sábado, 5 de septiembre de 2009

LOS ANUNCIOS



La publicidad. Los anuncios. Ahora se llaman spot. Son unos elementos que siempre ha formado parte de nuestras vidas, bien para obligarnos a adquirir un determinado producto o artilugio, o para educarnos el cerebro en una determinada dirección…

Siempre han estado ahí. Primero en papel, luego sonoros en la radio -en este medio era muy importante la música o la sintonía-, después en la televisión, que embobaba a los peques de la casa, sintiéndose orgullosos los padres cuando el niño decía el anuncio de turno. En mi caso aprendí pronto a leer y, tanto mis padres como después los maestros, se preocuparon de una cosa que hoy no parece importar mucho, y es que tuviera una correcta, o lo más aproximada, pronunciación. Habían conseguido que el niño diferenciara las “bes” de las “uves”, cargara la pronunciación en la “uvedoble”, las “ces” de las “eses” y “zetas”, etc. etc. Luego el prenda ha hecho lo que ha querido, el acento cordobés, es el acento cordobés.

Pues bien, como con poco más tres años yo ya leía en el periódico, claro, eso te hacía sentirte una atracción de feria, por muy orgulloso que se sintiera tu padre. Te llevaban a la taberna de al lado y tenías que leer cualquier cosa, que casi siempre era la necrológica. Lagarto, lagarto. Otras veces, te decían que tenías que repetir ese anuncio que te sabías tan bien, pronunciando las eses correctamente “Para la toss Tosiletass”. Se oía el murmullo de los mayores, y algún que otro ¡joder! o ¡Coño! Como la actuación se había acabado, preguntabas si te podías ir. Eso era muy habitual, rara era la semana que no actuaba un par de veces. El niño desde luego estaba hasta los coj… , en fin, de aquello que dijimos.


Escuchando la cantinela del anuncio, la sintonía, esa música pegadiza, ya visualizabas el anuncio y el producto. Si oías “Si ves aquel negrito, del áfrica tropical…”; Cola Cao, no tenía pérdida. O la novela de las ocho; “Ama rosa”, “Lo que nunca muere”, “Diego Valor”... Si lo que oías era el himno de la Infantería de Marina USA; Minutos deportivos, nunca comprendí el porqué. Un himno militar para un programa deportivo de EAJ24, Radio Córdoba. La mejor emisora de radio de Córdoba. No había otra, pero era buena, y su personal mejor, pioneros de la radio en esta ciudad. “Radio Chupete”, “Discos Dedicados” con la jota de Ricardo Solanas al comienzo, “Paseos por Córdoba” y tantos, y tantos programas. Y así sucesivamente, y seguro que cada uno tiene almacenados sonidos asociados a imágenes.

Luego la televisión ya acabó de atontarnos del todo. “Está como nunca, está como nunca…”; el muñequito y Fundador, el coñac. “Yo creía que mi ropa estaba blanca, hasta que no he visto la tuya”; Omo, Ese, Tutú, etc. Seguro que todos del Camps ese, no, el de Valencia es otro. Todo el afán era dejar la ropa a cual más blanca. Eso acabó con el lavadero de madera o de loza en la pila. Con echarle el azulillo al agua de enjuagar. En mi casa que tenía tres plantas y la pila estaba en la más alta, cuando lavaba mi madre, sonaba en toda ella, pienso que, aunque de muros de metro y medio vibraba también, cuando restregaba el jabón casero en la ropa. Eso significó unas rudimentarias lavadoras, que sólo daban vueltas a lo que llamaban la “colada”, ya no era lavar la ropa, y a mí me sonaba a algo erótico. Eso significó la modificación del Ph de nuestra piel.

Tosías por el catarro; te “endiñaban” un vaso de leche con un chorreón de coñac y una pastilla de Okal. Ácido acetilsalicilico puro, corteza del sauce sintetizada. Pero luego, “Se frota y basta”; Vick Vaporub, producto USA, que acabó con las friegas del alcohol, el pintar las ventanas en los costados de tintura de yodo, y algo antes las cataplasmas. O, “Ya todo ha pasado con Calmante Vitaminado”; posiblemente el abuelo de Harazen fumase porros, pero mi abuela estaba enganchada al Calmante Vitaminado, y la Magdalena la tía de Conchi también. A saber, el acido acetilsalicico (tiene tela el nombre), daba un cierto sopor, y para contrarrestarlo le metían a la formula cafeína pura –ahí estaba el enganche-, porque la vitamina, de la serie B para los músculos no creo. Eso sin hablar del Optalidón, que hasta venía gente de fuera para comprarlo, o la Analgilasa.

