Una viuda enlutada algo alegre.
En fechas próximas se celebra, el Día de los Difuntos. El segundo día del mes de noviembre, del que dice el refrán: “Noviembre dichoso mes que empieza con los Santos, media con San Martín y acaba con San Andrés”, y me viene a la memoria, referido a los difuntos, además del olor a castañas, símbolo otoñal, mariposas en las casas, gachas, y algo que estaba muy arraigado en la católica y apostólica sociedad que nos tocó vivir a algunos, los lutos.
Mi madre, mi padre, mi primo Antoñico y
el que suscribe, en la Gran Vía granadina. 1950.
Siempre que me refiero al luto, recuerdo a mi madre casi siempre de un negro riguroso, y eso que era una mujer muy actual -trabajaba fuera de su casa en los años treinta-, primero por su padre, mi abuelo, con un velo por la cabeza que casi le cubría la cara, y luego diez años después por mí abuela. Luego venía una relajación que se llamaba “medio luto”, o “alivio de luto” -claro si era alivio es porque era un tormento llevarlo- y los vestidos empezaban a mancharse de lunarcitos blancos.
Melania "aliviándose" el luto, en lo que el Viento se Llevó.
Con el alivio, a su vez, la rigidez de la casa se suavizaba abriendo las puertas y ventanas, que en los días de duelo habían permanecido cerradas y la puerta a media hoja. El que tenía radio ni siquiera la ponía porque estaba mal visto y era criticable. Y se daba hasta la exageración de quitar de la vista las flores. Hasta había una joya, un tipo de pendientes que se llamaban lutos y consistían en una sola piedra negra tallada, normalmente en cabujón, que podría ser un ónice. No se llegaba al entierro en vida de la viuda o la cremación junto al esposo como cuentan ocurría en algunas civilizaciones, si se puede llamar civilización a esos métodos, pero lo cierto es que la rigidez era bastante considerable. No se salía ni a la calle, sólo lo justo. Ni se veía nada de dentro de las casas porque nadie se asomaba a las ventanas. Hasta el gracioso de siempre, decía que tomaba el café solo porque estaba de luto.
Anuncio de lutos.
Esa rigidez, como casi en todo, afectaba mayormente a la mujer. Al hombre o le teñían la ropa de negro, o le cosían un enorme brazalete en la chaqueta o abrigo, para que se supiera que estaba de luto. Las críticas del levantamiento del luto antes de lo prefijado por las normas, eran feroces, sobre todo en las mujeres. Familias enteras cuando salían a la calle parecían almas en pena con el negro riguroso, sobre todo en los chiquillos. Estas costumbres fueron disminuyendo y los hombres empezaron a llevar sólo un botón negro en la solapa, o una pequeña tira negra. Algunos chiquillos no salían ni a jugar a la calle por el dichoso luto. Y hasta en las tabernas existía lo que se llamaba la piquera, para beber el vino el que estaba de luto y así no tener que entrar en el establecimiento. Luego estaban las leyendas urbanas, referidas al recluta de pueblo que volvía de casa con la ropa de soldado teñida de negro, por el luto de su madre o padre, o algún familiar cercano.
Mujeres de luto
Lorca retrata el tema muy bien en la Casa de Bernarda Alba. Y las normas de urbanidad prefijaban las siguientes para los lutos:
“El luto de la viuda es de uno o dos años el del viudo suele la mitad de ese tiempo.
Una viuda no debe contraer nuevo matrimonio antes de los diez meses; el viudo puede hacerlo pasado el medio año.
El luto de un padre, de una madre, de un hijo mayor, se lleva un año; el de los abuelos y hermanos, seis meses; por los tíos y primos se reduce el luto en tiempo y rigor a lo que aconsejan las conveniencias sociales.
La esposa que se casa con un hombre que está de luto, debe tomar el luto del marido.
Aparte de estas reglas generales, hay lutos que se prolongan mucho más tiempo, ya por respeto al difunto, ya porque persiste el sentimiento que experimentamos con la pérdida del ser querido.
El luto riguroso exige telas de lana y crespón y hechura lo más sencilla posible para las señoras; corbata negra y gasa en el sombrero para los hombres. En el luto no cabe usar más joyas que de azabache.
