólo había una puerta en el muro norte, que es la de la puerta del Perdón (cuando después habla de una segunda, la del Caño Gordo), y que ésta estaba forrada de planchas de oro. Que las puertas del atrio a la iglesia eran cinco. Una la sitúa en la nave del sagrario, que es la número dos, pues las naves empiezan a contar por el este. Otra, frente a la Capilla de San Bartolomé, o nave dieciocho (ojo ésta no existe actualmente, ahora tiene celosía, aunque se ha abierto la de la polémica celosía en la nave anterior, la diecisiete). 


Olivo y fuente


 Cinamomo

Para finalizar con la que llama la principal, de la mezquita primitiva, nave central en su momento y ahora la número catorce. Describe la decoración e inscripciones de esa puerta de las Palmas o Arco de Bendiciones. El número de escalones de jaspe azul, para bajar al Patio desde la puerta del Perdón. Señala también que algunos de los naranjos fueron trasplantados del huerto de San Agustín. Que en 1822 un huracán derribó algunas palmeras de gran porte y algunos cipreses. Habla de las galerías y los motivos por los que considera que no son del tiempo de los árabes, sino más modernas. Y finaliza diciendo, entre otras cosas, que entre la puerta del Caño Gordo y la de la Grada Redonda, estaba la sala de Diezmos, y que entre el Postigo de la Leche y la Torre, estaba la Audiencia Eclesiástica allá por el siglo XVII, además de otras dependencias de la galería norte, Atarazana, Obrería, Carpintería, etc..

Cipreses 1 y 2 del cuadro oeste y central

Y ahora toca hablar de la vegetación; actualmente hay plantados en el Patio de los Naranjos, en los tres cuadros que configuran el jardín, cinco especies distintas de árboles, doce cipreses, de diferentes edades, once palmeras, noventa y siete naranjos, entre los que se incluyen algunos dulces, pero que los jardineros no dicen cuales, un olivo, con nuevas ramas, y un cinamomo, al lado de la fuente del mismo nombre en la calle sur. Luego ya puesto a desmenuzar el Patio, diremos que lo circundan tres galerías y la fachada norte de la Mezquita, sostenido todo por noventa y seis columnas, sesenta y cuatro arcos, y diecisiete machones. Lo decoran también cuatro miliarios

Cipreses 3 y 4 del cuadro central

Tiene seis puertas a la calle y una ventana; Deanes, Postigo de la Leche (casi siempre cerrada), del Perdón, del Caño Gordo, de la Grada Redonda, y de Santa Catalina. Veintitrés canalones desaguan sus tejados, cuatro de ellos en la galería de poniente tienen cuatro gárgolas, infinidad de modillones sujetan sus aleros, e innumerables merlones los culminan. Cinco puertas actuales, la cercana a la de Deanes, sobre la nave diecinueve, la de la polémica celosía, en la nave diecisiete, la de Las Palmas o Arco de Bendiciones, en la catorce, la que abre sobre la nave segunda, y la de la nave primera. Cinco fuentes; la del Olivo -antes, alberca nocturna de verano para los habitantes de la torre y allegados, actualmente sin peces de colores-, Cinamomo -reparada-, y tres pilones enrejados que llamábamos de abluciones (aunque no lo sean), son cinco caños de agua (sin incluir el caño de rebosadero de la fuente del Olivo) y cuatro surtidores. Un extraordinario aljibe, el de Almanzor. El Catastro señala una parcela total de la mezquita de 21.714m2., 20.396m2 construidos, y la medición de Google, aproximada, da un área del patio de 5.509m2.

Cipreses 5 y 6 del cuadro central

El número de palmeras son once, se aproxima al verso de Ramón Medina, que siempre reclamaban a mi madre lo cantara en las reuniones. De ella tengo grabadas diversas canciones, y sobre todo flamenco que cantaba con un notable paladar; medias granaínas estilo de Vallejo, alegrías de Cádiz y copla, formaban parte de su amplio repertorio. La grabamos cantando mientras hacia sus quehaceres domésticos y en una reunión familiar. Cuando falleció, mi padre siempre tenía puesta la cinta en el magnetófono, por lo que cuando entrabas a su casa, escuchabas siempre a mi madre cantar. La verdad es que de casta le viene al galgo, mi abuelo Rafael -el barbero de la Mezquita-, su padre, era un cantaor de flamenco que, Eugenio Noel, calificaba de dominador del cante antiguo, además de guitarrista. Cierra el círculo flamenco -de momento-, mi hijo Gabriel, profesor titular de guitarra flamenca del Conservatorio Profesional de Música “Músico Zyriab”, porque yo, está feo decirlo por mí… lo hago fatal.

Cipreses 7 y 8 cuadros central y este

Volviendo al Patio de los Naranjos, que en muchas ocasiones he dicho eran, o fueron, el jardín de infancia de los hijos de muchos vecinos -el barrio de la Judería o de la Mezquita, ya no tiene niños-, que jugaban a las bolas, el pincho, a la una mi mula, al trompo, o simplemente a correr, y los más sofisticados, pintando una carretera con tiza en los irregulares poyetes, y hacían un tour como el que ganó Bahamontes en 1959, siendo los ciclistas, “sansones”, tapones de gaseosas o cervezas forrados con su cromo correspondiente.

Cipreses 9 y 10 del cuadro este

Había una niña, Isabelita, que nos ganaba siempre a todo, llevaba una talega de bolas ganadas fruto de sus triunfos colgada de la cintura, y partía los trompos con una habilidad que nadie quería jugar con ella, afilando la púa en las abrasivas piedras del patio. El regador del patio, anciano del asilo, que luego se convirtió en asesino de un joven albañil. Los guías oficiales, señalaban su oficialidad con una ovalada placa que llevaban en la solapa, Salcines, Monroy y otros, porque a los clandestinos, les aplicaban la Ley de Vagos y Maleantes y pasaban largas temporadas entre rejas.

