miércoles, 29 de noviembre de 2023

PASEO DE FERNANDO QUIÑONES DE CÁDIZ

Postal de 1960

El Paseo de Fernando Quiñones, cuyo busto en tamaño natural, ha bajado del pedestal para ser estatua cercana, y que está en el lugar en el que estando próxima su muerte llevó a su mujer y le dijo: -“Nadia, quiero hacerte un regalo: te regalo Cádiz.” Todo aquel que quiere pasear por el paseo, y llegar a ningún sitio, puede hacerlo sin problemas.
Puerta de la Caleta, principios siglo XX

Puerta actual (Foto Ramón Sobrino)

Porque la cancela del Castillo de San Sebastián está siempre cerrada, y lo puede hacer, porque desde allí se pueden ver los mejores atardeceres de la ciudad. Naranjas y limones y una amplia gama de matices derivados. Eso sí es muy rápido, Helios no espera para irse, como el tren. Nosotros no vimos el rayo verde que Julio Verne si vio en otros lares.

Estatua de Fernando Quiñones


Busto de Paco Alba

Cuando un locutor -que debía estar en Somalia si su palabra tuviera algún valor, o no obtuviera el perdón diario de la púrpura propietaria de la emisora, donde le pagan varios millones, sueldo que sale de los 11.000 anuales nuestros-, que tenía un programa en Canal Sur Radio, -entonces se ponía la chaqueta de los que mandaban en San Telmo-, creo recordar haber escuchado alguna que otra vez a Fernando como invitado y era una delicia.

Puente del canal de la Caleta (Foto Rguez y Lloret)

Castillo y Faro (Fototipia Thomas)

Restaurante el Arrecife, mediados del XX

Estuvimos en el Paseo varios atardeceres. También en pleno día. El último que fuimos estaba la mar un poco molesta, 19 de noviembre. La paleta del atardecer algo menos intensa. Algunas estelas de esas que los negacionistas dicen son para que no llueva, se señalaban en el cielo. Cuando era pequeño eran de los aviones de propulsión a chorro y en otros lugares los "marcianos".

Casa de los Cuatro Vientos.

Caseta, Castillo y Faro (Foto Hauser y Menet)

No está el balneario (Foto Colección Trébol)

Como hemos dicho la mar estaba algo movida, El paseo y las ostioneras del malecón, llenas de pescadores y gente. Unas chicas, tres o cuatro (en la fotografía se ven tres), en el borde de la roca ostionera, cerca de la cancela de final del camino, sin avisar, y una ola de dos o tres metros que las bañó enteras. 

Reparando el Paseo (Foto transparencia.cadiz.es)

Las chicas mojadas (Foto C. Carnago)


Sin chicas mojadas (Foto  C. Carnago)

Quedaron como una sopa, eso sí bastante salada. Momentos antes las había fotografiado Conchi. No entendimos como se puede bajar la guardia de esa manera, podrían haber caído al mar si la ola lo hubiese querido. Es el Mar del Vendaval, la zona de océano abierto, Campo del Sur, Atlántico puro sin malecones, castillos o bahías.


Atardecer

En mitad de ese paseo hubo en el siglo XX un restaurante. Cuanta irregularidad urbanística en ese siglo, cuantas fortunas se han hecho con ello. Más de un tercio del paseo está –las tardes que hemos ido-, en la más absoluta oscuridad, buena para los enamorados que los aleja aún más de miradas indiscretas, pero mala para los paseantes. 

Desde el malecón

Desde la Caleta

Todo el paseo está construido sobre la piedra ostionera. Tallaron un canal al que le abrieron un puente, para no tener que dar la vuelta a la punta que, además es peligrosa -con algún naufragio famoso-, y salir a mar abierto cruzando el paseo. Arreglaron la caseta del mareógrafo, también construido con la piedra ostionera. 

La Caleta desde el Paseo de Fernando Quiñones

Al fondo Castillo de Santa Catalina

Esta piedra es parecida a nuestra biocalcarenitas de las terrazas del Guadalquivir, mucho más joven y con algunas diferencias ostensibles, menos materia orgánica y más arenisca calcárea. Está en todas las construcciones. Parece que coge su nombre de los ostiones, esas ostras de la zona cuyos caparazones están en mayor medida en ellas. 


Dos casi iguales

Las biocalcarenitas son más variadas y diversos los moluscos que las contienen y creo de periodos geológicos más antiguos. Esta piedra está acostumbrada al mar. La Caleta está amparada por ella de forma natural, sin tener en cuenta los castillos de Santa Catalina y de San Sebastian, o el propio paseo malecón del poeta Quiñones

El mareógrafo-ermita

Interior del mareógrafo (autor desconocido)

La caseta que está cerca del Castillo, en el lado sur del paseo, en el norte está la Playa de la Caleta, fue un mareógrafo, medidor, con un pozo interior que tiene, de las mareas, luego la quisieron hacer ermita. Una imagen de La Galeona allí, la Virgen del Rosario ha transformado el laboratorio científico, el antiguo mareógrafo, en ermita.

Castillo de San Sebastian

Castillo de San Sebastian

Se arregló hace unos años y ahí está. Sobre el islote y castillo dice la enciclopedia popular Wikipedia: “según la tradición clásica, en este islote se encontraba el Templo de Moloch/Kronos. En 1457, en el islote se levantó una ermita por los tripulantes de un barco veneciano que se recuperaban de la peste. 

Garita

Interior del Castillo

En 1706 se iniciaron las obras de construcción de un castillo que dio lugar a un recinto fortificado de planta irregular y que defendía el flanco norte de la ciudad. En su interior y sobre la base de una torre-atalaya musulmana se levanta el actual faro, una estructura de hierro diseñada por Rafael de la Cerda en 1908 (único faro de esta estructura en España), el segundo eléctrico de España y 41 metros sobre el nivel del mar. 

Otra vista interior del Castillo

Arco de la entrada

En 2017 fue restaurado.” Fue también prisión de ilustres presos. Hoy su faro óptico avisa de la cercanía de la costa, cuando la mayoría son radiofaros. Ahí la nostalgia del farero:” …Y el farero,/¡qué persona!/con las barbas como un misionero;/ lo trajeron desde Barcelona/ y aquí se casó con Juana María/ y hoy lo mismo se arranca el gachó/ con una sardana que por bulerías.…/”

Fotografías del autor, autores citados y del Blog “Hitos de Cádiz”
Bibliografía de Wikipedia.

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