El alivio de luto empieza generalmente al quinto mes para los viudos, al séptimo para los padres, la cuarta para los abuelos y hermanos y a la séptima semana para los tíos.
También suelen guardarse luto los amigos íntimos.”
Como se puede comprobar siempre se cargaban las tintas en la mujer, gracias al machismo exacerbado de la sociedad que, en el fondo, ha variado poco. Hoy en día, sin embargo, aún se ven algunas corbatas oscuras en los duelos, pero cada vez menos. Claro existía la justificación, también absurda para quedar bien, que decían el luto se lleva en el corazón. Pues vale. Una costumbre más que está entrando en el terreno de los recuerdos más añejos, de nuestra sociedad.
Unas afganas de luto.
No obstante, es conveniente dar unas pinceladas sobre las costumbres en otros lugares. Parece ser que el color negro de nuestra sociedad puede venir de una costumbre semita de ennegrecerse la cara para hacerla irreconocible a la muerte. Sin embargo en determinados ritos funerarios de oriente, puede ser el blanco, el que simbolizaría la palidez de la muerte o en todo caso, la idea budista de “venir vacío, irse de vacío”, imitando a la naturaleza. Otros budistas chinos, usan el amarillo como color para el duelo.
María Estuardo de luto
En el Egipto antiguo y en la Roma imperial el color símbolo del duelo era el rojo, que asemejaba a la sangre, aunque parece que algunas mujeres romanas y griegas usaban también el blanco. Luego a partir del siglo II los romanos utilizaron el negro. En Egipto actualmente el color que simboliza la muerte es el naranja o amarillo. La realeza en época medieval usaba el color blanco. En Irán se emplea el azul, igual que antiguamente en Gran Bretaña. En Siria por el contrario es el azul pálido. En Tailandia el violeta y en Sudáfrica el rojo. Y el lila y el gris se empleaban en occidente como lo que citamos de “alivio de luto”. Como se puede ver la variedad cromática es inmensa y variada como en todo, lo que significa que lo de llevar el duelo en el interior es lo que vale, el resto es envoltura, más o menos rígida pero envoltura.
No es muy alegre que digamos esta entrada –el que lo desee que toque madera-, pero es que lo requieren las fechas próximas.
Fotografías: Del autor y de las Web
pbase.co, cementeriorecoleta.com.ar, y fondoplanet.com
Para trajes y corbatas negras las de los Blues Brothers ! Acuérdate también de Johnny Cash y su Man in black, versionada por Loquillo, y de los Stones con su Paint in black! esoso sí que eran lutos. O "La niña de luto" de Manolo Summers con Landa y la Alfonso, que retrataba, con sorna, el ambiente al que tú nos trasladas.
ResponderEliminarEl luto, el luto, qué terrible losa. A mí siempre me fascinaron las obras literarias que tenían como tema el luto, desde A Electra le sienta bien el luto en la que el gran O’Neill nos lleva a una sociedad puritana del profundo sur yanqui y que retoma el mito griego, hasta la infravalorada La Niña de Luto de Summers, pasando por la terrible Casa de Bernarda Alba o el Pascual Duarte de Cela a la que yo responsabilizo del morbo que siempre me produjo el negro riguroso que deja escapar la rigurosa blancura de los muslos de las niñas encerradas en luto cuando se arrodillan en la iglesia....
ResponderEliminarPero sobre todo experiencias de represión terrible de la España negra del franquismo... Si no hubiera sido por un luto riguroso....
Sí Marti, efectivamente. Siempre quedan esas películas, que no le dábamos importancia en su tiempo, pero que dibujaban esa España profunda, que comenta Manolo, de Bernarda Alba o Duarte, junto con la literaria y morbosa escena que relatas.
ResponderEliminarDe las fotos,me quedo con la de la
ResponderEliminarviuda,que encabeza el escrito.Sus
gruesos labios carnosos y rojos,sus
enormes ojos y ese rostro de pena,e
legantemente vestida.