Cipreses 11 y 12 del cuadro este

Personajes ilustres del mundo árabe, eran acontecimiento habitual cuando visitaban la Mezquita, recuerdo a Husein de Jordania, a príncipes de Arabia, y a Mohamed V, por citar algunos. Antes, yo no llegué a esa fecha, la visitó Alexander Fleming, en todo su apogeo del auge de la Penicilina, que se ‘estraperló’ bastante, como todo en este país. Lilian de Celis, y Sara Montiel, como artistas, o Antonio Molina y María de los Ángeles Hortelano, cuando rodaron el Cristo de los Faroles. Todos ellos dentro de los recuerdos de andar por casa, pero era una visita habitual de los ilustres. Los juegos terminaban, cuando Manola, entrando por el Postigo de la Leche, chiflaba llamando a sus hijos a comer.

Palmeras 1,2 y 3 del cuadro oeste 

Familias de muchos hermanos, conocidas por los Venturas, los de la Manola, todos los de la Casa del Callejón, los de la Encarna… etc. Luego los recuerdos habituales; Manolita, amiga de mi madre, sentada tomando el sol en los escalones de la galería este. O el citado muchas veces cura voyeurista, con breviario, pero mirando por encima de las gafas los cortos centímetros de falda, o las entrepiernas descuidadas, de las francesas, porque todos los turistas eran para nosotros franceses. Fue el despertar de la industria turística con esos grupos que trasportaba la empresa Atesa -todos viejos-, y significaban las comisiones a los guías cuando compraban en las escasas tiendas, que había. Retornando a la historia y dejando la nostalgia personal para otro momento, decir que muchos autores han citado al Patio de los Naranjos. Fray Gregorio Alfaro dice: “un hermoso plantel de naranjos que arrebatan la vista…”. Tomás Fernández Moreno: “tres capacísimos cuadros 80 naranjos, 12 cipreses, 3 palmas y algún olivo…” Otros autores dicen 98 naranjos (constancia de ellos desde 1512), a finales del XVIII y diez palmeras.

 
 Palmeras 3, 4,5 y 6 del cuadro central

“Horas en Córdoba” de Azorín: “He llegado a la Catedral. He traspuesto la puerta y he entrado en el Patio de los Naranjos. Cuatro o seis mendigos toman el sol. El patio es ancho, empedrado de guijarros; se extienden naranjos en filas; la alta y recia torre se yergue a un lado. Sólo algunos viajeros cruzan a esta hora el patio y se dirigen hacia la Catedral. El mismo silencio de la ciudad se goza aquí en este recinto. Una fuente deja caer un hilo de agua. Cada media hora una moza con un cántaro aparece y lo llena en la fuente; el agua hace un son ronco y precipitado al caer en el cántaro. La moza espera inmóvil junto a la fuente. Pían y saltan unos gorriones en los naranjos…”



Palmeras 7 y 8 del cuadro central y este

En 1921 testimoniaba Ricardo de Montis que “mujeres de todos los barrios, aun de los más distantes, acuden continuamente a llenar los ventrudos y limpios cántaros en el cañito de la oliva porque, según una creencia muy generalizada, el agua de éste es distinta y mucho mejor que la de los otros caños”. O el pasodoble de Miguel Salcedo, cuando Cortés Molina, el gitano enamorado de una chavala que llenaba su cántaro en la fuente, decía: “Yo me estoy quemando vivo / en el fuego de tu cara: /junto al caño del Olivo / deja que beba de tu agua clara”. O la copla de Luis Bedmar: “A la fuente del Olivo / madre llévame a beber / a ver si me sale novio / que yo me muero de sed”.

Palmeras 9 y 10 del cuadro este

En 1862 el Barón Charles Dauvilier, en su “Viaje a España”, con Gustav Doré, decía: “Antes de entrar en la Mezquita atravesaremos el Patio de los Naranjos. Es un amplio y agradable recinto su pavimento es de losas de mármol y tiene enormes naranjos y limoneros, palmeras y cipreses que forman una espesa bóveda de verdor, bajo la cual brotan la fuentes siempre frescas. Este patio ofrece una particularidad bastante curiosa, y es que existe debajo una amplia alberca, a la que sirve de bóveda, a pesar de los grandes árboles de que está plantado. Así un célebre anticuario de Córdoba la ha comparado a los famosos jardines colgantes de Babilonia. Según una leyenda popular, en la época de la dominación árabe sirvió esta alberca de prisión para encerrar esclavos cristianos.” Y la lista es interminable.

Palmera 11 del cuadro este

Harían falta varias entradas para rellenar muchas cuestiones que son muy significativas de ese patio. No hemos hablado del olor a Azahar intenso de la floración de los naranjos. O el olor a mastranto, tomillo y romero de día del Corpus, que se mezclaba con el de la marihuana de los legionarios. En algún sitio leí que tuvo el patio plantados granados. Una de las columnas del muro norte de la Mezquita, tiene en su basa una piedra con una inscripción romana, que podemos ver en una fotografía. A partir de la ampliación de Almanzor la pared que da al patio es sencilla, pero la de la primitiva Mezquita es doble, por la presión que ejercía el templo hacia el norte, hubo que reforzarla. Las gárgolas, los modillones, los merlones, todos variados. La excavación del patio de Felix Hernández, y muchos etc. 

Fotos del autor, de Goolzoon, del libro "Catedral de Córdoba" de Nieto Cumplido, de Albert Kanh y de Internet.
Bibliografía la citada en el texto

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