Si escuchabas la sintonía de Bonanza, tantararan tantan tantantan; un mapa ardiendo por el centro. ¡Ya quemaron mapas del rancho! sí. Pues, cosa curiosa, los nenes de la Mezquita nos acordábamos del párroco del Sagrario, que era un chicarrón del norte de la provincia, idéntico a Jos Cartwright –Dan Blocker- que se llamaba Miguel Castillejo. Pues sí, a este señor nos recordaba la sintonía y era el mote que le habíamos puesto, Jos de Bonanza. Entonces era un humilde sacerdote, luego fue algo más importante, ahora es un jubilado, con un buen retiro -no como el que me tocará a mí, a la vista de lo que percibo “c o m o f u n c i o n a r i o”-, pero jubilado, ya sin mando en plaza.

Chocolate Suchard, Matías López, Gaseosa “La Casera”, ésta se llevó la palma, decían está fabricada con el agua de Madrid, que tenía fama de buena. Tomaron todos los refrescos carbónicos, el nombre de casera. En Córdoba había otras gaseosas: Pijuán, La Fama Cordobesa, La revoltosa, La Constancia. Y alguna más. Con una enorme cantidad de carbónico que, cuando la tomabas te salía por los orificios de la nariz. Eso de adquirir el nombre del primer artilugio era muy normal. Todavía se dice olla laster, por olla a presión. La primera fue de la marca Laster y todas las demás igual, aunque fueran de otra marca. O la Turmix a todas las batidoras. En los cines se pregonaba, y en el fútbol, refrescos de “oranch”, limón y menta. El “oranch” era la pronunciación de orange –naranja-. Vale. Todos los colchones de muelles, eran Flex. Acabaron con los colchones de lana. Es verdad que hacer una cama con esos colchones era un drama, pero la diferencia era notable.

No quiero hablar de la Coca Cola, a la que todos los niños estaban enganchados, menos uno que no la probó nunca. Es verdad, no la ha probado nunca. Sus motivos tendría, a lo mejor porque era el modelo de lo que nos vendían los del otro lado del charco. Sí, una cosa parecida que se llamaba zarzaparrilla, que era como el jarabe si la tomó, ¡Ah! Y la casera cola, pero de la americana ni hablar. Tiene el niño a orgullo, no haber cantado nunca el Cara al Sol en el colegio –eso sí, el “Ardor guerrero” en la mili sí, por haber sido de infantería-, y no haber probado el refresco. De pocas cosas más puede presumir, por mucho que intente acordarse de algo.

No eras suficiente hombre si no te rociaban unas gotas, o un chorreón, de Varón Dandy, faltaría más. Tengo una amiga que dice que a lo único que le ha sido fiel en la vida ha sido a “Maderas de Oriente” de la casa Myrurgia. Ese era también el perfume que usaba mi madre, inconfundible. El Chanel N5 para Marylin. Casa Hoyo en la calle Nueva, no necesitaba anuncios, pasar por la acera, nada más pasado el Instituto Góngora, era recibir una mezcla de olores, que hacía circular un chiste que decía que, a la caída de la tarde los dependientes salían pidiendo a gritos:

-¡Una mierda, una mierda, por favor!

No podían aguantar más. Lo vendían a granel y lo dispensaban con unos embudos finísimos para que entrara en el estrecho orificio del bote, que normalmente era aprovechado del primitivo que había sido un regalo, o una compra especial, la que pudiera.

Bueno el repertorio es más amplio. Ahora cada uno que aporte el suyo, su recuerdo o la comedura de coco de su anuncio preferido. No quiero terminar sin decir que hoy en día hay “spot publicitarios” que, en tan sólo veinte segundos, nos ofertan maravillosas historias, es decir verdaderas obras de arte cinematográficas.


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Dedicado a Lisistrata.

Bibliografía de la red

2 comentarios:

  1. Paco, excelente entrada. De pequeño escuchaba eso de "dale un Okal" no sé si existían entonces o bien lo decían refiriéndose a la Aspirina. Me ha llamado la atención lo del pintar los costados de las ventanas con tintura de yodo, la primera vez que lo oigo.

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  2. No se referían a Okal que era una marca comercial del ácidoacetilsalicilico, como Aspirina o Calmante Vitaminado de Jiménez. El Calmante Vitaminado generaba adición en las personas. Ejemplo: el ACS generaba sueño, y para contrarrestarlo le adicionaban cafeína pura (aquí la adición)y algo de Vitamina B12 para los músculos. Lo de la pintura era muy usual y te garantizo que se aclaraba el catarro. Las cataplasmas y las ventosas también eran muy usuales para los dolores. La ventosa cosistía en poner una perra gorda en el lugar dolorido, encima de la moneda una pequeña bolita de algodón empapada en alcohol (la moneda es para proteger) luego se le metía fuego a la bolita, rápidamente se ponía encima un vaso de cristal, al consumirse el oxigeno del vaso y apagarse el algodón, se provocaba una fuerte succión de la carne que se metía en el vaso hasta un tercio, esa succión sacaba de los músculos el ácido láctico cristalizado que provocaba el dolor o distendía el músculo. Son curiosidades que funcionaban.

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