Del día de Difuntos,tengo buenos
recuerdos,de encuentros familiares
en el cementerio de San Rafael,de
primas y primos,muy arregladitos
corriendo entre las tumbas y los
gritos de los padres,para que nos
estubieramos quietos.Noche oscura,
siguiendo las sombras y luces de
las "mariposas",que quemaban aciete
de oliva sobre agua.Una por cada
difunto,esto no era de mi agrado,
pero bueno se suplía con las deli
ciosas gachas con trozos de pan
frito,que nos hacía mi madre.Espe
ro convencer a mi mujer que me las
haga,que a mi no me salen bien,tie
nensu toque y yo no se darselo.
Bueno todo esto acabará,porque en
mi caso y por lo que se ve,en toda mi familia,preferimos la incinera
ción.
Pacomuñoz, no nos olvidemos de " ..O llevarás luto por mí" que hizo de Benítez un mito a nivel mundial, ahondando y sublimando el tópico: muerte, miseria, franquismo, toreo...
ResponderEliminarMuy bien descrito Ben, en lo de las gachas tengo una buena cocinera, con una mano especial. Sabes que hoy mismo he visto como en los colegios iban los chiquillos vestidos de película americana, en una palabra la colonización de las costumbres.
ResponderEliminarY Marti claro que me acuerdo de la película que citas, fue en el momento de apogeo del Sr. Benitez. Y de todo el simbolismo que aportaba al momento.
No paco, no es una película. Es el libro de Dominique Lapierre y Larry Collins, q.e.p.d., sobre Benítez y su trayectoria más legendaria. Las películas que tenemos en mente, alguna comentada en su día en La Taberna, son "Aprendiendo a morir","Chantaje a un torero " y la breve aparición de "En Andalucía nació el amor". La verdad es que las cosas, llegados a un punto, se acumulan y superponen.
ResponderEliminarClaro, me he confundido con una de las películas sobre la vida de Benitez. Posiblemente basada en la obra que citas que creo es una biografía del torero, pero esa era una frase que circulaba en ese tiempo. O te compro un cortijo o te visto de luto, que nunca sabremos hasta donde llegaba la verdad y el montaje.
ResponderEliminarUna curiosidad: una hija de una prima segunda mía, es hija del Sr. Benitez.
Pues sí, se trata de una frase que hay quien pone en boca del torero y que Lapierre & Collins utilizaron para titular su libro.
ResponderEliminarLas películas, las tres, son previas en el tiempo al libro y, lógicamente, no pudieron estar inspiradas en el "best seller"
Que bien lo has descrito amigo, a mi me has recordado a mi abuela materna una mujer vajita con caracter como todas las de mi familia, pá que negarlo y vestida sieeeeeempre de negro, no me acuerdo de ver a mi abuela con nada de color.
ResponderEliminarQue castigos aquellos por si no fuese poco la pena que ya tiene una...menos mal que se a descubierto la colorterapia.
El edificio por el que me preguntas es el de las oficinas de CREUSA pero no se el numero.
Besos amigo Paco
¿Y cómo es que hubo un tiempo en que las novias vestían de negro? ¿Tiene eso algo que ver con el luto? ¿Acaso es el entierro de la virginidad?
ResponderEliminarCon perdón al resto de hembras que lean esto, yo me quedo con la foto inicial. El mejor luto es el que uno se salta a la torera porque sabe mejor y tiene morbo. ¡Viva la viuda alegre!
Carol muchas gracias. Y por lo del edificio y me imagino pero con un buen teleobjetivo.
ResponderEliminarJosé Manuel.
ResponderEliminarMi madre sin ir más lejos, todos en la foto de ritual están de negro. Ella con un traje de chaqueta negro, la camisa blanca, una flor del mismo color en el ojal,guantes y un ramo de flores blancas, un sombrero con velo a media cara negro. Y mi padre de negro con guantes blancos. Sería la moda, digo yo, nunca lo he preguntado
era el 45 del siglo pasado, como es lógico.
El Luto, como tradición arraigada en aquella época, para mi respetable, pero no compartida, ni entendida, pero si recuerdo cuando murió el padre de un amigo, estuvieron dos años sin ver la tele (aquella de válvulas en blanco y negro) y por cierto cuando la encendieron no andaba y palante ni patras, cosas de aquella época, también recuerdo a mi madre de luto riguroso, a la muerte de mi padre, por mucho que le explicaba ella no lo comprendía (comprensible), mi madre no comprende que una mujer no guarde luto a la muerte de su marido y me reitero, cosa muy comprensible debido a aquella sociedad.
ResponderEliminarUn Saludo.
Vértice llevas razón, ¿por no ver la televisión querían más a su padre? Yo creo que muchas veces pensarían lo que pensamos y no parece oportuno decir, pues las personas cuando sufren una pérdida lo que necesitan es airearse y dejar que la vida siga, sino van detrás. Afortunadamente la propia naturaleza sigue su curso y permite rehacer las cosas. Las ventanas abiertas y que entre aire fresco. Me imagino que algún insecto anidaría, en las entrañas de la televisión, se comerían los cables y... hasta luego Lucas. Cuando yo reparaba esos artilugios se encontraba uno de todo dentro, y si procedía de un establecimiento público de todo multiplicado, había que abrirla con guantes de los que se ponen los de CSI.
ResponderEliminarAmigo Paco
ResponderEliminarComo siempre tienes la calidad y el sentido de la oportunidad, pues estas fechas se prestan a ello.
El haber estado de monaguillo nos ha dado la oportunidad de vivir de cerca algunos lutos.
Por ejemplo la dueña del Horno de Santa Elvira (C/ Abejar), despues de fallecer su marido que según dicen los que saben "LE HIZO PASAR LO SUYO", En los aniversarios, se presentaba ella TODO ENLUTADA, y le ofrecía una Misa.
A toda persona que asistía a la misa de difuntos, RECIBIA UN DURO DE PLATA. Lógicamente la Iglesia estaba llena de personas, pues la mayoría eran avisadas por nosotros
Otro luto famoso, fue el que llevó
Dª. María Morales Vida, el día 22 de febrero de 1952, día en el que falleción Antonio Cañero.
María Morales Vida, era la mujer del fotógrafo "El Canuto", pero desde hacía tiempo vivía con el rejoneador.
No era un grantipo en altura, pero era una mujer muy bella, morena y de facciones muy armónicas. Usaba zapatos de alto tacón y medias de costura negra.
"Esta viuda", estuvo siempre en segundo plano en el entierro, pues estuvo "semiescondida" debajo del Coro. Fue la hermana del torero la que ocupó la presidencia del duelo
Saludos
Entre los dolientes más significativos, parece ser que había una mujer que dijeron que era su hermana Carmen. Al final de la Iglesia y prácticamente debajo del coro, estaba Doña María Morales Vida. Era el centro de todas las miradas.
Buceando en el baúl de los recuerdos me viene uno de la calle Conde de Cárdenas. Era una tintorería especializada en lutos. Ofrecian servicios, no estoy seguro si eran en 8 ó 24 horas. Pero en aquella España de penurias me imagino que al tener un muerto en la familia, además de acudir a la funeraria y a la iglesia, había que ir al tinte, con algúna ropa decente y tintarla de urgencia para cumplir el ritual.
ResponderEliminarTambién recuerdo los lutos de alivio: una banda negra en la manga del traje entre el codo y el hombro (no me acuerdo si era en el brazo izquierdo o en el derecho). Otros alivios de lutos consistían en una breve banda negra en el filo del bolsillo superior de la chaqueta. Si me apuras hasta recuerdo un pequeño triángulo negro en el mismo lugar.
Por cierto que de eso hace solo unas docenas de años. Así que cuando veo gente ridiculizar costumbres actuales indias, o marroquíes o chinas, pienso la poca historia que hemos aprendido.
Paco gracias una vez mas por tu empeño en remover nuestra memoria.
Manuel, eres un pozo de conocimientos, que no sabría un monaguillo de esos temas, o un sacristán como el amigo Miguel Serrano. Tienes un amplio anecdotario y muy popular, con la nota siempre cercana a la capas menos favorecidas como denota el asunto de los avisos. Luego la clásica "querida" o "la otra" como dice la copla.
ResponderEliminarEladio, me tenias preocupado no se si la ausencia es porque sí, o motivada por alguna causa más compleja. Deseo que sea por la primera. Pues no puedo decirte lo del brazalete, lo que si haciendo memoria recuerdo esos otros símbolos que citas. Bolsillo, etc. Mi suegro José Carnago, era tintorero, y como tal conocía la gente su casa en la calle Mucho Trigo, 10, y era habitual el teñido manual de las prendas, que me imagino sería difícil o casi imposible devolverlas a su color habitual.
ResponderEliminarY efectivamente no hace tantos años de esas costumbres, y la memoria del personal es frágil, muy frágil. Será por aquello de "Hoy los tiempos adelantan que una barbaridad..." de D. Hilarión.
No Paco, he viajado un poco y también quizás para los temas últimos no tenía material.
ResponderEliminarSí recuerdo aquellos coches fúnebres tirados por un par de caballos y con el recinto donde iba la caja del difunto, profusamente acristalados. Pero quizás lo que más me llamaba la atención eran los penachos de plumas negras que le colocaban en lo alto de la cabeza a los jumentos.
Pues me alegro entonces de tu pequeño retiro.
ResponderEliminarAño sesenta, mi abuela Antonia Jurado la que pintó Julio Romero en el cuadro de “Las Aceituneras”, murió, se traslado a San Rafael en ese tipo de coche, y en la esquina del Matadero para girar desde Puerta Nueva a la carretera Madrid, el caballo se molestó por algo y se metió en un arcén que era un canalillo, el coche detrás de él, como es lógico, y metió las dos ruedas de un lado en canal. La caja se desplazó hacia el cristal y todos pensamos, rotura de cristal y abuela al suelo. Afortunadamente la caja se movió de otra manera y no dio en el cristal. Como pudieron la sacaron primero y luego el coche empujando todo el mundo. Como de película del neorrealismo italiano o de Berlanga.
Circulaba en aquel tiempo un “dicho” que preguntaba:
-¿Que animal tiene cuatro patas pelo y plumas?
Cuando se “quedaba por tonto” el preguntado se le decía:
-El caballo de Moreno el de los muertos.
mi suegro, q en paz descanse, filósofo de natural, que no académico, decía que el luto lo inventó un tío con vista comercial que tenía apiladas muchas varas de tela de dicho color: "¿qué hago con esto, que no hay manera de darle salida al género?" y con esta necesidad de dar salida al género y hacer dinero se le ocurrió que vestir de negro era algo bastante idóneo cuando muere algún familiar. En realidad era un comentario jocoso q hacía al respecto para revestir el hecho del luto de banalidad en sentido figurado.
ResponderEliminarYo en cambio pienso que era una manera más de someter a la sociedad, a través de la madre, de la mujer en una palabra. Dejarla alicortada, ensombrecida por largo tiempo era en cierto modo efectuar un control no sólo en ella, siempre con más intensidad, sino tb en los q la rodean. No es bueno para el sistema social que la gente aprenda a rehacer su vida, a tener nuevas primaveras tras duros inviernos, eso hace pensar, razonar, en cambio la tristeza y el miedo en cóctel siempre hunde y mutila capacidades de reacción.
Feliz "fin de las cosechas", es "jalowin" o "la noche de los muertos", feliz invierno en el q la tierra descansa de dar frutos, se lo merece... tras el invierno, ya espera la primavera agazapada.
Fuera lutos cuando la vida o la muerte nos zarandee, cuanto menos y más lejano mejor. Sólo descanso necesario hasta la hora de florecer de nuevo, jamás marcada por nadie salvo por nuestra propio ánimo y naturaleza.
Lisis.
ResponderEliminarTu suegro era una persona genéticamente lista. Pero fíjate que, igualmente la costumbre de tomar uvas en Nochevieja fue como consecuencia de un excedente que hubo en un momento.
Tú segundo párrafo tampoco se puede discutir, sino todo lo contrario, es la realidad mezclada con tu poesía habitual.
De acuerdo en todo Lisis, pero la Conchi ha hecho hoy gachas para todos, y que se jodan los “llanquis” con sus disfraces y calabazas luminosas (los que fomentan esto es porque venden disfraces). Y lástima que no podamos ver a D. Juan Tenorio, con el mensaje c.a.r. (1) del perdón, pese a ser un “H.P. con los ojos malos”.
(1)Católico Apostólico Romano.
Pues yo voy a hacer gachas ahora mijmito tb, me han entrao ganas.
ResponderEliminarPor cierto, el jalowin no es yanki, es de origen celta iralandés, pero como la iglesia, estos "llankis" se lo apropian todo con afán de producir consumismo y dinero, como los otros.
Te dejo algunas lecturas recomendables para los niños en esta época:
aparte del Tenorio para adolescentes, ocasión para denigrar a los machistas con su prototipo de chulopisisnas, tb es recomendable "El monte de las ánimas" de Bécquer, "el cuervo" de Alan Poe" y cualquier otra q hable de muertos. A los niños les llama mucho la atención.
Como no me quiero alargar demasiado en comentario, q está feo, a ver si te envío por correo un cuento de tradición oral que contábamos de pequeños en la noche de difuntos, lo hacía normalmente una persona mayor, madre, abuela o una prima o vecina adolescente a los más peques. Nos cagábamos las patas abajo (pa q luego me hables q si lo poética q soy al escribir, ejeje)sólo de escucharlo, pero a los niños siempre nos daba mucho morbo contar cosas de miedo, y en eso la chiquillería no ha cambiado.
Si tardo en enviarte ese cuento y tuvieras interés en saberlo, aunq creo q seguro q lo sabes, me lo recuerdas, vale?
me voy a mis gashas para luego comerlas esta tarde. >;o]
Lisis te contesto porque he recibido por el correo el comentario, y aún no lo ha publicado el sistema.
ResponderEliminarNosotros ya las tenemos hechas, e incluso hemos repartido entre los vástagos, con coscurros y canela. Anotadas las lecturas. Y espero lo del cuento de tradición oral, que según lo dices tú será de tradición anal, por aquello de la evacuación intestinal, aunque asociado a miedo quiere decir asustarse, que será como tú has empleado el término. Hasta en eso eres poética.
LOS INTERMINABLES LUTOS DE LAS MUJERES
ResponderEliminarLa campana en Cenicientos
tocaba muy de mañana
repitiendo entre lamentos,
"Anoche murió fulana".
Vestidos negros de luto
con pañuelo a la cabeza,
eran de la muerte un fruto
consumido con presteza.
Mozas guapas y lozanas
se las veía sis cejas,
y eran sus sayas sotanas
de curas y monjas viejas.
Lutos y alivios de lutos,
oíamos con frecuencia,
eternidad de minutos
siempre haciendo penitencia.
Enlazando una cadena
de muertes en las familias,
abismadas en la pena
de las fobias y las filias.
Siempre existía una tía
o pariente de la abuela,
sobre en la que se insistía
que todo dios se conduela.
Con los bailes prohibidos
para mozas enlutadas,
tristes días consumidos
si estaban enamoradas.
Encerradas en su casa
y a la compra e ir a misa,
y ver que la vida pasa
con el luto por divisa.
Con el novio taciturno
y la madre allí delante
en el silencio nocturno
el agobio era incesante.
Y por si alguien se saltaba
lo del luto riguroso,
la crítica no cesaba
ni por parte del esposo.
"A mi madre no querías
ver,y tener que cuidarla,
y pudiendo la eludías,
incapaz de soportarla".
Con los negros atavíos
circulando por las calles,
no causaban desvaríos
la belleza de los talles.
Andaban uniformadas
con aquellas ropas toscas,
como moscas en bandadas
negras pesadas y foscas.
Y cuando aquello acabó
y el ropaje y su ficción,
en baúles se arrumbó
el luto es del corazón.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
Muchas gracias por tu preciosa poesía que refleja la esclavitud de los lutos, como siempre para la mujer. Ya la pintó Lorca y muchos escritores, y los que peinamos canas lo hemos vivido en la familia. Yo de pequeño siempre veía a mi madre de luto, aunque afortunadamente esa época ya pasó como muchas.
ResponderEliminarUn saludo y muchas gracias nuevamente.